Comienzo un serial, con interrupciones, de entrevistas a artistas anónimos de la València Metropolitana para analizar las transformaciones surgidas y su opinión tras el cambio del siglo. Cualquier sociedad próspera debe apostar firmemente por la cultura. De no hacerlo, acabará siendo un océano sin peces o un río sin agua.
No podía ser de otra manera que aperturar con la música. Para tal aventura he contado con la aportación personal de Jordi Lorente, un vocalista independiente no adscrito al arte subvencionado. Nacido en la Mediterránea del Cap i Casal, hijo de pescadores, rockero de proximidad, conquistador nato, la música suena en su casa estudio como una filarmónica.
Jordi no necesita presentación, aunque sea necesario, solo pretende recorrer junto a sus instrumentos pequeñas salas de conciertos, ofreciendo música de autor para un reducido público que busca reencontrarse con las letras, el contacto y el sonido del pasado.
Este Mala Sombra, así se baila el cartel de su banda, analiza con pulcritud la situación local de la cultura musical en el Cap i Casal. No le falta el pitillo, el sombrero y la lata de cerveza para conversar.
¿Está perdida la batalla musical?
Yo creo que no, mientras haya salas en la ciudad de València que ofrezcan buenas bandas, la música independiente persistirá y los fieles seguiremos siendo fieles.
¿Nos encontramos en una época que la canción protesta ha desaparecido de casi todos los géneros?
Es difícil que vuelva a haber una revolución como la producida en los años sesenta con un Bob Dylan que lanzó un mensaje claro. El rap es el único que resiste, persiste y las letras se rebelan al dominio y control absoluto de la cultura del entretenimiento o la distracción.
Ambos pertenecemos a la generación de los noventa, la de Pulp Fiction, y no puedo dejar de secuestrar tu opinión sobre la influencia musical de la Ruta en la sociedad valenciana.
Llevo en mi corazón la ruta, fueron años de desenfreno y mucho ibuprofeno, por mi edad pillé la de los noventa. Había mucho borreguismo, pero todo era todo mucho más humilde que ahora, sin pretensiones, la ruta tenía su gente, su música, sus drogas, y sus templos repartidos por las discotecas de L' Horta Sud.
¿Qué te parece que el gobierno local no apueste decididamente por la música callejera?
Una aberración. Estuve viviendo unos años en Edimburgo, y allí sí que se trabajaba en conjunto con el comercio por dotar y amenizar a la sociedad del sonido urbano. Hay mucho talento desperdiciado.
En esta legislatura, Eurovisión es el plato estrella de un Ayuntamiento que cuenta en sus filas con un Palau de la Música cerrado desde el año 2019.
Uff, no estoy en su audiencia. Está igual de devaluado que el premio Nobel de la Paz. Sin comentarios.
De los festivales no podemos olvidarnos. ¿Son el punto de partida del desarrollo de la nueva cultura del entretenimiento?
En València y en el conjunto nacional disfrutamos de muy buenos festivales. El FIB es un claro ejemplo, el Indie lo ha copado todo en los escenarios con coros muy potentes y canciones muy pegadizas. La gente salta, canta y se diverte. No es mi rollo.
Me gustaría extenderme mucho más. No puedo. La duración del casete está a punto de finalizar. Para finiquitar tengo la obligación moral del saber su opinión sobre el reguetón, sin responder creo que ya la sé.
Decadente. Un vinilo no aceptaría tales letras. El tocadiscos se rallaría.
Me despido de Lorente con un apretón de manos deseándole suerte para su próximo concierto el día 2 de diciembre en la sala Rock Museum de Massanasa
¡Suena bien este Mala Sombra!