Vinos de mujer. Talentos y virtudes. La idea nos la brinda Angelita y a ella se la dedicamos. Que no es una señora, oiga, sino un loable negocio con los hermanos Villalón al frente. Ejemplo del buen beber y comer, que ahora ha tenido la feliz iniciativa de hacer una muy interesante carta de botellas con nombre en femenino
Es seguro que extraordinarios vinos fueron elaborados por mujeres en el pasado, pues exige destreza, precisión y gusto. Cualidades de las que andan sobradas nuestras protagonistas de esta semana. Razón y corazón, hedonismo en estado puro. Por eso traemos un puñado de ricas referencias pensadas por grandes enólogas. Simplemente para disfrutar.
Nos olvidamos demasiados, lo sabemos, pero cataremos todos los que podamos sin dejar de amarlos locamente. Aunque hoy la canción es otra. La de coger una copa en la mano, una guitarra y regalar un mucho de simpatía y querer.
Empezamos con rebuenas cosquillas. Las de unos espumosos deslumbrantes. Desde Champagne nos seduce la equilibrada distinción del Val Frison Goustan Brut Nature (Val Frison). Con él entramos en una panadería parisina donde un crepitante cruasán se nos deshace en la boca.
No nos vamos muy lejos a perder el sentido con el directo Jean Vesselle Brut Oeil de Perdix (Jean Vesselle) que te mira a los ojitos con afilada sinceridad mientras dice sin reparos ‘que, sí, que me quieres, tonta’. Y también en Francia nos topamos para quedarnos a topos con un ancestral, chulazo y bien pintón, Pet Nal Mam-Zelle Bulles 2016 (Béatrice Fromaigeat).
Ahora sí, cogemos un tasis, que cambiamos de país y tenemos unos kilómetros por delante. Sobre un cómodo asiento de bolas llegamos a Portugal bien descansados y probamos el 3B Rosé Extra Brut (Filipa Pato). Un rosado de uvas bigal y baga de gustosa burbuja, desenfadado y gastronómico. Todo en su sitio. Seguimos.
Es tiempo de tintos y empezamos con nuestra perdición, La Suerte Garnacha 2014 (Arrayán). La elegancia. Nada más que declarar, señoría. Mientras, Pies Garnachus 2015 (Pies Garnachus) se despliega con saltarina mineralidad y cítricas chuches. Qué frescores, madremía.
Nos plantamos las katiuskas para subir al monte de La del Terreno 2015 (La del Terreno), monastrell de Jumilla de alegría agreste y guapura parda. Nos gusta. Y nos encanta Demontre 2016 (Can Torres), otra garnacha que tras su paso por tinajas subterráneas pasa a la copa donde se abre en espectáculo de chocolatosas hierbas.
Antes de pasar a los blancos nos damos una breve vuelta por Italia. En Sicilia nos ponemos el disfraz de Picapiedra con mucha clase y descubrimos la naturalidad envolvente de SP 68 Occhipinti 2016 (Arianna Occhipinti). Y como cierre de uva roja una maravilla, Foradori 2007 (Foradori) Finura y fuerza. Ímpetu con saber estar. Intenso. Precioso.
Si no fuéramos tan finos se nos escaparía una palabrota, de placer, por supuesto, al tomar El Soplón Albillo Real 2016 (Fuentegalana). Frescor amargoso y distinguido del que no nos cansamos nunca.
Nos sorprende de felicidad el Gorrondona 2016 (Doniere Gorrondona), un chacolí con lancitas de petazeta y lozanía mundial. Y qué decir de Cucú 2016 (Barco del Corneta). Verdejo inquieto y descarado. Otro de nuestros vinos de cabecera.
El malagueño Ariyanas 2015 (Bodegas Bentomiz) se destapa como un moscatel alegre, florido y hermoso. La cosa marcha, pero que muy bien con Dido La Universal 2015 (Venus La Universal) un vivaracho blanco del Montsant con el justo paso por barrica. Terminamos con las rubias variedades como empezamos, con un albillaco de la zona de Cebreros, La Chanin 2016 (Cható Gañán). Un vino naranja auténtico y rozagante.
Hasta aquí hemos llegado y llevamos unas cuantas, pero seguimos como borrica sorda persiguiendo un cefalópodo. Quedan los generosos.
Lo del Fino en Rama Tiento 2007 (Williams & Humbert) es exagerado, intenso, profundo… una bestia. La Manzanilla en Rama Pastora (Bodegas Barbadillo), tampoco se queda corta. Con esos tonos de levaduras que van dejando paso a la evolución de los años.
Una joya, como todo lo de esta casa, el Maestro Sierra Oloroso 15 Años (Maestro Sierra). Un señor vino. De los de pensar y dejarse de historias. Y finalmente nuestra debilidad, las cositas del Jura, en este caso el Montbourgeau Vin Jaune 2009 (Domaine de Montbourgeau). Larguísimo, refinado y penetrante. Y aunque hoy no hemos hablado de comida, para no alargarnos demasiado, aquí no podemos dejar de sugerir queso. Un comté viejísimo. Qué barbaridad.
Entre lo deseable (mucho más) y lo posible (lo que hay) llegamos hasta aquí. Nos llevamos en la mochila una buena cantidad de talentos y virtudes. Los de los vinos y, mucho más, los de sus creadoras. Y así nos despedimos, sin ostentaciones y hasta pronto, amigos.