Al otro lado del Mediterráneo 

De Alicante a Menorca: un hallazgo llamado Pez Limón

O cómo dos cocineros alicantinos recalaron en la isla balear más lejana a nuestra costa para embarcarse en un proyecto propio que nos ha encandilado. 

| 02/06/2023 | 5 min, 20 seg

Elena Angosto y Héctor Gallego son dos cocineros alicantinos que hace varios años llegaron a Menorca para trabajar un verano. Pero sucedió lo inesperado y se quedaron también los siguientes inviernos. Allí, en Ciudadela, abrieron en 2021 Pez Limón, que rezuma Mediterráneo por los cuatro costados. “Siempre habíamos querido tener un restaurante pero no sabíamos dónde”, confiesan a Guía Hedonista.

Ambos nacieron en Alicante, pero han trabajado en muchas cocinas. Ella, en Lasarte (Barcelona), Azurmendi (Vizcaya) o Canalla Bistró (Valencia). Y también algunos veranos en Ibiza. Él hacía temporadas de invierno en estaciones de esquí, pero también estuvo un lustro en Londres. En un momento dado, Menorca se cruzó en su camino. “Vinimos para un verano, pero empezamos a quedarnos también los inviernos”, recuerdan. 

A raíz de la pandemia, surgieron buenas oportunidades para alquilar locales. Ellos ya habían puesto el ojo en uno, que era una tasca abandonada. “Fue un golpe de suerte”, explica Elena. Y, en medio de la incertidumbre postpandémica, en mayo de 2021 dieron forma a lo que hoy es Pez Limón: un concurrido restaurante que está lleno hasta un lunes de mayo. Su decoración refrescante y cálida hace que quieras entrar y quedarte. En sus paredes, las fotografías de Samuel Pastor te zambullen de lleno en la esencia de la isla. Porque estamos aquí, no en otro sitio.


Y así es como dos trabajadores de temporada se convirtieron en empresarios de la hostelería. Aunque siguen siendo cocineros, como siempre: Elena está en la partida de fríos y Héctor, en la de calientes. Les acompaña un equipo impecable y vivaracho, que plasma y transmite al comensal los valores de Pez Limón. Cocinan con concentración y sirven con una sonrisa, son ágiles y apacibles. Con Estefanía Buigues como jefa de sala, todo rueda a la perfección. Aunque también han ido cambiando y acoplando el concepto en estos dos años.

“Lo que teníamos pensado hacer al principio era muy diferente porque teníamos muchas limitaciones económicas y todo era muy incierto en aquella época porque también había restricciones”. Lo que empezó como un bar pequeñito de tapas, que enseguida caló entre los vecinos del pueblo, evolucionó hasta convertirse en el restaurante mediterráneo que es hoy. “Queremos que el 90% de la materia prima que empleamos sean productos del mar”, justifican. Tienen claro que lo que les mantiene es el invierno y la gente que vive en Ciudadela, porque Pez Limón es de los pocos restaurantes de la isla que abre casi todo el año (solo cierran los meses de enero y febrero). 

Aquí hay que pedir sus croquetas de cocido de “La Chon”, que llevan en la carta desde que empezaron. “Les dedicamos muchísimo tiempo, porque nos suponen un trabajo de 3 días, ya que elaboramos el cocido desde cero… y le ponemos mucho cariño y mimo”. Todo lo hacen así y se nota desde el emplatado hasta el último bocado. “El ceviche de gamba siempre ha estado también, pero le hemos ido dando vueltas de tuerca”. Otro de sus platos estrella es el steak tartar con vaca vermella de Menorca. Les encantan los productos de la isla y respetan mucho su identidad. O la berenjena escabechada, que es un festín de color y sabor para los amantes de los matices avinagrados. Otro de los bocados imperdibles es el puerro que quería ser calçot. O el salmorejo marinero, que lleva un velo sopleteado de gambas de Ciudadela, emulsión de sus cabezas y uva morada. En sus fuera de carta tienen arroz, para que se note de dónde vienen y qué se les da bien. También una torrija con alma alicantina, porque la sirven con helado de turrón. Dan mucha importancia a los postres, porque no conciben hacer las cosas de otra manera. El pan de masa madre es de Pigalle y el aceite de oliva virgen extra siempre menorquín y son algunos de esos detalles que te hacen entender que Elena y Héctor son de hacer todo con empatía y esmero. 

En su carta de vinos encontramos varias referencias menorquinas, alicantinas y valencianas -que incluso sirven por copas- entre otras grandes Denominaciones de Origen, pero están ampliándola porque quieren introducir más vinos naturales de pequeñas bodegas. “Ian, que ha sido hasta ahora nuestro jefe de sala, y su pareja Iona, que es sumiller, nos han ayudado mucho con la propuesta líquida”, reconocen.

¿Cómo es vivir en Menorca? La respuesta parece obvia para los que vamos a la isla de vacaciones, pero no para ellos. “Al principio es duro. Los veranos se pasan volando, porque hay mucha gente y ambiente, pero en invierno no queda casi nadie y hay mucho viento, está nublado y llueve a menudo”. Pero ellos se han acostumbrado a esta paz y les encanta vivir aquí. “Es bonita la vida aquí, pero hay que salir de vez en cuando porque te da el síndrome isleño”, nos confiesan.


¿Dónde les encontraríamos en la Comunidad Valenciana?

Elena y Héctor vuelven de vez en cuando a su casa, a la del otro lado del Mediterráneo. “Cuando vamos a Alicante nos movemos mucho por el interior: Benimantell, Guadalest… y nos encanta ir a comer algún arroz de montaña. Aunque Altea siempre ha sido el pueblo que nos enamora, tiene mucho encanto”, nos cuenta Elena. ¿Y en Alicante ciudad? “Los restaurantes que más nos gustan son Open y Nou Manolín. Y para comer arroces vamos a Govana”, remata Héctor.

A nosotros, cuando nos perdamos en Menorca, nos encontrarán en Pez Limón. Porque es uno de esos lugares a los que estás pensando llevar a tus amigos de esta isla que siempre tiene algún rincón insólito para los que caminamos sin rumbo y sin prisas.

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