Sobre el desconocimiento que del mundo del cocktail que se adivinaba en la ciudad
“¿Las algas se comen?” Este es el título de un interesante y gastronómico libro que la editorial UCA ha publicado con la autoría de un grupo de biólogos de la Universidad de Cádiz encabezados por José Lucas Pérez Llorens
Hace dos días, como quien dice, algunos jóvenes cocineros dieron por declararse contrarios a la cocina tradicional, que se practicaba en Europa desde hacía siglos
Así tituló Manuel María Puga y Parga “Picadillo” un sesudo libro de recetas, que escribió con el fin de que sirviese –a él y a nosotros- como breviario gastronómico pasa la travesía de la sinuosa, compleja, sacrificada, dura y martirizada, pero siempre edificante, época de la Cuaresma.
Decíamos hace unas fechas que vuelven a ser moda los combinados, y por ello se abren en las distintas ciudades de nuestro país bares específicos que tienen como principal objeto social crear nuevas combinaciones de licores, mejorar las ya conocidas o, como mínimo, hacer que perduren en su integridad aquellas muy reconocidas por el amplio universo de los aficionados catadores.
Se ha confirmado lo que decía Josep Pla y nosotros citábamos hace años: es un hecho constatable, incontrovertible: la barra de bar actúa en la actualidad únicamente como momentáneo entretenimiento para lo que ha de llegar, pero nunca alcanza su fin social, que era precisamente ser un fin en si misma
Las viejas barras se caracterizan por un concepto que no les es propio: la ubicación.
Ha sido tradición en Valencia el gusto del personal por asomarse a la barra del bar, imbuirse del contenido de lo expuesto en la misma, solicitarlo … y luego dirigirse a consumirlo sentados, con toda la comodidad que proporciona la silla y la mesa, el tenedor y la cuchara, y el cuchillo o el palillo.
Estamos en vísperas de la Navidad, dicho sea sin la debida precisión lingüística, sino considerando los numerosos días que la tradición ha decidido que transcurran antes de la Nochebuena bajo el signo de la fiesta y la celebración
Desde tiempo inmemorial se suceden las discusiones sobre las virtudes que acompañan a los alimentos en función de su tamaño y edad, dicho sea todo ello en referencia a su perfume y sabor
Sin duda las guías gastronómicas se han convertido en elemento indispensable para todas aquellas personas, ya sean viajeros o sedentarios, que están interesadas por obtener el máximo provecho de sus visitas a los locales de restauración
Es innegable que la posibilidad de mantener un restaurante de altas prestaciones culinarias, así como decorativas y a la vez de servicio, se está limitando a los establecidos en los grandes núcleos de población, en aquellas geografías en que los negocios o las celebraciones aun pueden gozar de las satisfacciones que procura una solvente economía.
Llega el otoño y las comidas de las que nos alimentamos sufren una importante mutación: allá quedaron las livianas ensaladas, las jugosas frutas, los suaves pescados y las blancas carnes, para dejar paso a los sólidos asados, las sabrosas salsas que acompañan a la caza o las confituras de frutos negros, rojos y amarillos que les procurarán un dulce contraste.
Se termina el verano, con sus goces y festejos, y con las inevitables y excesivas calorías que los acompañan en nuestra cultura. Y cuando en la paz del hogar nos asomamos al espejo y nos contemplamos, no podemos por menos que reflexionar sobre el orden establecido por las leyes de la física y de la química, que aparecen cercanas e inquebrantables, y por lo mismo nos desasosiegan.
En su libro “El trago nuestro de cada día” el magnífico escritor –y gran bebedor- Kingsley Amis reflexiona sobre los licores, y opina que están volviendo a ser moda en gran medida por las combinaciones a las que se prestan
El mundo se ha inundado de restaurantes orientales. Aquí y allá florecen y se reproducen, de tal suerte que están colonizando de forma sutil pero inflexible la cultura del comer.
Más de cinco años ya disfrutando de las ventajas que nos proporciona el AVE, tren de alta y segura velocidad que nos conecta a los periféricos del este del país con el centro y sus tentaciones
En el mundo de la gastronomía han sido los mercados instituciones clave para la distribución de mercancías comestibles. Esta afirmación, que es una obviedad histórica, puede estar quedando solo para el recuerdo debido a las transformaciones que se producen a cada momento no en el ámbito del transporte o en las técnicas de conservación,que parecería lo propio, sino, de forma menos previsible, en el del turismo y la cultura vital.
Resultan incuestionables los datos que nos proporcionan los científicos alrededor del mundo de la percepción gustativa: advertimos los sabores porque existen unas células que cumplen con la misión de transmitir al cerebro las impresiones que obtienen al ser bendecidas por el paso de los perfumes.
No debe asombrarnos el hecho de comer turiones, pues la humanidad lo viene haciendo desde hace miles de años; hervidos, asados, fritos, al vapor, en soledad o con aderezos sustantivos.