VALÈNCIA (EFE). Casi un mes después de la reapertura de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos, que permite el paso de personas, la implantación de aduanas comerciales es una de las reivindicaciones claves para el futuro económico de las dos ciudades autónomas y para acabar con el llamado comercio atípico.
Melilla ya disponía de esa aduana en la frontera de Beni-Enzar, aunque el 1 de agosto de 2018, tras más de seis décadas funcionando, las autoridades marroquíes decidieron cerrarla, un gesto interpretado como un paso más en la intención del país vecino de asfixiar la economía de la ciudad.
Aquel bloqueo al paso oficial de mercancías tuvo sus consecuencias por el movimiento económico que suponía para Melilla y es que, como ha explicado a EFE el presidente de la Confederación Melillense de Empresarios (CEME-CEOE), Enrique Alcoba, el año anterior a su cierre, la aduana había facturado 40 millones de euros en transacciones comerciales.
Además, alrededor del 70 % de las mercancías que entraban a Melilla pasaba a Marruecos, parte de ellas por la aduana, aunque también un volumen importante lo hacía en grandes bultos cargados por porteadores en la frontera de Barrio Chino, el denominado comercio atípico, al que, igual que en Ceuta, la pandemia y el cierre fronterizo pusieron fin en marzo de 2020.
Por lo tanto, Melilla no tiene relación comercial de ningún tipo con su entorno más cercano desde hace más de dos años y medio, de ahí que en la ciudad fuera acogido con esperanza el anuncio de la reanudación del paso de mercancías que hizo en Rabat en abril el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reiterado esta semana en el Congreso.
“Es un tema fundamental y primordial para la economía de la ciudad”, ha resumido Alcoba, lo que supone para Melilla su aduana comercial, cuyo cierre impuesto por Marruecos ha provocado en estos casi cuatro años el cierre en la ciudad de muchas empresas y un polígono industrial con un buen número de naves vacías.
Entre las empresas que cerraron hay varias agencias de transportes, algunas de las cuales se trasladaron a Almería y Málaga para seguir exportando al país alauita lo que no podían hacer desde Melilla, algo que también conllevó la marcha de muchos trabajadores y sus familias de la ciudad.
“Eso no es bueno para la economía, que tiene que fomentarse con las empresas instaladas en Melilla”, ha insistido Alcoba, en cuya opinión España y Marruecos deberían haber llegado a un acuerdo más concreto sobre la fecha de la reapertura de la aduana comercial en la reunión entre Sánchez y Mohamed VI el pasado abril para no tener ahora esta incertidumbre.
Y es que en Melilla, entiende la CEME-CEOE, la puesta en marcha de la aduana no debería tener mayor complicación, habida cuenta de que la infraestructura ya existía y solamente está a falta de que se instalen en ella la Agencia Tributaria y la Guardia Civil, que coordinaban y vigilaban su funcionamiento.
Esta tardanza, por lo tanto, cree que puede deberse a una intención de ponerla en marcha junto con la de Ceuta, que sí debe partir de cero.
La búsqueda de un terreno adecuado para instalar la aduana y las correspondientes infraestructuras es la principal preocupación actual de las organizaciones empresariales ceutíes, que ven en la aduana una oportunidad para el futuro.
El presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Ceuta, Karim Bulaix, ha dicho a EFE que la aduana sería "una solución fantástica para el programa que tenemos en la ciudad porque entendemos que el comercio local no está dimensionado únicamente para el cliente ceutí".
Además, la aduana generaría "una fuerza tractora de empresas que se van a querer instalar en Ceuta creando riqueza y puestos de trabajo".
Según Karim Bulaix, es "imposible" dar fechas para concretar esta infraestructura "porque requiere técnicamente muchas medidas y unas dimensiones importantes para el tránsito de mercancías y camiones. Parece que lo más lógico es que la zona del Tarajal fuese destinada para ello".
Esta zona donde podría instalarse es la ocupada por las más de 300 naves industriales que componen el Polígono Industrial del Tarajal, la mayoría de las cuales han cerrado por la pandemia y la crisis.
La Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE) recuerda que esta aduana ofrecería a los ciudadanos marroquíes "la posibilidad de declarar sus mercancías conforme a la normativa internacional y, en su caso, poder desembolsar los correspondientes aranceles aduaneros".
La CECE se ha puesto en contacto con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) para formar parte de los grupos de trabajo que van a abordar este asunto y aboga por un acuerdo "urgente" del Gobierno con la ciudad autónoma para terminar la N-352 (carretera que da acceso a la frontera), "lo que permitiría un acceso rápido a la frontera y a la nueva aduana".
Hasta ahora el comercio "atípico" entre los dos lados de la frontera se hacía en las más de un centenar de naves del polígono industrial del Tarajal, próximo a la frontera, principalmente dedicadas al negocio textil y de alimentación.
En estos negocios se compraba la mercancía que posteriormente era introducida en Marruecos por las "porteadoras", dejando imágenes que dieron la vuelta al mundo cuando estas mujeres tenían que enfilar, con más de 30 kilos a sus espaldas, estos bultos por el monte próximo a la frontera.
En los últimos años han perdido la vida por avalanchas en el entorno fronterizo de Ceuta hasta siete mujeres, la última de ellas Fátima Bushra, de 48 años, el 17 de septiembre de 2019, al caer por las escolleras cuando hacía cola para entrar en Ceuta.
La consejera de Hacienda, Empleo y Comercio de Melilla, Dunia Almansouri, resume, en declaraciones a EFE, el sentir de las dos ciudades: ambos lados de la frontera necesitan “unas relaciones sanas y comerciales” y retomar “una actividad habitual y normal entre dos ciudades vecinas”.