"Burro, burro"... Açò és Mestalla!

A pocos kilómetros de distancia de la vistosa, organizada y minúscula pinacoteca de Joaquín Sorolla (Museo de Bellas Artes de València) se situa Mestalla, Camp del Valencia. En mi catálogo personal me atrevo a declararlo Bien de Interés Cultural, pese a la reprimenda que me pueda llevar de los que discrepen de ello. El fútbol y el intelecto no están reñidos, sino que se lo pregunten mejor a Mario Benedetti que a José Luis Borges.

Además del pintor, Mestalla celebra en el 2023 su Centenario. Aperturé con Sorolla por una cuestión de agenda, y camino hacia Mestalla, que sigue en pie pese a las intentonas de la generación del bogavante de reducirlo a cenizas. He tenido que regresar dicesiete años después, mejor dicho pisar las gradas del templo valencianista 0justamente el día del Cádiz, el otro equipo del apaño que hizo bajar a los infiernos al Valencia CF. Desde aquella fatídica jornada me declaré públicamente antibético, la disputada en 1986, y eso que esto del ser anti no viaja conmigo.

No podía haber escrito esta columna sin sentir un choque en Mestalla, y la visita, de rebote, fue con el hijo pequeño de un amigo, acérrimo seguidor, ejerciendo de padre postizo por unas horas. Mestalla ha significado mucho para mí. Lo sigue siendo pero en un segundo plano. Me duelen las derrotas de mi equipo. Me enoja la situación actual del club. No solo Meriton es el responsable. Meriton es un daño coleteral de aquella ficticia España que iba tan bien, y que el agua y el ladrillo auguraban prosperidad para todos los españoles y valencianistas.

Con orden de derribo por el encabezonamiento e intrusismo de una alcaldesa para albergar una final de Champions, y del dirigente del equipazo al batacazo, (made in Gol Gran) al menos, una temporada e incluso la siguiente, y la otra, Mestalla seguirá reuniendo cada jornada a la gran familia valencianista. Mestalla es lo único a lo que agarrarnos de lo que queda de aquel gran Valencia que hemos mamado. Hoy con un nuevo estadio a medias tintas, y con otro por derribar el panorama es desolador.

A puertas de la fiesta participativa de la democracia, con una ATE caducada, y por si suena la flauta de un cambio de gobierno municipal no creo que la grúas vuelvan a moverse. Desde hace décadas a algunos políticos les ha salido bien eso de vincularse con los colores blanquinegros para sacar rédito electoralmente.

A lo mejor es el momento de abandonar por parte de otros, el relato del romanticismo paternalista que ha jugado Mestalla en sus vidas. Quizás sea el tiempo de vestirse la camiseta de la crítica, en esta ocasión sin ingenio y gracia e intentar cambiar las cosas. A lo mejor existen fórmulas para abandonar el inmovilismo de otorgar el certificado del final obra del Nou Mestalla, y que el viejo, bien situado y eje vertebrador de una ciudad víctima de globalización siga vivo. Yo no quiero finales, ni mundiales, en Mestalla, quiero que los de Mestalla jueguen de visitante. Pues eso, burro, burro… Açò és Mestalla, Camp del Valencia!