VALÈNCIA. Los artistas falleros se aferran a la esperanza de que la 'plantà' tenga lugar en septiembre. Las fallas de 2020 permanecen todavía intactas en los almacenes y quemarlas supondría un paso más hacia la normalidad que los miembros del gremio ansían alcanzar en marzo, cuando saldrán a la luz los ninots que llevan meses preparando.
Por ello, la actividad no cesa en los talleres que han sobrevivido a la pandemia, pero avanzan bajo mínimos. De este modo, para facilitar su labor durante el período de letargo en la Ciudad Fallera, el Ayuntamiento y las comisiones acordaron la contratación de las fallas para el año que viene con un 75% del presupuesto de 2021 y con un 75% del presupuesto de 2022.
"Esta vez tenemos más presión social porque nos pagan falla y media, pero los gastos fijos son de dos años", advierte el artista valenciano Manuel Algarra, que expresa su preocupación por la subsistencia del sector, que ajusta cuentas y hace malabares para poder realizar el mismo trabajo con menos recursos tras la caída en el nivel de ingresos. "Difícilmente se van a ver fallas mejores que las que vamos a plantar ahora en septiembre", determina.
Talleres como el del artesano Pere Baenas, situado en Gandía, han dejado de ingresar este año hasta un 70% con respecto al ejercicio anterior. "No haber celebrado las Fallas en 2021 a nivel económico ha sido un desastre, supone un desajuste tremendo en la plantilla", lamenta. Con todo, ha tratado de mantener a sus tres trabajadores fijos, que han estado unos meses en ERTE, y ha contratado otros tres autónomos con un horario más reducido.
En el caso del establecimiento de José Gallego, en la misma localidad, ha ganado menos de la mitad de lo que obtendría en un año normal y también ha recurrido a ERTE durante unos meses con el único trabajador fijo que tiene. "En mi caso, una de las fallas no plantará en septiembre, pero tengo compañeros que, si antes hacían cinco o seis, ahora solo cuentan con una, por lo que es una situación bastante delicada", explica.
Aun así, hay compañías que han logrado surfear la ola de la crisis. La de Pedro Santaeulalia, establecida en Benetússer, cerró los contratos con las fallas principales en febrero de 2020, antes de la declaración del Estado de Alarma, por lo que sus ganancias apenas han disminuido un 25%. Del mismo modo, cuenta con una reserva de materias primas que adquirió antes de la subida de precios de los derivados del petróleo en los últimos meses, como el corcho blanco o la pintura.
Con todo, considera que estas previsiones "no son suficientes" para hacer frente al aumento de los dispendios, pues a ello se suman otros como la factura de la luz, que se disparó en junio, o el precio de los alquileres de las naves, que oscila entre los 800 y los 1.000 euros, aunque cuentan con ayudas de las comisiones para el almacenaje de las piezas, pero en casos como el de Algarra han arrendado nuevos pabellones por la falta de espacio para preservar material.
Así, el presidente del gremio de artistas falleros de Valencia, Paco Pellicer, considera que el ajuste de presupuestos no conllevará una merma en la calidad de las fallas de 2022, pero sí afectará a la cantidad. "Las fallas se han hecho siempre por gusto, pero si ello supone perder dinero y las comisiones se dan cuenta de que el artista se ve afectado, se harán trabajos más acordes con los recursos de los que disponen".
Todo ello sin olvidar el goteo constante de bajas y despidos en el censo de artistas falleros, ya que a raíz de la crisis de 2008 los talleres han reducido de forma progresiva sus plantillas, cuyo sueldo medio por trabajador apenas roza los 2.000 euros. "Llegará un momento en el que a las comisiones falleras les costará encontrar profesionales que puedan realizar las tareas de la comunidad", asegura Gallego.
En este sentido, alerta sobre la 'fuga de cerebros' que afronta el sector, que se ha visto agravada por el virus: "Ha sido el punto de inflexión para que aquellos que no tienen verdadera pasión abandonen", añade. Los miembros del gremio consultados por este diario coinciden con que cada vez son más los que deciden probar suerte con otras actividades como la decoración de carrozas, parques temáticos, teatros e incluso con la pintura de casas y edificios.
Es por ello que las Fallas de 2022 presentarán un doble reto: por un lado, la reanudación del ejercicio permitirá comprobar si los artistas que han abandonado el sector durante la pandemia retornarán a la actividad y, por otra parte, la contratación de personal extra que tiene lugar todos los años en las semanas previas a la celebración, se verá dificultada por la falta de capital de los talleres.
Con todo, es un privilegio plantar las fallas en septiembre, tal y como lo han decidido la mayoría de las comisiones de la capital. Pero los artistas que mantienen el grueso de su actividad en los municipios no corren la misma suerte, dado que más de veinte han confirmado que se esperan hasta 2022 para celebrar las fiestas, cuando se desprenderán de los ninots de 2020, lo que deja a los talleres en el limbo durante dos años.
Según explica el presidente del gremio a Valencia Plaza, en estos momentos los profesionales de algunas localidades negocian los contratos con las comisiones para asegurar la contratación de cara a marzo de 2023, para no detener en seco su labor. "El ritmo lo marcan las comisiones", recalca Pellicer, que no pierde de vista que se trata de una tarea que queda a expensas de la capacidad adquisitiva de las asociaciones, también afectadas por la pandemia.
Algunos talleres se han podido acoger a ayudas como las del plan 'Resistir' a través del Ayuntamiento, pues en la última convocatoria de este año las empresas optaban a inyecciones de 2.000 euros y 200 euros por trabajador, hasta un máximo de diez empleados. Sin embargo, Baenas explica que, respecto a los pueblos, "ha habido poca implicación", ya que según indica, "las diputaciones han ayudado al gremio con algunos trabajos, pero no a las fallas en cuestión particular de cada población".
Así pues, la 'plantà' a finales de verano es una necesidad para los profesionales de las fallas; ya no solo en el aspecto económico, sino a nivel anímico. "Para nosotros los años terminan en marzo y estamos descentrados desde el año pasado", dice Juanjo García. El reconocido artista de Valencia alerta sobre la obsolescencia de algunos de algunos ninots, aunque, con suerte, si la Comunitat se recupera de los últimos rebrotes, lucirán por última vez en septiembre en las calles de la Ciutat Fallera.
Reyes Pe representa a una generación ocupada en emplear el arte de las fallas como una expresión que no quiere ser solo periférica