VALÈNCIA. Con una junta directiva híbrida, entre lo público y lo privado, y paritaria, con cuatro mujeres y tres hombres, Francisco J. Espinós (València, 1960) se estrena al frente del Colegio Oficial de Biólogos de la Comunitat Valenciana como nuevo decano, tras dos mandatos de José Ignacio Lacomba, con quien comparte su óptica de la biología como "ciencias de la vida". A diferencia de su antecesor, no fue ver en televisión a Félix Rodríguez de la Fuente lo que le llevó a estudiar Biología. Con vocación como "hombre de ciencias en su ADN", este biólogo especializado en el cultivo de especies marinas, una dedicación que nació por su afición desde la infancia a bucear, confiesa que podría haber sido farmacéutico o veterinario.
Con once años de experiencia en el mundo de la empresa privada en el sector de la acuicultura en Galicia y Cataluña, Espinós trabaja desde hace 23 años en la Universitat Politècnica de Valencia. Profesor titular de universidad, licenciado en Biológicas por la Universitat de València y doctor en Producción Animal por la Universitat Politècnica de València, Espinós dirige el Centro de investigación propio ACUMA, R.C – UPV, que cuenta con una veintena de investigadores en acuicultura y medio ambiente, además de ser director científico de la Red de Innovación en Industrias Acuícolas de la Comunitat Valenciana (RIIA-CV).
Colegiado desde 1987, antes de la escisión del Colegio estatal, Espinós reconoce que empieza a resentirse de la intensa rueda de contactos para reforzar el contacto con las empresas, un nuevo impulso que pretende marcar la diferencia con la anterior directiva, de donde han surgido nombres para la administración del Botànic II. "Lo moral, lo ético y lo técnico y dos puñaditos de sentido común es la combinación perfecta para que ‘la silla’ del COBCV quede más que estable", anota el nuevo decano de los más de mil biólogos valencianos colegiados, que atiende a Valencia Plaza en su despacho de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural de la UPV, entre papeles, títulos, cuadros marítimos y moluscos.
- El Colegio cierra una etapa de dos mandatos de José Ignacio Lacomba. ¿En qué situación parte la nueva directiva que usted encabeza?
- Nos han dejado el listón muy alto. Con mi Junta, pretendo dar un cambio importante. El Colegio necesita visibilidad, y sobre todo una comunicación constante con los colegiados. Eso no lo dan los metros cuadrados de un local, sino una conexión digital muy potente para comunicar con todos. Hay que dar un paso digital. Por otra parte, el papel de la mujer es muy relevante en todas las carreras de ciencias, y lo primero que hemos querido implantar es una vicedecana, que también estaba en la época de Nacho (Lacomba), que procede de la biotecnología. Hemos escogido todos los ámbitos, que es lo que más nos dispersa al sector. Nos dedicamos a campos muy biodiversos. Y hay que apostar por la transferencia, abrir las puertas a las grandes empresas biotecnológicas. Necesitamos ampliar y mejorar nuestras relaciones con ellas. Las empresas son el motor de la economía, no se puede evitar. Después hay que sopesar lo que hacen, por ejemplo, con sus apuestas ambientales. Pero todo es importante.
- Como en todo nuevo ciclo, nombrar una nueva junta es también una declaración de intenciones para dar claves hacia dónde se dirige un colegio los próximos años.
- Así es. Creo en los equipos multidisciplinares, tanto en ACUMA como en el COBCV. Cada persona va a aportar algo que voy a ser incapaz de visualizar como decano, porque tienes otras tareas e intereses que defender. Para esto también es importante tener personas más jóvenes que uno. En esta junta, la media no llega a los 45 años. Está la vicedecana Carolina Gil, biotecnóloga, que se encarga de todos los temas de investigación; María Sahuquillo, de la GVA, especialista en limnología, que se encargará de temas tan candentes como La Albufera, una persona a consultar y para tener presente sus visiones; María José Cayamayor, de Divalterra, empresa que trabaja para la Diputación de Valencia, con un perfil muy técnico, muy vinculada al Colegio de Montes; un conservacionista como Vicent Sancho, de la anterior directiva, que es autónomo, otra pata que tienen los biólogos; Carlos Benlloch, nuestro tesorero, que está en CAPSA, en el Oceanogràfic, un hombre de comunicación y de gran empresa privada, entonces toda su experiencia se puede trasladar en comunicación; y Laura María García, de Alicante, profesora de Bachillerato, dedicada a la docencia. La junta está bien repartida en los aspectos que puede abarcar el biólogo y la bióloga en la sociedad valenciana.
"EN UNA PANDEMIA QUEDA FEO QUE NO TENGA RELEVANCIA EL PAPEL DE LOS VETERINARIOS O EL DE LOS BIÓLOGOS"
- Se observa, en principio, un cambio de perfil. ¿Antes podría leerse más conservacionista, y ahora la apuesta reivindica el papel de la biología en campos como la biología molecular, la genética o la biotecnología o la biología molecular?
- Claro, porque es el futuro inmediato. Esta pandemia debe dar ese vuelco y dar visibilidad a los biólogos. Todo se imbrica. Todas las carreras de ciencias comparten una base, y después vienen las ramificaciones que especializan, pero todo converge, aunque se pase a ser “doctor por” o “doctor en”. La fusión de la biología con otras disciplinas es brutal. Y sobre todo tenemos que potenciar el contacto, el hilo directo, con esas grandes empresas que tenemos en la Comunitat Valenciana, que se dedican a estos ámbitos. Tengo en la cabeza algunas con alcance internacional, por ejemplo, en las que los biólogos juegan un papel muy importante: Biópolis, Fisabio, IVIA, IVI…
- ¿Cómo deberían materializarse esas vinculaciones con las empresas?
- Hay que realizar convenios, diseñar medios de colaboración, estrechar lazos de unión, intentar que aquellas personas que están desarrollando su labor tengan un espacio y visibilidad. Muchas veces quedan en segundo término y hay que dar un paso adelante. En mi caso, me formé como biólogo, pero acabé en una escuela de ingenieros. Los pasos tienen que ser cortos, pero firmes y meditados.
- Además de atraer a las empresas, las relaciones con la administración son importantes para un Colegio de Biólogos, sobre todo de cara a la recuperación. ¿Cuáles son las expectativas?
- No es que entremos una directiva nueva y nos olvidemos de la vieja. Tenemos hasta un grupo de WhatsApp para comunicar con la directiva anterior. Nacho (Lacomba) está en el Ayuntamiento de Valencia, una pieza clave como propietario de La Albufera, y tenemos a María Sahuquillo, por lo que vamos a continuar triangulando todos los aspectos en el ámbito de la biología. Con la transición verde vamos a ser activos, tenemos gente en nuestro equipo que es más conservacionista y que se dedica a ello. Vamos a llevar una tendencia lo más técnica y profesional posible. Todos los temas los vamos a atender. Tengo una larga lista, nos tenemos que reunir y presentar ante bancos, empresas… Para mí va a ser agotador, porque ya lo voy resintiendo y apenas llevo una semana. Quedan algunos flecos de la anterior directiva, cuestiones solapadas de tipo sanitario, la vacunación de los sanitarios biólogos… Las vacunas son limitadas, y podemos hacer las presiones que se puedan, pero hay una lista en la que todos tenemos que entrar con un orden estricto. Los que estén en primera línea deberán ser los primeros, lo que queremos es que sea todo igualitario, porque los adelantamientos por la derecha no son nada éticos.
"TODO EN LA VIDA SE TRADUCE AL DINERO. LA CONSERVACIÓN CUESTA DINERO"
- Se critica que biólogos y biólogas no son los que más se han hecho oír en la pandemia, a diferencia de los médicos, y a pesar de ser los profesionales que mejor conocen la identidad del virus, sus variantes y mutaciones. ¿Comparte esta visión?
- No estoy del todo de acuerdo. Hay un nomenclátor en televisión en el que a veces una persona aparece como viróloga y es bióloga, o aparece como microbióloga y también es bióloga. No se coloca el alma máter de un inicio formativo. Es como si yo me pusiera como especialista en Producción Animal, pero así parece que sea agrónomo y no biólogo. Hago hincapié, sin ánimo de despolitizar la pandemia, que hubiera estado bien convocar un gabinete de seguimiento en el que estuvieran presentes, por ejemplo, los veterinarios. Aunque soy biólogo, también quiero resaltar el papel de los veterinarios, porque saben mucho de pandemias. En acuicultura también sufrimos muchos virus y bacterias, estamos muy en contacto con ellos. En una pandemia queda feo que no tenga relevancia el papel de los veterinarios o el de los biólogos, que quedan camuflados en la especialidad, no se identifican… Los médicos tienen un gran papel en la pandemia, pero es de aplicación y curación, también de investigación, aunque estos son los menos. Todos somos imprescindibles, todo lo científico y técnico.
- ¿Una explicación podría ser que los biólogos no sienten el corporativismo como los médicos o los veterinarios?
- Eso una evidencia. Ni hay corporativismo ni tampoco unas competencias muy claras en nuestro sector que otros sectores tienen, como el farmacéutico, el ingenieril, el médico, de enfermeros… Son sectores con competencias muy bien delimitadas. Nosotros siempre tenemos unos solapes que nos hacen convergentes con otras titulaciones. Al final se resaltan más las personas que la titulación.
- ¿Qué puede hacer el Colegio por superar ese complejo?
- El Colegio tiene que intentar que haya más colegiados. A veces se da la paradoja de personas que ejercen su labor en la universidad y no se han colegiado nunca. Hay un debate nacional sobre ejercer debe implicar estar colegiado sí o sí. Los médicos y los ingenieros lo tienen clarísimo. En nuestro caso, según me han informado en el traspaso de todos los datos, la gente no se colegia. Hay un pequeño debate, una fricción, pero no vamos a entrar en pleitos, sino solicitarlo, como ya hizo el Dr. Lacomba al enviar sucesivas cartas. Cada uno debe ser consciente de lo que ha hecho y de lo que tiene.
"CON LA ESCASEZ DE LA PANDEMIA, HABRÁ UNA TENDENCIA NATURAL A RECORTAR EN INVERSIONES AMBIENTALES, PORQUE DEBE PRIMAR EL BIENESTAR Y SALUBRIDAD DEL SER HUMANO"
- Alguien que siempre ha destacado por el perfil técnico es la ex consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, muy vinculada a la escuela donde usted trabaja. Recientemente hemos sabido que se suma a la administración Puig como alta funcionaria de Presidencia de la Generalitat Valenciana para abordar los fondos de recuperación desde el lado de la transición ecológica. ¿Cómo valora este nombramiento?
- Para mí, como miembro nato de esta universidad y de esta escuela, ella, que ha salido de aquí, es un cordón umbilical e hilo directo que nos viene muy bien de cara al Colegio, y lo utilizaremos. Gracias a mi hibridación llegaremos a ella con bastante fluidez, que es de lo que se trata. En todo proyecto de medio ambiente es muy difícil desojar la margarita para ver cuál tiene mayor o menor relevancia, todos son importantes. Pensemos en cualquier tema de conservación o de huella hídrica, huella de carbono, todos son interesantes. España tiene zonas protegidas muy ricas, es una de las líneas que debemos seguir potenciando. Y en una pandemia, con escasez de dinero, habrá una tendencia natural a recortar en este tipo de inversiones, porque debe primar el bienestar y salubridad del ser humano. Vamos a pasar tiempos bastante correosos desde el punto de vista económico.
- Al principio de la pandemia parecía que esa tendencia se iba a cambiar, con esos mensajes de poner la vida en el centro de todo.
- Ahí estamos. La apuesta del 2% en ciencia es más que vital, me iría más al 2,5%, a los países que tienen ese peso específico en investigación. Me duele mucho la huida de investigadores de España, es muy complejo traer a las personas aquí, aunque se hagan planes de recaptura de talento. Eso lo tendría que entender cualquier ser humano, porque la persona que sale hace su vida fuera, son traslados complicados, y cualquier gobierno debería evitar que el talento salga de España de forma permanente. De forma intermitente está muy bien, pero lo otro significa prescindir de futuro. Cuesta mucho formar a una persona en cualquier carrera de ciencias o de ingeniería, más del doble que una de letras, y en parte la está pagando la sociedad. Ese retorno es muy importante, por parte de esa persona que ha sido respaldada y subvencionada.
- ¿Ha tenido contacto con la consellera Mireia Mollà?
- Le hemos enviado un saludo, pero no tengo todavía el placer de conocerla personalmente. A Elena sí por sus vinculaciones con la escuela, por amigos y profesores comunes. No se le puede exigir mucho porque tampoco lleva tanto tiempo ejerciendo el poder. En todas estas cuestiones más o menos políticas, muchas veces hay que dejarlo un poco de lado y hacernos lo más técnicos posible.
"ELENA CEBRIÁN ES UN CORDÓN UMBILICAL E HILO DIRECTO QUE NOS VIENE MUY BIEN DE CARA AL COLEGIO"
- Hablemos de territorio. Su antecesor decía que en Medio Ambiente hay cosas más fáciles de estropear que de arreglar. ¿Cómo late el territorio valenciano para usted en estos momentos?
- Eso pasa hasta en el deporte, es más fácil hacer una falta a un delantero que hacer una jugada fantástica que acabe en gol. Destruir o desacreditar al contrario es más sencillo que generar o crear ideas. Lo que hace falta es interconectar todos los espacios verdes y naturales que tenemos, pero es complicado. Tenemos zonas muy importantes, pero con una presión importante por antropización como La Albufera o La Marjal dels Moros. El ejercicio de la conservación de esas zonas va a ser siempre complicado. He estado cuatro años muy cercano al Delta del Ebro. En las reuniones uno siempre le suscita una pregunta a nivel general: “Ustedes, ¿qué quieren que sea el Delta? ¿Un parque natural como zona turística, de cultivo de acuicultura, de caza y pesca, lúdica con actividades como el piragüismo…?”. Hay quien dice que lo quiere todo, y quien lo quiere todo, todo lo pierde. Hay que ir un poco bandeándose en lo que uno quiere para tomar la decisión de lo que tiene que ser ese estado protegido. Al final es un tema crematístico, todo en la vida se traduce al dinero. La conservación cuesta dinero.
- El frágil equilibrio entre conservación y economía se ve muy bien en nuestro territorio, en especial en la costa, como el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral de la Comunitat Valenciana (Pativel) o la ampliación del terminal norte del Puerto de València. ¿En qué posición debe estar el Colegio de Biólogos ante este tipo de debates?
- Es una pregunta dura. Estamos en un momento muy difícil. Quizá, si no hubiera pandemia, mi respuesta sería otra, pero hoy la apuesta portuaria es una apuesta comercial y económica muy importante para Valencia. No podemos dar la espalda al Puerto de Valencia. Hay que colaborar y mejorar con el puerto, insistir en todos los aspectos de planes de vigilancia, seguimiento, normativa… Pero se ha visto, y esto se tiene que entender, que los puertos y el turismo, tan sumamente criticado, la repercusión que tienen a nivel nacional. Hay que vigilar, pero hay que cooperar impulsando que todo vaya en el camino de la creatividad entre todos. Nadie va a negar una apuesta tan importante, aunque después todo el mundo lo quiera ejercer como quiera. Es economía pura y dura.
- Respecto a las elecciones en la UPV, ¿cualquier opción es ganadora?
- Creo que sí. Dos son vicerrectores, uno con más años que otro, el tercero viene del mundo privado. Los tres son apuesta ganadora, pero depende lo que haga uno después de ganar. Al final venimos a la entrevista que me ha hecho usted, en la que me ha insistido qué voy a hacer. Pues todo lo que podamos. En el espíritu está poder hacer cosas, pero todas las estructuras necesitan cambios, que no son necesariamente por una mala gestión, sino porque el mundo, como el virus, avanza. Hay que hacer esfuerzos.