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sin complejos / OPINIÓN

La mascarilla de la deuda

5/04/2021 - 

Las mascarillas que la pandemia nos ha puesto encima nos ahogan. Lo entiendo perfectamente, y más cuando el Gobierno ha vuelto a darle una vuelta de tuerca absurda al hacerlas obligatorias también en la playa o en cualquier espacio abierto aún habiendo distancia de seguridad. A mí me gusta salir a correr siempre que puedo y les aseguro que es una dificultad más añadida para hacer ejercicio. Pero todo sea por el bienestar, propio y el de los demás. La llevo convencida que es lo mejor para todos.

Lo que ya no me parece tan bien es la mascarilla que este Consell del Botànic nos está metiendo en la cara y que nos va a ahogar, no solo ahora, sino que yo diría para las próximas décadas. Me refiero a la enorme deuda que las políticas despilfarradoras, sectarias y contraproducentes de Ximo Puig y compañía nos están dejando. La Comunitat Valenciana ya puede ‘presumir’ de ser la autonomía más endeudada de toda España, y eso con una Cataluña enloquecida por el nacionalismo la verdad es que tiene mucho mérito. Eso no se lo voy a quitar al entrañable Vicent Soler.

Ya soportamos una deuda de 50.807 millones de euros, lo que supone el 48,6% del PIB autonómico. Per cápita, cada uno de los cinco millones de valencianos arrastramos una losa de 10.161 euros a grosso modo.

Y ahora que no nos digan que estamos en una pandemia y se ha hecho un enorme esfuerzo público en ayudas, además de la reducción de los ingresos por la caída de la economía. Maldita sea, ya lo sabemos. Pero no ha sido a nosotros solos y, mala suerte Vicent, las cifras no engañan, tú sí.

Foto: KIKE TABERNER

La Comunitat Valenciana es la que más ha engordado su deuda el último año: 2367 millones de euros, un 4,89%, mientras que en Cataluña (el modelo nacionalista que copian en el Botànic) fue solo de 65 millones.

No me hablen de deuda histórica, ni de un sistema de financiación autonómico que aprobó el Gobierno del nefasto Rodríguez Zapatero y que Puig aplaudió con las orejas. Al presidente le da igual todo y otro enchufado más que ha metido en la nómina de Presidencia. Ya son 26, o sea 52 manos para aplaudir al hermano de Francis. Y viva la fiesta, que ya la pagamos los demás.

La explicación es bastante más sencilla: este Gobierno es un irresponsable. De tomo y lomo. Isabel Bonig ya le previno a la hora de preparar los Presupuestos autonómicos de que era necesario un ajuste importante de una Administración política abarrotada e ineficiente para ahorrar 1.200 millones de euros que dedicar de verdad a las necesidades del tejido económico valenciano.

¿Pa qué? “Aquí hemos venido a jugar, Mayra”, parece que pensó Puig. Pero lo que está sobre la mesa no es el destino del presidente, sino el de cinco millones de valencianos, a los que este Consell deja a la fortuna de unas ayudas europeas que ya veremos si llegan y cómo.

Esta ha sido la forma de actuar de Puig desde que llegó al Palau de la Generalitat. Uno de cada cinco euros de deuda se ha creado desde 2015. Un total de 10.774 millones de euros en los últimos cinco años y medio.

Parte de este desfase contable son los 1.600 millones de euros de mentira que el conseller de Hacienda ha ido metiendo año tras año esperando el cambio de modelo de financiación. Y no sé en qué septiembre Pedro Sánchez lo cambiará. Yo creo que en ninguno, pero ejercicio tras ejercicio ahí está esa partida. Que se gasta, pero nunca se ingresa. Clin, clin, más deuda a la caja.

De lo único que se ha preocupado este Consell es de aumentar la nómina de enchufados, empresas públicas, amiguetes y hermanos a los que dar una ayuda pública. ¿El retorno? En votos, claro, nunca en puestos de trabajo ni en ingresos económicos.

 Con esta política económica vamos a ir ahogados no solo esta legislatura (le quede lo que le quede), sino también para las siguientes. Todos los planes de desarrollo de dotaciones sanitarias, infraestructuras y tecnológicas morirán capados por una deuda por ya empieza a oler a desesperación de un Consell manirroto e inútil, que solo sabe cerrar e imponer. Quizás por eso tenemos que llevar mascarilla hasta en la playa, no solo por la covid-19, sino también por el tufo que todo esto desprende.

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