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Mercedes Bellido: "Prefiero la estética sombría, algunos se han quedado anclados en el tono pastel"

24/03/2017 - 

VALÈNCIA. “A veces las cosas horribles tienen su propia clase de belleza”. Cuando Carlos (Jon Kortajarena) encuentra de manera fortuita a George (Colin Firth) en un aparcamiento, poco sabe del impacto de esta frase en el segundo, destrozado por la muerte de su pareja. Extraída de la película A Single Man (Tom Ford, 2009), estas palabras también podrían ser el punto de partida del universo creado por la pintora Mercedes Bellido. La zaragozana aterriza en València con la exposición La noche, el ave de alas negras, que se podrá ver en la galería Plastic Murs (C/Dénia, 45) hasta el próximo 22 de abril. En 1962 se halló el papiro de Derveni, el manuscrito más antiguo de Europa, donde se comentaba un poema relacionado con el orfismo, una religión griega alternativa. En él se nombra a la Diosa de la Noche de Alas Negras como el origen del amor, pero también del destino y de la muerte, el punto de partida de una colección de piezas que nadan entre elementos tenebrosos para, en última instancia, poner a todos en igualdad de condiciones. Referencias al final de la vida y, también, al principio, con elementos que remiten a la infancia de la artista: canicas, fotografías o gusanos de seda.

La muestra, que podría interpretarse como una segunda parte de Todo muere bajo el Sol, suma un mural pintado directamente sobre el muro de la galería y que hasta ayer mismo estaba retocando Bellido. La pieza, una gran pájaro con una canica en el pico y constelaciones en las alas, es una figura recurrente en su obra, aves que representan mucho más de lo que parece. Cuestión de bestiario, la artista sacó a pasear el pasado verano en València a sus tigres blancos como parte de su colaboración con el Festival de Les Arts, una carrera que la ha llevado a trabajar para otras marcas como Reebok o Sony. Cuando apenas quedan unas horas para abrir las puertas de la galería –y todavía tienen por colgar algunas de las piezas que forman la muestra- hablamos con ella sobre un universo que evoca desde Rousseau a Magritte y su posición como artista en un mundo digital y en el ámbito comercial.      

-Empecemos por el principio, ¿qué representa la Diosa de la noche de las alas negras?
-Descubrí a esta diosa leyendo un libro de símbolos, me introdujo en el mito órfico. Para mí representa a las mujeres poderosas, que luchan por lo que quieren y hacen todo lo posible a base de esfuerzo y trabajo. Parece que se la teme, y no hay que hacerlo. Habla de una mujer decidida que lucha por conseguir sus objetivos.

-¿Cómo se refleja esa idea a través de los pájaros?
-No quiero caer en el tema de que para que algo sea femenino tenga que recurrir a lo frágil. La palabra ave ya de por si es femenina, las rapaces... me interesa mucho, además de que son vistosas. Van a por sus presas, no represento a pajaritos bonitos. Es un reflejo sobre cómo me gustaría verme a mí, aunque no aparezca de manera explícita en la obra. Siempre me ha molestado mucho el tema de pintar como un chico o como una chica. Me jode. En mi caso, siempre tiendo a estéticas más sombrías, siniestras... eso es lo que más me interesa, los grises, donde se mezclan las cosas. Ahí está lo interesante. 

-¿En qué punto se encuentra el amor y la muerte? 
-Después de leer mucho y pintar sobre la muerte la acabas desmitificando, es un ciclo natural, todos pasaremos por él. Me interesa esa parte, la de lo natural. Si no hay muerte no hay vida. Pasa igual con el amor, no tiene ciclos, me gusta pensar que es así. Mucha gente tiende a pensar que hay una media naranja, pero no lo creo. 

-La muerte es lo que todos tenemos en común. 
-Exacto. El título de mi anterior exposición era 'Todo muere bajo el sol'. Hasta las piedras mueren, a otro ritmo, por el desgaste... eso es lo que me resulta interesante. En cualquier caso, procuro no influir en el público, me gusta cada visión sacada de su experiencia. Es importante no terminar de contar el chiste, para no condicionar. 

-Hablamos de lo sombrío, ¿tienes la sensación de que los impactos visuales hoy en día son muy edulcorados?
-Siempre he sido una niña que ha jugado al fútbol, que competía en atletismo y a la que no le gustaba la falda o los lacitos. Las etiquetas de chico o chica me jodían mucho. No soy cursi, es un error que se vincule a la feminidad. Internet y Tumblr ha hecho mucho mal también, prefiero la estética sombría, hay gente que se ha quedado anclada en los tonos pastel, en la pizza y en las frases tontas. Fueron años divertidos, pero ya está bien. Yo misma he cambiado mi paleta en los últimos años, porque estaba harta. Era todo rosa chicle, hojas de Adán y verde turquesa, que me sigue encantando, pero ahora lo meto con detalles. 

-¿Por qué ese cambio?
-Lo necesitaba. Ha sido un cambio consciente, tanto de paleta como formal. Ahora pinto más realista, también porque antes no me atrevía a afrontarlo. Acepto que no sé hacer realismo, pero he encontrado una manera de incluirlo en mi estilo.

-Hay dos secciones muy concretas en la exposición, una la forman las 'fotografías pintadas', que también aparecen dentro del resto de cuadros, ¿qué papel juegan?
-En el primer cuadro que hice de la muestra ya introduje una foto porque para esta exposición quería empezar a dibujar personas, cosa que nunca hago, entonces me pregunte: ¿de qué manera puedo hacerlo sin llegar al retrato? Ahí salió la idea de hacer las fotos. Las 'postales' independientes las saqué después de pintadas en los cuadros. En las exposiciones me gusta desengrasar incluyendo dibujo a tinta, incluir un corte para aliviar, como el jengibre del sushi. Primero pensé en recopilar las fotos originales e incluirlas, pero luego creí que sería interesante hacer yo misma la 'foto', dibujarla. Algunas fotos se basan en imágenes reales -de mi abuelo, mi novio-, algunas que compré en un mercadillo de Berlín y hasta hay una foto falsa de un cuadro mío.

-Y después está el mural...
-Es el segundo que hago, el primero fue en el Festival de Les Arts. Ver tanto blanco asusta (ríe). Además del pájaro y las canicas, añado en él el tema de las constelaciones. Desde pequeña me interesa este tema, el espacio, las estrellas... Es también una referencia a lo básico, han sido guías del hombre. 

-La exposición habla de la infancia, antes me comentabas el cambio consciente de dirección, ¿cuáles son los siguientes pasos?
-Si en la anterior exposición hablaba del atardecer y en esta es de noche, la siguiente toca el amanecer. Tengo que investigar, buscar los colores porque por lo general siempre intento usar colores fríos, incluso en el atardecer. Ya he mirado paletas nuevas. También quiero enfrentarme al retrato. Cuando estudiaba cada dos semanas tenía que autoretratarme y lo llevo muy mal, además ahora, cuando hago retrato de mujeres, siempre acabo dibujándome a mí. 

-Antes hablabas del festival de Les Arts. Además, has trabajado con distintas marcas, ¿cómo te sitúas en este contexto?
-Es un arma de doble filo. Yo soy esto [señala las piezas de la exposición]. En un encargo estoy condicionada, tengo que encajar con lo que se me ha pedido, aunque siempre intente llevarlo a mi campo. Hacer colaboraciones con marcas me paga el alquiler, eso es así, y no me da ningún reparo. Estoy llegando a un punto también en el que me puedo permitir el lujo de elegir cosas, no solo por el dinero, sino porque me interesa el proyecto o por la libertad que me den. Al principio te planteas: ¿cómo voy a dar a conocer mi trabajo si lo que me piden no tiene nada que ver conmigo?

-Dices que tú eres estas piezas, ¿qué se extrae de ti en la exposición? 
-Es mi infancia. Todos los niños cuando descubren la muerte se quedan petrificados, también me interesa el tema de la magia, las serpientes... Del mismo modo, se ve mi infancia en los paisajes, en las montañas. Son todo referencias a cuando era pequeña. Además a los niños todo les sorprende, están en shock todo el rato, cuando creces hay pocas cosas que te dejen así. Yo sigo pintando porque, de alguna manera, no he dejado de ser niña. Son ellos los que siempre dibujan, esté bien o mal, es una manera de comunicar. Cuando llegas a una cierta edad dejas de hacerlo, el momento en el que te haces adulto. 

-Tú no. 
-Por eso siento que nunca he dejado de ser niña. 

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