VALÈNCIA (EFE). Con medio siglo de vida, los institutos tecnológicos de la Comunitat Valenciana han pasado de ser un instrumento de apoyo técnico a las empresas a una "retícula", un espacio de encuentro donde los agentes implicados en la innovación pueden "cooperar y escalar" y en el que el eje central es la colaboración público-privada.
Así lo asegura el presidente de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit), Fernando Saludes, en una entrevista con EFE previa a la presentación del libro 'Una historia de innovación colectiva', que aborda la creación y la historia de los centros tecnológicos valencianos en los últimos 50 años.
Es una obra "muy coral", en la que se ha contado con testimonios de "todos los actores que intervinieron en sus inicios" -empresarios, directores de los centros tecnológicos y responsables de la administración, entre otros- y refleja "una historia de éxito colectivo en colaboración público-privada".
El sistema de centros tecnológicos de la Comunitat, recuerda Saludes, nació con un ADN totalmente valenciano, tanto que los primeros dos institutos fueron los de sectores tan presentes en la economía autonómica como el calzado y la cerámica, hoy Inescop e ITC.
Este modelo es el que siguieron también el resto de los once centros de Redit; los once institutos tecnológicos de la red terminaron llegando a sectores como el agroalimentario, calzado, textil, juguete, cerámica, energía, TICs, logística de envase y embalaje, madera y metal, plástico y biomecánico.
"Poco a poco, el trabajo de apoyo técnico a los sectores se va convirtiendo en un trabajo más de valor añadido, de disrupción, y después de apoyo a las tecnologías", relata el presidente de la red, para quien esta infraestructura "ha pasado de una red sectorial a una red matricial, reticular", donde los puntos están conectados entre sí.
Para Saludes, los inicios de Redit fueron lógicos en un territorio donde "había una genética, una capacidad empresarial, emprendedora e innovadora", con empresarios "tratando de salirse de los espacios más acotados del negocio tradicional".
Junto a este tejido empresarial, "en la administración se dio un equipo que vio la necesidad de innovar, de primar la visión estratégica", celebra.
La anterior crisis económica, la de 2008, sin embargo, supuso un punto de inflexión en la historia de la red de institutos tecnológicos: "Fue una ruptura total de las reglas del juego".
Durante este periodo, la financiación basal pública de los centros que, de media, está entre el 40 y el 60 % de sus presupuestos totales, cayó al 20 %.
"Pero la crisis también sirvió para que todos tomáramos consciencia y, fruto de ello, se ha revalorizado la innovación, la tecnología, la industria y los servicios de alto valor añadido", asegura Fernando Saludes, que concibe como pilares de la red en la actualidad la apuesta por la innovación y la tecnología, la preocupación por la excelencia y la decisión de cuidar el talento.
A su juicio, "los centros tecnológicos, aparte de innovar, se han empezado a preocupar por ser organizaciones excelentes, por reforzar la gobernanza, generar un mejor clima y evitar dinámicas perjudiciales".
Las dos patas de la colaboración público-privada, asegura, funcionan bien, pues desde los centros se sienten "muy conectados" con la administración, con la que han tenido "mucha interlocución".
Ha incidido en que una red de centros de este tipo necesita sobre todo una estabilidad en la financiación: "No queremos picos de sierra, sino una apuesta sin complejos pero que sea asumible".
Por parte de la iniciativa privada, el otro eje de esta "colaboración", asegura que van "en la dirección" de apostar por la tecnología, aunque el gran reto, señala, es "asegurarse de que todo el mundo entiende bien lo que es innovación".
"A veces en las empresas, sobre todo en las pequeñas, parece que el discurso cale, pero te encuentras con que el empresario está mirando la cuenta de resultados del año que viene", lamenta Saludes, que está convencido de que "no se puede gestionar la innovación mirando el Ebitda o esperando resultados inmediatos".
La competitividad, a la luz de los datos, es una de las fortalezas del ecosistema valenciano, uno de los que más crece en esta materia, si bien la contribución de la innovación al PIB "todavía es baja": en la Comunitat se sitúa en un 1,18 %, mientras que en España la cifra es del 1,43 % y la media europea está en el 2,27 %.
El futuro inmediato de la innovación pasa necesariamente por los fondos europeos, si bien para Saludes estas herramientas solo consolidan una tendencia de apoyo público ya iniciada antes de la pandemia.
La inyección de fondos europeos ha supuesto también una "subida de aguas" en los canales tradicionales de financiación, pero "no excesiva", porque el "intento paulatino de reconstrucción del modelo" tras la crisis no es, según el presidente de Redit, "una cosa nueva".
Lo que sí está en el horizonte, concluye, es "construir espacios comunes donde cooperar y escalar" y no olvidar que "cuando se crea un espacio adecuado para la innovación, una atmósfera, es cuando se hace la magia".