VALÈNCIA. Tres emprendedores valencianos han creado un puente de lavado para coches que quiere conquistar directamente al consumidor final. Así lo explica Antonio Vanaclocha, cofundador de Elios Car Wash, quien en 2018 puso en marcha esta compañía junto a sus dos hermanos José y Bernat para aprovechar toda la experiencia en empresas referentes del sector.
Su misión, dentro de un sector donde todavía quedan opciones para nuevos actores, era la de crear un puente de lavado que aunara calidad y tecnología que hicieran al cliente final elegir directamente su marca como garantía de un resultado óptimo para su coche, además de proporcionar a sus compradores sistemas con un menor coste y gasto energético.
"En 2013 decidimos crear una empresa de maquinaria que nada tenía que ver con el sector. Empezamos a vender en España y en Francia, pero hubo un momento que no veíamos el producto escalable. Entonces, pensamos en adentrarnos en los puentes de lavado, donde acumulábamos más de 15 años de experiencia", explica Antonio Vanaclocha, quien junto a sus hermanos pasó por la compañía valenciana Istobal.
"Estuvimos dos años desarrollando el equipo, compaginando una empresa con la otra, hasta que al final decidimos comercializarlo en septiembre del pasado año", señala. Ahora, su puente de lavado ya cuenta con unidades en València, Córdoba, Madrid o Barcelona y clientes referentes como Repsol.
La compañía, acelerada en Lanzadera, ya distribuye en países como Francia y su misión es diseñar no lo que ellos quieren, sino lo que el cliente busca. "Nos interesa que la máquina tenga la máxima calidad posible y que el cliente esté satisfecho. Además de generar el menor consumo eléctrico y tener el mejor secado", recalca, aunque reconoce que también es una cuestión de precios.
"En nuestro puente, los secados son de acero inoxidable, mientras que suelen ser de chapa galvanizada o de plásticos. Los compradores ven que la calidad del tratamiento que hace el cepillo y el secado es muy bueno y a un precio competitivo", señala el cofundador.
Vanaclocha asegura que se han dado cuenta de que el mercado necesitaba otra marca. "Al final es como un monopolio en el que el cliente se ve obligado a terminar en las mismas compañías", apunta. "Hay muchas marcas, pero no todas son importante, y crear marca con el know how que tenemos nosotros es difícil", insiste.
En un mercado liderado por compañías españolas y alemanas, también buscan que la relación con el cliente no sea dependiente. "Hay marcas que tienen una filosofía en la que, para reponer componentes, tienes que ir a morir en ellos. Nosotros intentamos que el cliente tenga el acceso a comprar los componentes en otros lados. Pueden elegir con quién quiere trabajar y eso es clave para acceder al mercado extranjero", recalca.
Actualmente, la compañía produce en su fábrica de Guadassuar y, su producción, a día de hoy, es de entre seis y siete puentes mensuales para los que emplea a unos 15 trabajadores entre instalaciones y comerciales. En su misión de internacionalizar la compañía, además de Francia, la compañía ya tiene comprometidos equipos en el norte de África. "No era la idea, pero nos han llegado peticiones", explica.
Vanaclocha reconoce que su entrada en Lanzadera les ha permitido poner foco en el producto y abrir la mente de estos tres ingenieros al mundo de la empresa. "Había fases que no entendíamos antes de entrar, como la necesidad de medirlo todo", reconoce.