VALÈNCIA. El pasado martes, en las puertas de las oficinas en Tabacalera del Ayuntamiento de València, los vecinos afectados por la depuradora de Pinedo estaban repartiendo octavillas informativas entre los transeúntes, explicando por qué quieren clausurar la instalación, por qué han exigido a la Justicia que aplique la sentencia que ordena cerrar la III fase, cuando se les acercó el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià. Allí mismo, de pie, en la calle, estuvieron hablando el portavoz de los afectados, Jaume Chornet, y el regidor socialista. Nada de lo que le dijo Sarrià aportó gran cosa a Chornet. “No se salió del mismo guión que está repitiendo en los medios de comunicación”, explicaba este jueves.
Los afectados llevan dos semanas sin reunirse con representantes de la administración autonómica y municipal. La última cita fue la que impulsó la concejal de Pueblos del Ayuntamiento de València, Consol Castillo, donde estuvieron con ella y el secretario autonómico de Medio Ambiente, Fran Quesada. En lugar de ser aplaudida por su decisión, Castillo fue incluso criticada por compañeros de gobierno porque, decían, se estaba extralimitando en sus funciones ya que el agua no es su responsabilidad.
Al margen de que esta crítica es más que cuestionable, ya que como regidora de Pueblos Castillo debe estar en contacto con todas las pedanías, el mero hecho de que se la pusiera en solfa pone muy a las claras la enfermiza perspectiva de los responsables administrativos en este conflicto, donde importan más los asuntos de competencias que el drama humano. Lo relevante para ellos es quien manda o deja de hacerlo. Un buen ejemplo es la actitud del Ayuntamiento de València, y en especial de Urbanismo, quitándose el problema de encima y diciendo que es la Conselleria quien gestiona la depuradora.
Pese a los constantes anuncios que realizan los responsables políticos sobre soluciones que se están estudiando, opciones que se están barajando, y toda esa cháchara insustancial (el último que se sumó este mismo jueves fue el alcalde de València, Joan Ribó), no se ha avanzado prácticamente nada desde que los vecinos decidieron pedirle al TSJ que ejecute la sentencia que obliga a clausurar la depuradora. “Nos quieren matar de aburrimiento”, se queja Chornet. A la expectativa de si se cumple el cierre, los vecinos realizaron una perfomance cerrando el acceso. Una acción que tiene como fin recordarle a las administraciones que, aunque no les llamen, ellos siguen ahí.
No hay mucha justificación a esta falta de sensibilidad por parte de las administraciones, ni mucha explicación a por qué durante décadas nadie, ni los gobernantes de entonces ni los de ahora, que entonces eran oposición, se preocupó mínimamente por los vecinos. Excepción hecha de la añorada Mavi González, nadie movió un dedo por ellos. Ante la coyuntura actual, en el entorno de los organismos públicos explican que hay prevista la semana que viene una reunión entre el Ayuntamiento de València y la Generalitat para aclarar qué les van a ofrecer a los vecinos. Lo sorprendente es que se necesiten tres semanas para reunirse y tratar un asunto que no es que esté judicializado, es que está sentenciado. Sabiendo de la urgencia que hay, pues el TSJ ha dado diez días hábiles para dar explicaciones, extraña que la supuesta preocupación de las autoridades no se haya sustanciado en nada. ¿De verdad están inquietos por el destino de los vecinos? ¿O simplemente están dejando pasar el tiempo sabiendo que es materialmente imposible cerrar la instalación?
La clave, posiblemente, sea que ningún político valenciano vive en las inmediaciones de la depuradora y no han tenido que convivir durante cuarenta años con el olor a mierda que emana de la instalación, los ruidos a toda hora, y los problemas de seguridad vial por la presencia diaria de centenares de camiones. Los afectados por la depuradora no han tenido ningún influencer a su lado. Y sin ellos, sin sus retuits, los gobernantes no parecen estar muy dispuestos a ocuparse de sus problemas. Están solos. Eso es algo que se han encargado de recordarle todos los gobernantes que ha habido hasta ahora. Absolutamente todos.