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entrevista al director general de Velarte para hablar de sostenibilidad

José Vicente Herrero: "Las ayudas están pensadas para las grandes empresas y no para las pymes" 

6/07/2022 - 

VALÈNCIA. En 1969 Enrique Velarte Castellar y María Amparo Navarro asumieron el reto de quedarse con un horno de barrio. Desde entonces sus rosquilletas se han convertido en el snack valenciano por excelencia y Velarte no ha parado de evolucionar a través de su apuesta por la innovación y la calidad. Hoy la empresa valenciana se encuentra inmersa en un proceso de transición hacia un modelo más sostenible en su mirada global y alineada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

Un camino que comenzó en 2020 con la creación del departamento de Responsabilidad Social Corporativa por su convicción de que “las empresas no solo son un negocio sino que trabajan bajo el modelo de los grupos de interés y nosotros debíamos analizar el nuestro a través de un departamento o una oficina de ética (Etthics Office)”. Lo explica el director general de Velarte, José Vicente Herrero, resaltando que ese cambio debía nacer y ejecutarse desde la propia compañía, de ahí que en 2020, en pleno covid, se creara el Departamento de Responsabilidad Social Corporativa, dirigido por Raquel López.

Precisamente, sobre esa travesía y los proyectos que tiene Velarte para impactar de forma positiva en el entorno y con el medioambiente, Valencia Plaza conversa con José Vicente Herrero, Raquel López y Teresa García, Etthics Officer de Velarte y encargada de guiar a la empresa en ese camino.

- ¿Cómo se emprende esa transición hacia un modelo más sostenible desde cero?

- El primer paso era ver la dirección que cogíamos y, una vez clara, establecer las reglas (un código ético, un protocolo de compras, un consejo asesor familiar, mejorar la comunicación interna…) y elaborar la Memoria de Sostenibilidad. Supuso un gran reto para la empresa porque 2020 fue un año complicado para la empresa y teníamos pocos recursos dinerarios, aunque el gran reto fue quitarnos el miedo. Es decir, lanzarnos a hacer la transición ecológica sin ningún manual, a ciegas y sabiendo que otras empresas ya lo habían hecho. No se trataba de hacerlo perfecto sino de hacerlo bien para, luego, ir profesionalizando el área de RSC dentro de la empresa. Superado ese primer paso, el reto fue juntarnos todos los departamentos y poner en común esa información que existía de manera dispersa.

- ¿Qué descubristeis con esa puesta en común? 

- La primera sorpresa fue el ver que ya hablábamos de sostenibilidad sin nosotros saberlo. Hay declaraciones de María Amparo Navarro hace cuarenta años hablando de la igualdad de la mujer, del trabajo decente, de la producción sostenible… e incluso teníamos un convenio laboral propio (el Pacto Velarte) —la empresa no está obligada a ello— en el que la compañía ya pensaba en el empleado del área de producción porque en palabras de María Amparo Navarro: “el dinero va y viene, pero que lo que nunca vuelve es el tiempo”. Y lo hacemos de facto desde el origen de la empresa pero en 2019 es cuando lo dejamos por escrito.

"Hemos reducido en un 32% el plástico en todas las referencias y líneas y estamos en un proyecto para lanzar el polietileno reciclado" 

- Supongo que también salieron algunos colores… 

- Sí, unos cuantos. El primero era que debíamos invertir más dinero y tiempo en oficializar en tres años lo que no habíamos hecho en 52. Y en ese ejercicio nos dimos cuenta que no habíamos alineado los Objetivos de Desarrollo Sostenible con el Plan Estratégico de la empresa o que, por ejemplo, mezclábamos la responsabilidad social corporativa con la acción social y que no había que mezclar la ética con la responsabilidad. También descubrimos que faltaba más comunicación interna y que debíamos ser nosotros mismos quienes iniciáramos el cambio porque lo que nace de ti mismo es siempre mejor.

- Ahora estáis trabajando la Memoria de Sostenibilidad de 2021, ¿qué objetivos os marcáis? 

- El gran reto de Velarte ya está en marcha: la tesis industrial  Índice de confianza. Bases éticas de la confianza en productos Velarte Velarte contrata a una filósofa para elaborar su política de sostenibilidad—. Con ella queremos ayudar a que la gente que se está incorporando al mercado laboral detecte que va a haber un cambio de era importantísimo porque las empresas se dirigen de una forma distinta y el 50% de los empleos van a desaparecer antes de 2030. Por tanto, a través de la tesis industrial vamos a hacer un manual para no solo medir lo que una empresa está haciendo con cada grupo de interés sino para saber cómo lo perciben y canalizarlo bajo un índice de reputación. Un trabajo que se convertirá en un pequeño manual para que las pymes, una vez terminada la tesis, se quiten el miedo y se lancen.

- ¿Y en le aspecto medioambiental? 

- Tenemos muchos retos, como un plan de merma cero. En los últimos tres años, al mejorar los procesos productivos, hemos logrado bajar la merma en producción del 6% al 2%, porcentaje que no termina en la basura sino en alimentación de ganado. La media del sector está en el 3,5% por lo que es un dato muy bueno y, bajar de ahí, es casi impensable por los costes que supondría. Además, con la colaboración de Gaviplas (Ontinyent) y otras empresas de elaboración de plásticos estamos trabajando en un proyecto para lanzar el polietileno reciclado, que es mucho menos contaminante que el polipropileno reciclado. Y lo estamos haciendo porque no hemos encontrado una alternativa al plástico con las mismas propiedades de estanqueidad. 

"Velarte quiere ser el faro para las pymes que quieren hacer bien las cosas”

- Al respecto, ¿cree es viable reducir a cero los plásticos de un solo uso? 

- No, hoy en día es inviable económica y técnicamente. En la actualidad no hay otro producto que podamos emplear para nuestras rosquilletas que sea tan estanco como el plástico. De hecho, esa falta de estanqueidad implicaría poner en venta las rosquilletas como si se tratase de pan diario, algo que no es viable porque el 99% de las personas que compran el producto no lo consumen inmediatamente. Sin embargo, hemos modificado nuestros enveses: en los expositores y en las cajas de cartón hemos eliminado los los barnices por pinturas al agua, que son cien por cien reciclables, y hemos mejorado los micrajes para usar menos cartón y los multipacks, que ahora son con doble bolsa, los estamos sustituyendo por una pegatina lateral, por lo que reducimos en un 32% el plástico en todas las referencias y líneas. 

¿Qué pasos estáis siguiendo para reducir la huella de carbono?

En la actualidad nuestro consumo es de gas natural pero estamos comenzando la transición hacia una energía más limpia con la instalación de placas fotovoltaicas. Por tanto, para reducir a cero nuestra Huella de Carbono debemos emplear otras vías, como su compensación a través de proyectos que devuelvan oxígeno al planeta. El problema con el que nos encontramos es que las ayudas que hay para trabajar las medidas medioambientales parecen que estén destinadas a las grandes empresas. Y pongo un ejemplo: Velarte tiene dieciséis coches de empresa y, por supuesto, nuestra intención y voluntad es cambiar todos ellos por coches híbridos, pero nuestra capacidad financiera solo da para cambiar unos cuantos. Las ayudas para la contratación de coches de menor contaminación salen para flotas de 25 a 50, por ejemplo, por lo que todas las pymes nos quedamos fuera de cualquier tipo de ayuda.

- ¿Cree que las pymes hacen más esfuerzos por realizar esa transición? 

- Sí, absolutamente. De hecho, este año la Generalitat Valenciana ha sacado unas ayudas para incentivar la realización de la Memoria de Sostenibilidad pero, por lo que te daban como subvención y lo que te exigían en tiempo de elaboración de documentación, no compensaba. Esas ayudas están hechas para grandes empresas, que tienen departamentos con gente para todo. Por tanto, somos los grandes olvidados. Y también lo somos cuando redactan las leyes porque no nos preguntan y, además, una pyme puede ser tanto una empresa que factura dos millones como una empresa que factura 27 millones de euros, por lo que quienes facturamos más de ocho millones tenemos la sana costumbre de hacer cosas como las grandes pero con los recursos de las pequeñas. Esta realidad hace que estamos en una especie de frontera hacia la nada en la que cada vez que hay que hacer algo tienes que hacerlo con tus propios medios o lanzándote a lanzar proyectos. 

- Uno de los grandes retos es implantar la sostenibilidad en toda la cadena de valor.

- Exacto, de ahí que sea tan importante el código de conducta, que son los valores reflejados en normas de conducta y, si se comparte este código de conducta, los proveedores también saben a qué atenerse. La gran inquietud es que hicimos una encuesta entre nuestros proveedores y el 92% no sabía para qué servía una memoria de Sostenibilidad. El mundo está cambiando tanto y tan deprisa que a las empresas no les llega la información y van a actuar cuando se les castigue porque están acostumbrados a hacer las cosas cuando haya una ley de por medio. 

- Pero es mejor hacer bien las cosas…

- Sí, pero el gran miedo de las empresas es que, por hacer bien las cosas, tus costes suban y dejes de ser competitivo. Creo que es una inquietud que tenemos tanto las pymes como las grandes empresas y que existe a nivel europeo, que hoy en día hay empresas que nos hacen dumping (competencia desleal) en sostenibilidad y no sabemos cómo resolverlo. Entonces va a ser muy difícil mientras gran parte de la producción mundial se dirija o se controle desde países que no tengan enraizados estos criterios de sostenibilidad.

"Queremos ser una empresa más internacional y Estamos trabajando  el mercado de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia o Portugal"

- Una solución es esa apuesta de la economía circular por parte de la Unión Europea. 

- Se intenta trabajar con proveedores de proximidad pero es inviable. Por ejemplo, la pipa que nosotros utilizamos se dejó de producir en España hace diez años por falta de rentabilidad, porque tiene una competencia desleal en precios de las pipas internacionales. No solo eso, trabajábamos con una empresa de Ciudad Real para adquirir el aceite de girasol pero de cara al año que viene ya no tenemos acceso a él porque otras empresas que trabajaban en Ucrania ahora pagan un 40% más por el aceite. Hay que buscar es unas reglas de juego estructurales. Por ejemplo, nosotros hacemos un gran esfuerzo con nuestra harina porque se produce en Huesca con cereales españoles y que ayudan a que esa harina sea hipocalórica y que genere una textura. Por esa harina pagamos entre un 20 y un 30% más que cualquier otra harina y tenemos la suerte de poder pagar ese precio porque luego esa harina la ponemos en valor con unas rosquilletas que se rompen menos y tienen un sabor natural sin poner, por ejemplo, glutamato. 

- ¿Qué objetivos se ha marcado la empresa para los próximos años? 

Nos vemos como una pyme familiar, aquí en Catarroja, más internacionalizada, pero trabajando los intangibles: la marca, el talento o la ética. Queremos que el 50% de las ventas sean internacionales. Nos vemos en una empresa que doblará la facturación, una empresa mucho más responsable y con recursos para hacer muchas más cosas. Y una empresa que trabaja mucho lo intangible. Además, estamos viendo que podemos ser un buen faro donde mirarse las pequeñas y medianas empresas que quieren hacer bien las cosas. 

- Ha hablado de la internacionalización 

Estamos trabajando mucho el mercado en países como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia o Portugal. Además, las grandes cadenas de distribución para las que trabajamos, muchas de ellas tienen presencia en el continente europeo (Lidl, Aldi, Carrefour..). Una vez consolidado los crecimientos en Europa nuestra idea es entrar en el canal de vending en Florida. 



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