Hoy es viernes de alimentar el espíritu sin necesidad de transmutaciones, que vienen fuertes emociones, las del comer y el beber más brillante. Vamos palante.
Nos plantamos en Barcelona para vivir sueños con los ojitos bien abiertos. Vamos a aprender de ese Alkimia que no necesita transformar el plomo, porque ya es de oro. Restaurante mágico que en el que todo funciona como máquina engrasada y que nos da pie a resaltar en este rincón hedonista la labor del verdadero alquimista. Esa persona capaz de convertir el mejor menú en la excelencia con cada copa de vino. Ese sumiller siempre fino que escucha, observa y acierta. El que sabe transmitir su pasión que es la nuestra. La de dar de beber viviendo viñedos y bodegas, lugares y paisajes, personas y sentimientos. Con generosidad y algún generoso. Ofreciendo felicidad sorbo a sorbo con cada palabra y etiqueta. De trago a bocado y empezando con la Manzanilla Pasada Solear en Rama (Bodegas Barbadillo), que no por vieja amiga deja de sorprender. Saca de verano de 2020 que nos devuelve al Sanlúcar de coleguis apreciados. Un año pasado con soltura y que tiene futuro por delante. Señora salina y fresca que nos cautiva siempre y ahora con el panadó de buey de mar. Maravilla de bocado que nos asegura que el festival está en marcha.
Y vaya que sí, que el maridaje arranca fuerte con el Nykteri Nyxtepi 2018 (Hatzidakis). Sorprendente griego de isla blanquiazul. Espada directa al corazón que se quedará clavada por mucho tiempo. Aventura de subir riscos escarpados, pero vamos preparados porque intuimos el camino. Ese que nos conduce a la felicidad con el espárrago a la brasa y el gazpacho blanco de espárrago.
El gurbujismo se hace presente, y de qué manera, con el Reserva Particular Recaredo 2004 (Recaredo). Xarel·lo con macabeo que hace crecer el hinojo en los mismos mares. Cremosidad profunda de alfilerillos finitos que van prendiendo notas. Apuntes que describen mil matices que van desde un campo blanco de frutales al horno que cuece bollitos bonitos. Y aunque no le ponemos pega ninguna a palo seco, nos deja loquilocos con la ensalada de entremeses del mar.
Apostamos todo al rosa, que nos traen dos rosados para jugar y comparar. Con el Partida de Pedrer 2018 (Sara Pérez y René Barbier) partimos al Priorat, tierra de garnacha que nos mira con claridad y decisión. Roca infinita por la que nos deslizamos hasta llegar a la Provenza y su Château Simone Rosé 2019 (Château Simone). Y nos encontramos de pronto entre frutales que crecen sin medida, pero con mucha delicadeza. Penetrante relente con un puntito de vehemente. Y tan bien ambos dos con la sardina curada con romesco de cerezas.
Éste es viaje de gozo infinito y continúa en el Líbano con toda una sorpresa, porque el Château Musar Blanc Gaston Hochar 1997 (Château Musar) es belleza. Blanco de atractiva oxidación que produce enorme emoción. Azahar con su fruto aún por brotar, pero todo será esperar. Con tanino, pero del fino, se hace infinito junto a la flor de calabacín con chipirón y cuatro granos de arroz.
Vuelta a casa de albariza y catedrales con el Mirabrás 2014 (Bodegas Barbadillo), tristrás. Juventud con sus años porque el espíritu, que pesa lo suyo y lo nuestro, se impone imponente. Tiza dibujando playas que se acercan sin remisión. Y nos seduce con la magia de sabernos mecidos y totalmente convencidos cuando llega la sepia a la bruta y a la brasa con pimiento.
El Villa Diamante Fiano de Avellino 2000 (Villa Diamante) se aparece como magia tan real que da hasta susto. La Italia de la grande bellezza con frases que emocionan. Ímpetu de hermano sonrojado que imaginamos en cata a ciegas, con amigos y entre risas. Un gozoso despiste y, ¿qué le ponemos de alpiste?, pues el magnífico rodaballo con romesco de ostras.
Después de un pestañeo y sin movernos de país, estamos en la Toscana con I Sodi di San Niccolò 2016 (Castellare di Castellina). Sangiovese y malvasía nera, que construyen pura fortaleza. Frutoso que se agarra dando seguridad y cariño, niño. Oscuro misterio que te envuelve convincente para llevarte a las profundidades del conocimiento. Y lo reconocemos perfecto junto a la patata enmascarada con conejo de Almatret.
Penúltima visita a nuestro sur más querido con una locura, la Reliquia Barbadillo Amontillado (Bodegas Barbadillo). Saca espacial para Alkimia. Bota perdida que nos pierde. Bienhallada que provoca lagrimones de emoción con ese salvajismo que enajena. Rareza como nosotros, lo sabemos. Porque tal que así nos y lo queremos. Y como gallinas con sus pelos, lo saboreamos despacito con el cordero xisqueta a la brasa con albaricoques glaseados.
Parada de nuevo en Cataluña como previa a la despedida con el Masdeu de Scala Dei 2013 (Scala Dei). Otra garnacha del Priorat y tan encantados, oye, que es de texturas sinuosas e imponentes. Brillo de diamante negro tirando a violeta. Historias de monjes cartujos y el conocimiento que siempre se queda. Bálsamos de reyes en trono infinito, y memoria con un postre con aires clásicos de la tierra, el menjablanc con frutos rojos.
Terminamos sintiendo ya la nostalgia con el Vinsánto 1996 (Estate Argyros). Otra Grecia de blanco dulzor entre nueces y alguna pasa que no se pasa. Seriedad sin empalague que no cansa un ápice. Amielados sopesados para que no se vuelvan pesados. Joya de resplandor cegador y nos deja ensimismados cuando nos sirven el pastel fluido de avellanas con helado de vainilla. Broche de oro y pequeñas locuras con buñuelo incluido para una despedida a lo grande. Como el besi que dejamos aquí plantado hasta dentro de dos semanas.