VALÈNCIA. Hace unas semanas se anunciaba la constitución del Cercle Agroalimentari, una nueva asociación empresarial que aglutina a importantes empresas del sector agroalimentario de la Comunitat Valenciana con la finalidad de dar voz a una de las industrias más potentes del tejido económico valenciano. Y lo hace impulsada por importantes compañías como Apisol, Arrocerías Pons, Cítrico Global, Grupo Choví, Grupo Gil Comes, Grupo Martínez, Importaco, Jesús Navarro, Mercadona, Unusual Foods y Vicky Foods, además de la Asociación Valenciana de supermercados, Asucova.
"Queremos ser el altavoz y defender el interés de esas empresas que están dentro del Cercle", asegura Manuel Lainez, director general de la nueva asociación. Pero, además, el Cercle nace con vocación de visibilizar al sector y apoyarlo en un momento de cambios y de transición. "No nos hemos constituido para ir contra nadie, sino para colaborar", recalca Lainez, que asume el reto de engrasar la maquinaria de este nuevo 'lobby' empresarial tras más de 20 años en el sector y dirigir el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria.
-¿Por qué surge el Cercle Agroalimentari?
-El Cercle surge por parte de un grupo de empresas que después de la pandemia deciden que hay que intentar visibilizar más al conjunto del sector agroalimentario. Venimos de un momento en el que el sector era esencial para garantizar la alimentación de los ciudadanos, pero esto se empieza a perder y un conjunto de empresas que quieren poner en valor que en la Comunidad Valenciana el sector agroalimentario es muy potente, con casi el 10% de la ocupación y el 10% de la economía, y parece que no tengamos visibilidad suficiente.
A partir de ahí, ese grupo de empresas va creciendo hasta llegar a las 12 actuales, que finalmente deciden impulsar el Cercle. Por tanto, la base es visibilizar al sector, intentar mostrar a la sociedad lo que son individualmente cada una de las empresas, pero a la vez de forma colectiva, representando al conjunto de la cadena de valor agroalimentaria, no solo a la industria, sino a la producción y a la distribución. En ese proceso, lo que las empresas quieren es tener esa visibilidad ante la sociedad y ante los agentes sociales y, por supuesto, ante las administraciones.
-Habla de dar visibilidad al sector. ¿Hasta el momento no la había?
-Sí que ha tenido visibilidad el sector agroalimentario, pero quizás desde visiones de distintos eslabones de la cadena de valor. Las organizaciones agrarias están ahí diciendo lo importante que es la producción primaria; las agrupaciones y asociaciones que defienden a la industria y la distribución también, pero no con esa visión global. Queremos decir que somos ese 10% de la economía y que nos visualicen como tal. Queremos trasladar esta imagen de globalidad de la cadena de valor en conjunto.
-A la vista del gran número de asociaciones que ya existen en defensa del sector agroalimentario… ¿Cuál es su valor diferencial? ¿Qué objetivos se han marcado?
-En el Cercle hay empresas que hacen producción primaria, otras transformación y también hay de distribución. Nosotros no nos hemos constituido para ir contra nadie, todo lo contrario, para colaborar. De hecho, las empresas que están dentro del Cercle pertenecen a distintas organizaciones. Nosotros no venimos a prestar servicios a nuestros asociados. No pretendemos sustituir a nadie ni competir con nadie en el ámbito de la prestación de servicios o la formación, sino apoyar al sector. Queremos ser el altavoz y defender el interés de esas empresas que están dentro del Cercle y que por su carácter tractor y su tamaño son empresas muy punteras.
-En su carta de presentación hablan de "dotar al sector agroalimentario de una interlocución constante con las diferentes instituciones". ¿Falta un mayor diálogo?
-Las administraciones escuchan a los sectores productivos y, a la hora de confeccionar sus normas, normalmente siempre las tienen en cuenta. En los últimos años se ha multiplicado casi por cinco el ritmo de nuevas normativas que afectan al conjunto del sector agroalimentario. Y estamos, además, ante un cambio radical. Lo que pasa es que estamos en un momento de cambio, iniciado por la Comisión Europea con el Green Deal y la Estrategia 'De la granja a la mesa' y todo eso va a suponer cambios en cómo vemos la alimentación y las obligaciones que van a repercutir para las empresas. Hay muchas que ya lo han iniciado y llevan bastante tiempo tratando de adaptarse a la demanda de los consumidores y de la distribución. Pero a veces eso no se visualiza bien desde las administraciones o incluso, en algunos casos, hasta en determinados elementos de la cadena de valor o los consumidores. No se conoce el esfuerzo que están haciendo las empresas y lo que ya está hecho para intentar que cuando haya que adoptar normativas se tenga ese trabajo en consideración y el esfuerzo que se requiere para hacer un cambio y adaptarse.
Si queremos ir muy deprisa en determinados ámbitos, a lo mejor lo que estamos haciendo es perder competitividad. O bien, tener dificultades para seguir el ritmo de las inversiones que te exigen y que incluso te pueden sacar del mercado. Tenemos que seguir compitiendo y, para ello, toda la regulación que tiene que venir, hagámosla acompasada. Por eso, ese diálogo para que nos conozcan, que sepan lo que estamos haciendo, lo que cuesta hacer las cosas y para poder mostrar ese punto de vista de las empresas en todo el proceso.
"Nuestro punto de partida es la Comunidad Valenciana, pero nos gustaría tener opinión en las organizaciones que defienden posiciones en Bruselas"
¿El Cercle aspira a ser un lobby de la industria agroalimentaria en favor de los productos valencianos en Bruselas?
-Evidentemente, cuando unas empresas se agrupan y empiezan a trabajar entre ellas con el objetivo de mostrarse hacia el exterior, quieren trasladar sus intereses a las administraciones, a la sociedad y a las organizaciones que trabajan en la cadena de valor. Si a eso le queremos llamar lobby, efectivamente detrás de la agrupación está ese objetivo de lobby agroalimentario valenciano.
Nuestro punto de partida es la Comunidad Valenciana y nos vamos a quedar aquí, pero evidentemente, una vez que consolidemos nuestro trabajo y posición sí que nos gustaría tener opinión en las organizaciones que a nivel sectorial defienden posiciones en Bruselas o incluso a través de alguna otra relación directa con la UE. Uno de nuestros socios ahora mismo está muy bien posicionado en la Federación Sectorial en Bruselas y, evidentemente, ese contacto nos va a facilitar poder acceder allí, pero nuestro objetivo inicial es la Comunidad Valenciana.
-Por ahora, la organización cuenta con 12 miembros.¿Piensan sumar a más empresas o cooperativas valencianas?
-Sí. Lo dicen los estatutos y siempre que lo apruebe la Junta General, pero nuestra estrategia es crecer e incluir a empresa alineadas con esa visión global de cadena de valor y que tengan interiorizada la sostenibilidad económica, social y ambiental y la innovación.
-¿Cómo se consigue una cadena alimentaria más sostenible?
-Desde el punto de vista económico, cada uno de los eslabones debe tener garantizada la posibilidad de negociar y de acordar unos precios razonables y, por otro lado, un aprovisionamiento que garantice sus intereses. Nuestras empresas también han firmado un código de buenas prácticas comerciales, en el que se comprometen a respetar en su proceso de negociación costes de producción, garantizar que lo que se firma se cumple... Y en el ámbito social, las empresas lo que más valoran es la capacidad de sustento de sus trabajadores para hacer lo que están haciendo, respetando toda la legislación laboral.
Y en el ámbito de la sostenibilidad ambiental, hay que cumplir las normativas, pero también tratar de aplicar estrategias globales de cadena. Si queremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y bajar la huella de carbono de los productos finales, necesariamente tienen que colaborar todos los eslabones y habrá que ser más eficiente en el uso de determinados recursos. Por ejemplo, de fertilizantes en la producción agrícola. Habrá que mejorar el uso de la energía en las plantas y hacer una logística mucho más ajustada para evitar consumos energéticos que elevan la huella. Esa visión global se puede abordar de forma mucho más sencilla si trabajas en coordinación con todos los eslabones de la cadena.
-La ley de Cadena Alimentaria que se tramita en el Congreso obliga a cada operador a pagar un precio igual o superior al coste de producción. ¿Es una solución para conseguir precios justos?
-En teoría una ley que garantiza que todos los eslabones de la cadena reciben un precio adecuado y justo. Pero una vez pongamos un precio alguien estará con unos costes superiores a ese precio y volveremos a tener problemas. Pensamos que puede ayudar, pero hay que ser muy cuidadosos en cómo se trabaja. Es preferible dejar la opción de la negociación y llegar a acuerdos en función de los costes y el valor añadido de cada uno en el marco de un código de buenas prácticas. Fijar precios en cada eslabón también tiene sus dificultades.
-El campo se queja de las restricciones de Europa al uso de fertilizantes y la imposibilidad de luchar contra las plagas. ¿Cómo se consigue un equilibrio entre sostenibilidad y rentabilidad?
-La Unión Europea quiere reducir al 50% el uso de fitosanitarios de aquí a 2030 y ya se está empezando a trabajar en una etiqueta de sostenibilidad ambiental de los alimentos. Y, de hecho, lo están haciendo porque hay una innovación importante ahora en métodos de lucha biológica, métodos de hormonas para combatir plagas... Hay herramientas que, junto con la digitalización, van a permitir poco a poco reducir el uso de fitosanitarios. Y si a la vez al consumidor le empiezas a etiquetar productos de acuerdo con una norma global para toda la Unión Europea en la que le vas informando puede empezar a elegir los productos que tienen determinadas formas de producción.
Pero si empiezas a poner dificultades y prohibir, al final lo que haces es incrementar mucho los costes, porque de repente hay un 'boom' de demanda en la producción primaria y muchos tienen dificultades para conseguir productos sin químicos, porque has dado un cambio brusco a la normativa y muchos productores se quedan fuera. La apuesta del Cercle es la autorregulación. ¿Cuál es el objetivo al que queremos llegar? ¿Queremos conseguir que los productos tengan una huella de carbono un 50% menor de lo que tenemos hoy? Vamos a ir poniendo condiciones en el mercado y vamos trabajando, pero vamos a tener tiempo para hacerlo.
-El sector también critica la competencia desleal de países terceros como Marruecos o Sudáfrica porque tienen menos exigencias fitosanitarias para entrar en Europa. ¿Cómo mantener la competitividad cuando otros producen más barato y con requisitos más laxos?
-Esa es la mayor dificultad, porque en Europa queremos ser pioneros. Pero si solo aplicamos esa presión en la producción interna, lo que estás consiguiendo es externalizar todos los impactos que tú pretendes eliminar. Si tú presionas mucho las condiciones de producción de los cítricos de aquí y mantienes abierto el mercado a los de terceros países, lo que consigues es que allí, que los producen más baratos, te los acaban metiendo aquí. Si en Europa queremos ser más más respetuosos con el medioambiente, no solo se lo pidamos a los de casa, sino a los de fuera también. Eso a veces parece que es muy difícil de conseguir y, sin embargo, sí que hay áreas geográficas que lo han hecho.
-¿Desde la asociación se va a promover el producto local y de proximidad?
-Nosotros pretendemos mantener la rentabilidad de nuestra cadena de valor y queremos que se mantenga dentro de la Comunidad Valenciana. Nuestras empresas son empresas que trabajan en todo el país y, por tanto, nos abastecemos de productos de España e incluso también del exterior, y estamos presentes en prácticamente todo el mercado español. Por tanto, entendemos como productos de proximidad el producto español. Pero dentro de la esencia de trabajo del Cercle, lo que pretendemos es mantener una actividad competitiva dentro de la Comunidad Valenciana. Por tanto, todo lo que sea las producciones propias de la Comunidad Valenciana las vamos a defender porque, ahí tenemos nuestros proveedores más importantes.
"La innovación en muchos casos trata de responder a esa demanda y las empresas están muy atentas"
-La innovación es otro de sus pilares. Se habla de una alimentación más avanzada y personalizada. ¿Qué está haciendo la industria para adaptarse a esta nueva realidad?
-En nuestras empresas tenemos ejemplos de todo. Hay alguna que está tratando de responder a esa alimentación más personalizada incorporando algún tipo de valor añadido a los alimentos, enriqueciendo con determinadas vitaminas o con determinados compuestos funcionales que el consumidor va a estar dispuesto a comprar y a pagar. La innovación en muchos casos trata de responder a esa demanda. En el fondo, al final quien manda es el consumidor. Y yo creo que nuestras empresas están muy atentas a lo que está demandando. Y eso hace que innoven en esa línea de sostenibilidad, de nutrición y salud y de mejores mejores condiciones en todo el proceso productivo.
-¿La pandemia ha acelerado la innovación en las empresas?
-La pandemia en la primera fase significó valorar el esfuerzo de la industria porque se tenía la garantía de que se iba a disponer de un alimento y no iba a haber escasez. Pero después se está viendo un problema económico. No significa que tengamos una crisis económica, pero hay un porcentaje de la sociedad que que no lo está pasando bien porque todavía no se ha repuesto de las consecuencias de la pandemia. Y estas personas lo que siguen necesitando es un producto a unos precios razonables y con una calidad razonable. Por tanto, las empresas tienen que ser conscientes de que hay que responder al señor que tiene una demanda de algo diferente y al que tiene unas necesidades básicas que cubrir a un precio que al final le permita seguir sobreviviendo.
-¿Cómo está viviendo el sector el aumento de costes de la energía y el gas? ¿Acabará repercutiendo en el precio?
-Hay un incremento del coste de las materias primas y del coste de la energía. También hay dificultades en algunos sectores de aprovisionamiento de productos por problemas en el comercio mundial y por distintas cuestiones. Y todo esto, al final, presiona sobre los costes. El sector agroalimentario está muy acostumbrado a que la cadena de valor soporte altibajos y siempre hay alguno que se queja más que otro, pero el conjunto de la cadena consigue poner a disposición del consumidor un producto a un precio siempre bastante razonable. Si la situación se mantiene, al final acabará repercutiendo en la cesta de la compra, sin ninguna duda. Pero hasta ahora yo creo que más o menos la cadena ha sido capaz de absorber el impacto y la presión de esos costes.
-¿Hay preocupación también dentro de las empresas? ¿Esto puede abocar a un desabastecimiento en productos concretos?
-En algún caso sí que hay preocupación por parte de empresas que importan algunos productos y en algún momento ha tenido dificultades para que la materia prima llegase a la planta. Todo eso genera un poco de estrés. Pero sí que hay preocupación por que le ocurra a la industria alimentaria lo que le está pasando a otros sectores, que tienen limitada la actividad por no disponer de todos los componentes, en este caso de ingredientes.
-El Cercle también representa a la distribución. ¿Cómo les afecta la irrupción de plataformas como Amazon, que ya venden productos frescos?
-Es un competidor más y desde las empresas del Cercle se están abriendo líneas de negocio para poder competir con ellos. Este tipo de plataformas de compra han llegado, se van a quedar y probablemente van a crecer, con lo cual, el conjunto de la cadena de valor debe adaptarse a ese nuevo mercado.
-¿Cuál son los planes de Cercle para los próximos meses?
-Vamos a consolidar nuestra posición, darnos a conocer con las organizaciones, administraciones y sociedad y posicionarnos en la CEV. Tenemos en breve una reunión con el presidente (Salvador Navarro), porque queremos decir quiénes somos. La siguiente fase contempla reuniones con las administraciones, que ya tenemos cita con las consellerias. Una vez que tengamos esto iremos poco a poco creciendo e incorporando a nuevos socios que se quieran adherir. Tendremos que mostrar a la sociedad lo que hacemos con eventos abiertos y lo que nos gustaría es poco a poco tener presencia en las tres provincias de la Comunitat Valenciana. Nos gustaría estar en toda la cadena de valor y tener todo el abanico de productos.