Hay manjares que se disfrutan a baja temperatura sin importar la estación. Es el caso de la la cerveza y el helado, los adalides del amargor y la dulzura, ambos protagonistas de las noches más canallas y de los días poco inocentes. ¿Pero has pensado qué sucedería si combinaras ambos sabores?
VALENCIA. Nadie lo diría, pero lo cierto es que se gustan, lo suyo funciona. La cerveza y el helado son una pareja atípica, con texturas y sabores muy antitéticos, que se disparan en el paladar. Todavía más si hay terceros en discordia, como el chocolate o la fresa. Si bien el romance de esta bebida con los postres viene de lejos, mucho menos frecuente es su aventura congelada, capaz de activar las emociones y erizar los sentidos. Los americanos ya sabían de su existencia, pero ahora llega el turno de los valencianos. Y lo hace de la mano de Höp Cream, un proyecto meditado, cuidado y artesanal, pero sobre todo fresco.
La idea ha sido gestada por el equipo de Olhöps, marca dedicada a promocionar la cerveza artesana, cuya base de operaciones es la Beer House de Ruzafa (calle Sueca, 21). Para quienes no la conozcan, constituye un clásico de las noches de L’Eixample, donde las pintas se combinan con un pequeña carta de variedades. A ellos se ha sumado Elliott Konig, proveniente de Miami, que les ha aportado la visión global de un negocio todavía por explotar. Otros colaboradores necesarios han sido José Montejano, prestigioso repostero de la Comunitat, y Merienda, responsable de un packaging a la altura.
¿Y por qué cuatro colores? Porque es el número de sabores de helado maridados con variedades de cerveza artesanal del local. Hablemos de lo importante: la receta, En primer lugar, tenemos el bote amarillo, correspondiente a la vainilla y elaborado a partir de cerveza Stout, donde lo más característico son las notas de café y chocolate. A priori, atendiendo a la descripción, nada podría salir mal; pero es mucho más que eso... es sorpresa. Para el helado con Pale Ale se emplean fresas naturales, lo que imprime un matiz dulce y ácido que contrasta con un final amargo. La palabra es pasión.
Ahora bien, si hay un sabor fresco, divertido e imprescindible, ése es el de cítricos. El bote verde, donde se utiliza una cerveza de estilo IPA, a la que se le añaden ralladuras de piel de naranja, lima, limón, pomelo y zumo de todos ellos. Es la opción de los que todavía disfrutan del helado como si fueran niños, aunque este tiene poco de infantil. Si prefieres no arriesgar, también hay espacio para ti, y uno muy dulce. “No nos podíamos dejar el chocolate”, afirman con criterio los creadores. La combinación de cacao, café y cerveza Black IPA es perfecta para los amantes del chocolate amargo y el dulce intenso.
El frío (siempre el frío) es el requisito indispensable. De la baja temperatura a la que se sirva el Höp Cream dependerá toda la experiencia posterior, con las dificultades que eso conlleva. “El alcohol da problemas de congelación”, admiten, pero han sabido salvar el escollo y convertirlo en virtud, atendiendo a la textura cremosa y delicada. Preguntados por el momento de lanzamiento, coincidiendo con el fin del verano, los creadores no consideran que constituya un handicap. “El helado es un postre para todo el año”, manifiestan con rotundidad, sacudiéndose los estereotipos en torno a esta delicia universal.
Por supuesto, todo esto serviría de poco sin visión de negocio. Las posibilidades de distribución son múltiples, pero todavía están en plena fase estratégica. Ofrecerán el helado en el local de calle Sueca, donde se servirá por bolas. También se aprovecharán las variedades para ampliar la carta de postres. De barajar sus posibilidades para acompañar tartas, bizcochos o brownies se encargará Montejano, que para eso ha pasado por las cocinas de Paco Torreblanca o Ricard Camarena. Sin embargo, su intención a largo plazo es que también se distribuyan en otros espacios e, incluso, en grandes superficies.
La forma de promoción más inmediata del tándem Olhöps-Höp Cream es participar en festivales, ferias cerveceras y demás eventos. Supone una forma de dar a conocer este innovador producto, además de colar la marca en lugares donde no suponga una competencia directa contra los habituales patrocinadores. El precio del envase rondará los 7 u 8 euros, lo que teniendo en cuenta el tamaño (525ml) y la equivalencia con las pintas, no es caro. Luego está el tema de la gradación: no es un postre para niños, ya que el bote de chocolate tiene 4’8 grados. Garantiza un final que no será dulce, pero tampoco amargo.