"Se ha perdido la mitad de la cosecha de caqui prevista, será un mal año para todos"

VALÈNCIA. El caqui de la comarca de la Ribera es uno de los productos gastronómicos más destacados de la Comunitat Valenciana y del panorama nacional. Su variedad Rojo brillante, dura y no astringente, cuenta con el sello de Denominación de Origen Protegida (DOP), un reconocimiento que verifica su calidad y promueve su amparo para favorecer la expansión.

Sin embargo, hace más de una década, la fruta adquirió un ritmo de producción frenético que ahora, con el paso del tiempo, comienza a tambalearse. En esta entrevista, Rafael Perucho, gerente del Consejo Rector de la DOP Kaki Ribera del Xúquer, reflexiona sobre los primeros resultados de la campaña, así como su situación en el panorama agrícola actual.

- ¿Cómo está funcionando la campaña del caqui este año?

La verdad es que empezamos ya con una primavera bastante complicada, hubo muchas dificultades en cuanto a temperaturas y luego también tuvimos muchísimos problemas con las lluvias. En caqui, se ha perdido por lo menos la mitad de la cosecha que teníamos prevista, lo cual ha hecho que ya empecemos la campaña con bastante falta de fruta.

Esto siempre es complicado porque, de cara a los clientes, no resulta fácil decidir a quién se le puede suministrar y a quién no, al final siempre quedas mal con alguien. La pérdida de tanta fruta en campo afecta también a la rentabilidad del cultivo. Hay muchos productores que van a recolectar poca cosecha; eso se verá a final de año, pero, con toda probabilidad, será un mal año para todos.

- ¿Cómo repercute la falta de rentabilidad en el coste de producción y en el precio que paga el cliente?

Por un lado, el tema de la falta de producción afecta a lo que es el agricultor. Si tú esperas recolectar 2.000 o 3.000 kilos y al final eso se te queda en una tercera parte o en la mitad… Generalmente, el agricultor invierte lo mismo tenga mucha o poca fruta porque se suelen aplicar los mismos tratamientos. Por eso, aunque los precios son mejores cuando falta tanto producto, nunca llegan a compensar todo lo que no se llega a producir.

Además, esa situación se traslada a los comercializadores. En cooperativas, sobre todo, implica una reducción del personal, se recorta todo. Aquí en la zona de la Ribera, donde el cultivo de caqui durante estos meses es importante y da mucho trabajo, de tener 100 y pico millones de quilos, que era lo normal, se pasa a tener 50 millones y eso afecta a todo el mundo, desde el salario al trabajo en campo.

- ¿Estas cifras se han repetido en años anteriores o se ha producido ahora un descenso significativo?

El descenso tan fuerte de este año es un tema productivo, exclusivamente. Sí, es cierto que, en los últimos años, el cultivo del caqui ya empezaba a tener muchos problemas a nivel de rentabilidad porque en apenas 15 años creció a lo bestia. El cultivo aumentó tan rápido que fue mucho más deprisa todo lo que fue la producción que realmente la comercialización en los mercados.

Así que no, lo de este año es puntual. Lo que sí que es más estructural es lo de la rentabilidad, que era ya bastante ajustada. Hace 15 años se pagaban precios impensables, iba todo demasiado deprisa y, al final, eso lleva a que en un momento u otro comercialmente se tenía que frenar.

- ¿Cuál fue el origen de la creación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida del caqui?

En las denominaciones de origen, la gente suele conocer más todas las vínicas, como Ribera del Duero o Rioja. Son figuras que la Unión Europea en su día impulsó. El objetivo era que, en aquellas zonas rurales donde la agricultura es un medio importante de vida, de alguna manera intentara apoyar a aquellos productos que tuviesen unas características diferenciales con el objetivo de darles un valor añadido, para ayudar a que los productores puedan llevar a cabo la actividad.

En el caso del caqui, se concedió porque el rojo brillante es la variedad local que nació aquí en la Ribera. Es un caqui que está muy bien adaptado a esta zona y de muchísima calidad. Los productores de la zona, con el apoyo de la Conselleria, a finales de los 90 gestionaron todo para intentar obtener ese reconocimiento que al final en el 2001 le dio la Unión Europea. A partir de ahí, el Consejo lo que ha intentado es dar a conocer la fruta porque era desconocida. El objetivo es ponerla en valor y que sea rentable para el agricultor.

- ¿Es complicado impulsar las exportaciones europeas con el panorama social actual y tras el veto ruso de 2014?

No es complicado, hay que tener en cuenta que todas las empresas cooperativas de esta zona tienen una tradición citrícola muy, muy larga. Es decir, ya hace 40, 50 años que todas las empresas son exportadoras. Entonces, la distribución europea e incluso de otros países siempre ha sido muy fluida. La industria agroalimentaria tiene esa capacidad y no le resulta difícil.

Por ejemplo, en el tema de del veto ruso, sí que fue una situación comprometida porque Rusia, por ejemplo, en el caso del caqui, era un mercado que consumía muchísima segunda calidad. El mercado ruso pagaba menos, pero era un gran consumidor del producto de menos calidad. Cuando se cerró ese mercado, fue un problema para nosotros porque se pasó de exportar a lo mejor más de la mitad de lo que era la segunda calidad a Rusia a tener que encontrar otros mercados y no fue fácil.

- ¿De qué manera piensa que se podría mejorar la situación actualmente para recuperar rentabilidad?

Esa es la pregunta que todos nos hacemos. Yo he conocido en el sector desde hace ya muchos años mesas redondas, libros… Es muy difícil encontrar una solución. Sinceramente, creo que nadie la tiene; llevamos ya muchos años de debates y pensando cómo solucionar las cosas. Al final, como sector y Denominación de Origen seguimos con el mismo objetivo de siempre e intentando hacer las cosas lo mejor posible. Pretendemos que nuestros agricultores puedan tener unos resultados dignos y puedan vivir de su trabajo, es nuestro principal mensaje.