Una columna en fila india atraviesa lentamente el desierto del Sahara desde principios del Siglo XXI. Son los exiliados de África. Ni las guerras ni las pandemias han logrado minar el espíritu de un continente que lucha, no obstante, por abandonarse a su suerte. Los jóvenes, los fuertes y los audaces huyen, escapan hacia El Dorado, la tierra prometida.
Un enjambre de drones supervisa la caravana de tuaregs que transporta esta mercancía ilegal adentrándose en un mar de arena. Hombres y mujeres que serán carne de cañón en el TerritorioEuropa, si no caen antes en las garras del desierto o de las mafias libias, convirtiéndose en esclavos de por vida mientras esperan a cruzar el otro mar, el nuestro.
Las mafias siguen organizadas 70 años después, como en aquél invierno del Año II d.C.- después de la Covid-, cuando encerraron a los emigrantes en guetos vigilados. Los supervivientes acababan de bajar del pick-up que los trasladó hasta Libia. En Trípoli, la capital costera, debían esperar para embarcar en una patera o en una balsa hinchable con destino Italia, como contenedores hacinados en el puerto esperando su destino final.
El último grupo llegado de Níger se hacinaba en el puerto, cuando llegaron los agentes de FRONTEX. El gobierno de la Unión Europea comenzaba a ejecutar el l Plan de Acción del Mediterráneo Occidental, “diseñado para reducir la migración irregular e insegura, proporcionar soluciones en el ámbito de la búsqueda y el rescate, y reforzar la solidaridad entre los Estados miembros”.
El primer objetivo era detener la emigración en los países de origen y en los puertos de tránsito. Del grupo que esperaba en Trípoli no se conocían los nombres, ni los anhelos, ni la esperanza que dejaban en sus hogares. Pero sí se sabía el número, la cifra de los que nunca cruzarían el mar, quedando atrapados en tierra de nadie, entre sus sueños y la desesperación.
La UE reforzaba “las capacidades de Túnez, Egipto y Libia para garantizar una mejor gestión de las fronteras y la gestión de la migración”. Había que luchar contra el tráfico ilícito de migrantes, con un equipo especializado en el Mediterráneo Central antes de que llegará la Navidad.
El Grupo de Contacto Europeo de Búsqueda y Rescate se anunció como parte del Nuevo Pacto, con Frontex garantizado la coordinación de búsqueda y rescate de los barcos ilegales que se habían osado surcar el mar. El siguiente paso era vigilar las otras rutas migratorias clave hacia Europa: la ruta de Turquía/Mediterráneo Oriental, la ruta del Mediterráneo Occidental/Atlántico y la peligrosa ruta de los Balcanes Occidentales, con la guerra de Ucrania llamando a la puerta.
“La migración es un desafío común que debe ser abordado conjuntamente por la UE, sus Estados miembros, y los países de origen y tránsito. Con el aumento en un 50% de las llegadas a lo largo de las rutas del Mediterráneo Central y los Balcanes Occidentales, necesitamos intensificar los esfuerzos comunes para proporcionar resultados inmediatos”. Éste fue el discurso de Margaritis Schinas, Vicepresidente del gobierno de la UE, para la promoción de “European Way of Life”.
-El estilo de vida europeo era lo que buscaban los miles de inmigrantes africanos que llegaban vivos o muertos a nuestras costas. Sin nombre, sin cara, sin historia, pasaron a ser simples números que engrosaban la estadística anual. Y Europa tomó la determinación de dejarles a la deriva… Hola, David, te he pasado el DOC-2111/22.
-Gracias Laura, lo estoy procesando para su archivo en un chip seguro. El presupuesto para 2023 del Plan fue de 580 millones de euros, través del NDICI-Global Europe, un programa financiero transfronterizo con programas bilaterales en el norte de África que buscaba detener la emigración irregular en la otra orilla. El dinero se repartiría entre Egipto, Túnez y Libia para que no los dejaran pasar, para que los devolvieran a sus orígenes y olvidaran el sueño de llegar a El Dorado.