VALÈNCIA. El arte urbano vuelve a entrar en las salas del MuVIM, ahora recuperando la voz de Hyuro. La artista argentina, cuyo nombre real es Tamara Djurovic, falleció en noviembre de 2020, habiéndose convertido en una de las firmas clave para entender el arte hecho en y desde la ciudad de València, donde residía. Algunas de sus obras más recordadas son el homenaje a Jane Jacobs, que pintó en 2019 en el barrio del Cabanyal; su participación en el proyecto Sense Murs, en el barrio de La Punta, con la figura gigante de una mujer defendiendo la huerta con tomates; o su intervención en la fachada del edificio de La Base, donde realizó una de sus conocidas escenas de multitudes, obras con una fuerte conciencia social desde las que analizó con tino los retos del presente.
En pleno 2022, su obra sigue vigente –aunque ahora lejos de los muros callejeros- con la exposición Ejercicios para desarmar el mundo, que se puede visitar en la Sala Parpalló del 14 de octubre al 4 de diciembre. La muestra reúne dibujos, carteles, serigrafías, cuadernos y libretas, así como registros fotográficos y audiovisuales de sus intervenciones en el espacio público y muchas de sus ideas inéditas. El proyecto expositivo que quiere servir como homenaje a la creadora y, al mismo tiempo, poner negro sobre blanco cómo su visión ha servido de espejo a una sociedad que sigue necesitando mirarse de frente. Y en la obra de Hyuro así pasa, aunque la imagen que nos devuelva en el espejo no sea siempre la que queremos ver.
“Hyuro no pintó la calle; habló con la calle. Dialogó con todo aquello que nos rodea y que normalmente ni comprendemos. Nos propuso una conversación con nosotros mismos a través de lo que confesaba en sus dibujos”, explica el comisario de la muestra, Juan Luis Toboso. En sus murales encontramos mujeres invisibles, trabajadoras, amas de casa, madres que luchan cada día, un relato en clave femenina en el que Hyuro incidió especialmente, como persona que relata, sí, pero también como sujeto en un sector profundamente masculinizado como es el del arte urbano. La mujer ha sido el centro de gran parte de su producción, con algunos trabajos clave como la obra que firmó en 2018 para la Mostra d’Art i Creativitat de Vila-real (TEST), una crítica a la justicia patriarcal en la que presentaba la figura de un juez sin pies ni cabeza. Casi un lustro después de la intervención, se sigue antojando necesaria.
La crítica social y, quizá, más explícita convive también con una mirada más poética, más íntima, más pequeña, dos formas de enfrentarse a un presente que no son en ningún caso excluyentes, sino complementarias. “Su trabajo es íntimo y muy personal; su universo, inquietante y seductor. Su lenguaje sincero y cercano. Su cabeza son sus manos y su pintura es un regalo para las calles de la ciudad”, relata el artista Escif. La voz de Hyuro habla hoy de una València distinta a la de hace dos años pero con realidades que se mantienen, una realidad que interpela desde lo poético, a través de sus personajes sin rostro y siluetas, personajes que son uno solo y, al mismo tiempo, una colectividad.
“Su trabajo es al mismo tiempo íntimo y personal, como público y político. Esto le ha llevado a desarrollar un discurso y un lenguaje necesariamente comprometidos”, indica por su parte Amador Griñó, jefe de exposiciones del MuVIM. Con esta retrospectiva el museo busca así “conservar la memoria del arte urbano valenciano”, una exposición que pretende ser un último –o penúltimo- homenaje a Hyuro y también una reflexión sobre las batallas que la artista libró y que, lejos de haberse diluido, siguen fuertes.