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El hombre que persigue a la luna

Foto: KIKE TABERNER
30/05/2021 - 

VALÈNCIA. El chotacabras empieza a cantar en cuanto oscurece en el monte. Esta ave nocturna emite un sonido metálico, repetitivo, que recuerda al que hacen los coches cuando abren o cierran las puertas con el mando a distancia. Eso sucede a espaldas de Toni Sendra en el Alt de Carraposa, en el término de Rotglà i Corberà, un pequeño cerro que esta noche se convierte en una especie de palco a menos de siete kilómetros del castillo de Xàtiva, justo enfrente. Acaban de encender las luces de esta imponente fortaleza levantada en medio de la Vía Augusta y Toni ya hace rato que ha plantado el trípode y ha enfocado la cámara apuntando al flanco izquierdo de la muralla, donde espera que, poco después, a las 21.47 horas, la luna llena se siente encima del castillo.

Sendra se ha convertido en algo así como una celebridad en esto de fotografiar la Luna y el Sol. La 'fama' llegó el día que la NASA eligió la fotografía que hizo de un barco recortado en el centro de un sol distorsionado en la base de tal manera que componía la misma forma que la letra omega. Esa misma imagen surge cada vez que el fotógrafo coge el móvil para consultar PhotoPills, una aplicación inventada por unos menorquines que en unos años se ha convertido en la guía de todos los que hacen este tipo de fotografía. La 'app' te indica el punto exacto y el momento justo para hacer la foto perfecta. Y Sendra hoy quiere llevarse una con la súper luna sobre el castillo de Xàtiva y la ciudad a sus pies.Sendra no vive de esto. Él es funcionario del ayuntamiento de su pueblo, Sueca, donde trabaja en el departamento de Servicios Municipales. "De camionero, vamos", simplifica este hombre de 48 años con sorna y un humor que no le abandonará en toda la noche, ni siquiera cuando las nubes y la bruma medio arruinen esa foto de postal que perseguía desde hace meses.

Primero ha rastreado el mapa de PhotoPills hasta dar con el punto exacto en medio de un camino de hormigón. Luego ha ajustado, moviéndose a derecha e izquierda, hasta encontrar el encuadre ideal. Sobre el trípode ha enganchado una Canon 5D Mark IV que apunta con un objetivo 100-400mm que permite cerrar el encuadre hasta la zona amurallada que ha elegido.

La fotografía es la segunda gran afición de este vecino de Sueca. La primera fue la numismática, a la que dedicó años de estudio y pasión. Hasta que se hartó y la luna se convirtió en su musa. "Ya estaba un poco saturado con conferencias y artículos. Lo último que hice fue una exposición en el Palau de la Generalitat por el 600 aniversario de la Generalitat".

El castillo de Cullera, su primer éxito

Para fotografiar sellos y documentos allá por donde iba, hace años, en 2005, se compró una cámara réflex. Siete años después conoció en Sueca a la gente de 'Amics de la Càmera', fotógrafos aficionados que hacían sobre todo paisajes aprovechando que están en la Albufera. A Sendra no le fascinó esa vertiente artística. Le llamó más una foto que vio de la luna, pero pensó que eso era una filigrana reservada a los muy expertos.

Aún así, empezó a investigar y vio que tampoco era algo imposible. Fue entonces cuando descubrió Photopills, pero entonces él tenía un teléfono incompatible con esta aplicación y lo abandonó. Hasta que, a finales de 2016, un amigo le llamó por teléfono y le preguntó si no le acompañaría esa noche a fotografiar la luna saliendo por detrás de la Muntanyeta dels Sants. "Nos lo pasamos de miedo, pero la foto fue un desastre. Lo bueno fue que al día siguiente, como ya tenía un iPhone, me bajé la 'app' y ya no paré hasta que me salió una buena luna".

Tardó casi un año, en diciembre de 2017, en lograr una fotografía perfecta: una súper luna sobre el castillo de Cullera y el camino zigzagueante para llegar hasta allí. Una composición que los aficionados han copiado hasta hartarse. Luego, viendo que José Ángel Izquierdo, el autor de una famosa fotografía de la luna sobre las cuatro torres de Madrid, era el gran referente en este campo, decidió probar con las siluetas, abrir un camino nuevo.Una de las más sonadas fue la que hizo con una amazona subida sobre un caballo -'Dior'- que levanta las patas de delante, recortándose ambos dentro de una luna blanca y enorme. "Esa me costó dos años. Primero tuve que encontrar el caballo y que quisieran prestarlo para hacerle fotos en mitad de la noche. Y además tuve que hallar una elevación limpia, algo muy difícil en Valencia, donde hay árboles y arbustos por todas partes. No cuadró todo hasta marzo de 2020. Nos fuimos al Saler un 9 de marzo, el lunes de la semana que nos confinaron. Hicimos una prueba por la tarde y el caballo era dócil como un perrito, pero llegó la noche y no sé qué pasó que no se quiso levantar. Hubo que dejarlo. Entonces llegó la pandemia y, entre unas cosas y otras, hasta marzo de este año no pude hacerla". Algunas de estas ideas son difíciles de ejecutar. "La del barco mucha gente piensa que es por casualidad o que llamas a un amigo, sale con el barquito y ya está. Pero el barco es un velero de competición de 15 metros de eslora que necesita seis tíos de tripulación y que les tienes que pedir que zarpen a las seis de la mañana", razona Sendra sobre la foto que hizo desde la playa de San Antonio, en Cullera.

Una de las más complejas, y que recibió el aplauso del alcalde Joan Ribó, fue la de la luna junto al Miguelete. Gracias a la aplicación, Toni averiguó que el lugar perfecto era desde la azotea de un edificio que, por suerte, era un hotel al lado de la estación de autobuses. Al estar la torre en el centro de València no es difícil encontrar un tiro despejado, pero desde allí era factible. El problema vino que cerraron el hotel durante la pandemia. Cuando lo abrieron, Toni y un amigo lo planearon todo para hacer la foto soñada. Urdieron incluso, la posibilidad de coger una habitación para, desde allí, de manera furtiva, colarse en la terraza, que estaba cerrada. Pero la suerte les sonrió y el hotel abrió el bar del mirador ese mismo día. Era domingo y cuando vieron que podían poner el trípode y enfocar, se pidieron un par de gin tonics y disfrutaron del espectáculo que supuso ver salir la luna por detrás del Miguelete.

Ha llegado el momento

El aire sacude los pinos y el olor a romero perfuma el ocaso. Toni, un tiarrón de 1,90 que calza unas zapatillas de trail por si hay que ponerse a correr por el monte en busca de un segundo punto desde donde retratar el satélite, empieza a mirar el reloj con más frecuencia porque se acerca el momento. Hay 80 metros de altura de diferencia desde donde está hasta el castillo, que se encuentra a 6.400 metros. Su luna es la misma luna que esa noche va a posarse sobre el Arena Gdansk, donde el Villarreal se proclamará campeón. La misma luna que mira la gente que se ha quedado sin casa durante esta pandemia. La luna de los enamorados y de los náufragos. La Luna que esta noche templada se llama de las Flores.

La oscuridad se va extendiendo, rota por puntitos de luz que emergen por todas partes. El ruido de los coches que circulan por la carretera que discurre un poco más abajo se va atenuando a medida que anochece y crece la tensión de Toni, que ve que se acerca el momento, una ventana de tres minutos de margen para hacer su foto. Son las 21.40 y acaba de resolver un problema con el enfoque. Todo está listo. Coge el disparador por la mano y mira alternativamente por la pantalla trasera de la cámara y directamente hacia el castillo.Un minuto después se empieza a mosquear. "Ya tendría que verse un resplandor. Esto no pinta bien", explica mientras manda un audio a unos compañeros que están en Sueca esperando a la misma invitada en la Muntanyeta del Sants, por donde saldrá cinco minutos antes.

A las 21.42 ya intuye que no va a tener la foto inmaculada. "Me cague en la mare que m'ha parit", exclama de repente. Luego mira el móvil otra vez y confirma que en Sueca se está viendo muy clarita. A las 21.47, en vista de que no asoma su musa, amplía la imagen de la pantalla por si el zoom detecta algo que escapa al ojo humano. "Ya debería verse media luna asomando por detrás del castillo. Y no se ve ni el resplandor...".

Un minuto más tarde, prácticamente rendido, maldice este lugar. "Ya me jodió el verano pasado y ahora otra vez". Suenan los grillos y ha parado de soplar el viento. La noche es perfecta, salvo por las nubes que le birlan a su amante. "La luna ya debería estar por ahí. ¡Me cague en tot!". A las 21.50 abre bien los ojos y cuenta que ya se ve un resplandor por la derecha. Tiene el ojo educado y ve lo que nadie más ve. En tres minutos ya se distingue, aunque jaspeada por las nubes. Corrige ligeramente el encuadre y aprieta el disparador. Se ha olvidado de la chaqueta, tirada tras él, abandonada sobre la tierra y la pinocha.

Son las 21.58 y empieza a consolarse. "Bueno, algo es algo". La súper luna parece despedirse antes de ser tragada por un gran nubarrón que tiene por encima. Ya son las las 21.59 y Toni, que pensaba que se iba de vacío, está hasta contento. "A esto luego -dice, señalando la pantalla con un giro de la cabeza- aún se le puede sacar más jugo". Aunque él apenas maquilla sus fotografías. Una edición muy simple, quizá para sacar de la oscuridad a Xàtiva, y poco más.Toni recoge sus trastos y vuelve hacia el coche. Croan unos sapos alrededor de una caseta que hay junto a los campos de naranjos mientras cuenta que ya tiene pensadas sus siguientes fotos. No quiere decir las primeras porque mucha gente le sigue y le copia. Solo concede que va a ir a Sevilla a hacer la luna con la Giralda. Y que en cuanto se pueda viajar con cierta seguridad, volverá a Marruecos, el viaje que tenía previsto para mayo del año pasado con la idea de saldar una deuda, la de fotografiar la luna desde el desierto, con camellos y bereberes para hacer una de sus célebres siluetas. Y también quiere hacerla sobre el Vesubio, en Pompeya, o sobre la cúpula del Vaticano. Tiene mil ideas pero solo una luna llena -además de la víspera y el día de después- para retratar todo lo que tiene en la cabeza. Porque Toni, un tipo cabal y muy simpático, le verdad es que tiene la cabeza en la Luna.

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