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los conservatorios marcan la hoja de ruta

Castelló tendrá su ciudad de la música, ¿pero cómo la imaginan sus músicos?

También, la Escuela de Arte y Superior de Diseño, con la que actualmente los conservatorios de música comparten edificio, dan las claves de su futuro. Un futuro en el que si bien caminarán solos, esperan crecer tanto en espacio como en cursos

7/12/2021 - 

CASTELLÓ. Castelló tendrá una ciudad de la música. Así lo anunció el president de la Generalitat, Ximo Puig, hace dos semanas cuando visitó Castelló. El espacio, que será financiado por el Consell y gestionado por el Ayuntamiento, aspira a convertirse en un espacio de "referencia" y "emblemático" arquitectónica y culturalmente. Pero quizá, más allá de lo espectacular, o no, que pueda quedar, lo importante es que aglutinará en su interior los conservatorios de música (profesional y superior) y danza de la ciudad. Los primeros actualmente conviven con la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Castelló, mientras que el conservatorio de danza está ubicado provisionalmente en el IES La Plana. En ninguno de los casos, cuentan con un edificio propio donde desarrollar como toca sus estudios.

Y es que, mientras que el conservatorio de danza ha de arreglárselas para formar a futuros bailarines en medio de un instituto, donde las aulas no reúnen las condiciones deseadas para impartir adecuadamente las clases. Los conservatorios de música y la EASD han de repartirse un mismo edificio que no termina de cumplir con las necesidades de ninguno, tal y como vienen denunciando los mismos desde hace años. "La construcción de un nuevo edificio para los tres centros públicos de enseñanzas musicales y escénicas es una cuestión de dignidad. Digo que es una cuestión de dignidad, porque el estado en el que estamos no es más que la situación en la que los políticos nos dejan estar. No tenemos suficiente espacio ni unas condiciones acústicas deseadas. Es normal que se quejen de que les molestamos porque yo mismo como docente sufro la falta de insonorización cuando doy clase", lamenta José Luis Miralles, profesor del Conservatorio Profesional de Música Mestre Tàrrega de Castellón.

Cuenta el músico que cuando era estudiante en el mismo conservatorio ya un profesor suyo le decía, "vosotros terminaréis los estudios en el nuevo edificio". Le faltaban seis años, entonces, para terminar la carrera musical. Actualmente lleva una docena de años como docente y "desgraciadamente" sigue Miralles en el mismo centro. "Se dice que se hará un concurso de ideas para elegir la propuesta arquitectónica a construir. Le deseo gran amplitud de miras a aquel que la gane. No se trata de construir un nuevo edificio. No necesitamos un edificio singular. Necesitamos como mínimo un edificio por centro. Cualquier otra propuesta que no implique esta premisa, está condenándonos a sufrir de los mismos males que sufrimos ahora. Eso sí, en un edificio más nuevo y sin goteras", recalca el profesional. 

Aunque todavía no se han dado más detalles de cómo será esta ciudad de la música, sí se sabe que se situará en frente de la Ciudad de la Justicia y permitirá aglutinar además asociaciones y entidades culturales y musicales locales, como la banda municipal de música, que tendrá su correspondiente zona de ensayos. "El hecho de querer unir en un mismo espacio muchas instituciones -oficiales u asociativas- puede provocar la cándida imagen, entre la población de Castelló, de un bonito conglomerado de edificios rebosantes de música, y con los habituales adornos de símbolos musicales saliendo como ríos por las ventanas. No podría haber una imagen peor para nosotros", asevera Miralles. 

Un centro donde nunca hay tiempo para estudiar

Ya sufren en la actualidad los males de convivir bajo un mismo techo. Mientras que por la mañana dan clases en el Conservatorio Superior de Música Salvador Seguí, a las tres de la tarde se incorpora el Conservatorio Profesional de Música Mestre Tàrrega. "Como ocupamos por la mañana lo que el profesional por la tarde, ninguno de nuestros alumnos puede estudiar, ya que las cabinas están siempre dando clase. Estos alumnos están al final en inferioridad de condiciones a los de València o Alicante, porque no pueden formarse al terminar. Damos educación superior como la universidad pero no contamos con nuestra "biblioteca", expone Vicente Campos, director del Salvador Seguí, quien asegura que es muy importante, especialmente en los estudiantes de percusión, practicar de cinco a seis horas al día. "Está pasando que a muchos de nuestros estudiantes los denuncian por contaminación acústica. Tocan de diez de la mañana a siete de la tarde, pero hay gente que trabaja de noche. Esto está provocando que cada vez menos gente venga a estudiar música a Castelló, porque las condiciones son infrahumanas y, sin embargo, pagan lo mismo que en otras provincias", añade Campos. 

Cuando el Conservatorio Superior de Música Salvador Seguí arrancó en el 99 contaba con 13 profesores y 60 alumnos; ahora son 95 profesores y unos 450 alumnos, más 20 estudiantes de máster y los que puedan llegar de Erasmus, lo cual también tiene sus contras. "Imagina que viene una pianista de Hungría, como ya hemos tenido aquí, cuando vienen no pueden traerse el piano y como no tenemos espacio por la tarde, no puede estudiar. Esto también está limitando la llegada de músicos", expone Campos. La realidad es que actualmente hay muchos alumnos que, gracias a colaboraciones, pueden practicar en el Casino Antiguo de Castelló, donde disponen de pianos, pero no es la misma flexibilidad que si fuera su centro. 

Es por esto que una de las principales reivindicaciones que se hace para la futura ciudad de la música es que cada escuela cuente con un edificio con total independencia. Así lo defiende también Antonio Rodríguez, director del Conservatorio Profesional: "Lo que queremos es un centro integrado que nos permita contar con más posibilidades para coordinar horarios y facilitar la vida de los alumnos. En la actualidad, somos unos 700 estudiantes". Además, según expone Rodríguez, también la dotación "es compartida", motivo por el que "hay instrumentos que están desde que se fundó el conservatorio y no se ha renovado nada". Algo que también "afecta a la calidad de la enseñanza". 

Con todo, según apunta Miralles, "cada centro va a necesitar su propia sala de conciertos – y con su cabina de control de sonido e iluminación-, lo contrario sería tener que volver a “luchar” entre nosotros para poder conseguir un hueco en una endiablada agenda". "El hecho de que las enseñanzas profesionales empecemos tan tarde provoca que alumnos, no ya menores de edad, sino de siete u ocho años, tengan que terminar a las 20h o incluso a las 21h. Necesitamos poder empezar antes de las 15h y necesitamos tener aulas disponibles por las mañanas". Esto, insiste el profesor, es más urgente que contar con un "edificio bonito". "Queremos disponer de un centro donde el alumnado pueda recibir las clases de la enseñanza obligatoria y las del conservatorio de forma conjunta. Sin tener que simultanear centros diferentes, sin tener que doblar jornadas en sitios distintos, evitando desplazamientos y pudiendo entonces terminar todos sus estudios a las 17h (cuatro horas antes de lo que sucede en la actualidad), recuperando la tarde para estudiar, tener tiempo libre o ir a conciertos. Si de nuevo los conservatorios vamos a compartir aulas, ya podemos decir adiós a esta utopía, que continuará muy lejana."

Por otra parte, la ciudad de la música que se ubicará en una zona periférica de Castelló, "debe tener muy en cuenta la organización del tráfico". Y es que, no cuenta tampoco la ciudad con las conexiones que un centro, único en la provincia, necesita. "No somos un colegio con alumno de proximidad, ya que damos servicio educativo musical a una gran cantidad de poblaciones de nuestro entorno y la mayoría de profesorado no reside tampoco en la ciudad". Por lo que, como apunta Miralles, si no se hace nada, las aglomeraciones de tráfico rodando están aseguradas. 

¿Y qué será de la 'nueva' EASD?

Temen desde la Escuela de Arte y Diseño de Castelló que, con el nuevo proyecto, se olviden de ellos. Y es que si bien, con el traslado de los conservatorios a un nuevo edificio, ganarán el espacio que llevan demandando desde hace años, no reúne este las condiciones para una escuela de arte. En este sentido, según informa Miguel Monar, director de la EASD, también se ha solicitado la reforma y pertinente adaptación de la zona en la que actualmente se imparte música. "La noticia nos llega con mucha alegría porque al final está solución parece la mejor y es urgentísimo ponerse manos a la obra. Nosotros tenemos unos 500 alumnos y vamos a tener que buscar soluciones hasta que este proyecto se haga". 

Cuenta Monar que desde hace varios años la EASD, frente a su crecimiento, está fraccionando aulas para poder ofrecer más cursos. Esto provoca que las aulas tengan la mitad del tamaño que años anteriores y también donde antes cabía un taller, ahora hay dos. "Tenemos que actualizar la oferta, pero Conselleria no nos lo autoriza si no contamos con más espacio. Esto está frenando el avance de la escuela y una escuela que no se mueve y no crece es una escuela muerta", manifiesta Monar. Años atrás explicaba a este mismo diario que entre los deseos del centro estaba incorporar estudios de animación, cómic o algún itinerario de ilustración. Sin embargo, las últimas enseñanzas que se sumaron fueron la de Moda y Gráfica Interactiva en 2019. "Además, con las restricciones de aforo, todavía hemos tenido más problemas para configurar los horarios porque no cabemos."

Miguel Monar. Foto: ANTONIO PRADAS

Así mismo, también resulta complicado convivir, más ahora con las ventanas abiertas, con un centro que imparte música. "Nos encantan los músicos, pero justo hablaba con un compañero que estaba haciendo un examen y me comentaba que ha sido una tortura, no podía concentrarse", cuenta Natalia Lobato, representante del Departamento de Alumnos. Las condiciones con las que dan clase en la EASD y conservatorios se ha agravado con la pandemia, porque en ocasiones se hace "absolutamente imposible dar clases", añade Monar. Y es que, si bien, hay un acuerdo de que las sesiones con instrumentos más ruidosos no den al centro, es complicado controlar el alcance que estos pueden tener. 

En definitiva, es evidente que tanto los conservatorios como la escuela de diseño necesitan poner punto y final a un 'matrimonio' que en ningún caso parece resultar cómodo. Los retos y las ambiciones, de unos y otros, están claras. Ahora quedan en manos de todos esos políticos que las pueden hacer realidad. "Espero esta vez sí, cuando yo les diga a mis alumnos que ya terminarán sus estudios en el nuevo edificio, el tiempo me dé la razón", concluye Miralles. 


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