La actual situación de crisis sanitaria a nivel global ha ido esculpiendo a lo largo de los meses una nueva realidad a la que enfrentarnos como sociedad. Una realidad que tiene como conceptos base la distancia y en ocasiones el aislamiento social.
Es precisamente esta nueva realidad (aunque ya no es tan nueva, sino algo normal en nuestras vidas durante todo el año) la que ha provocado la implantación acelerada de nuevos modelos de comunicación, relación laboral, comercio y por supuesto la interacción entre el ciudadano y la Administración pública.
En esta no tan nueva normalidad, hemos vivido - y seguimos en ello- un periodo de transformación sin precedentes en la gran mayoría de sectores a una velocidad que jamás hubiéramos imaginado. Una transformación que está suponiendo un cambio profundo de las relaciones laborales internas, externas e intersectoriales.
Por ello y quizá sin ser conscientes, nos encontremos ante la mayor oportunidad de transformación que hemos vivido en los últimos años. La oportunidad de pensar de forma diferente en cómo construir de nuevo una relación que quizá debió ser de otra forma desde el inicio. Quizá ha llegado el momento de romper las inercias del papel y el presencialismo para pasar a los nuevos modelos 100% digitales.
Dentro de este paradigma acelerado, la Administración Pública no puede quedarse fuera del proceso de cambio. De hecho, es uno de los sectores con mayor necesidad de evolución, por la incidencia directa en la vida tanto de ciudadanos como empresas.
Aún con una gran necesidad de evolución y cambio, no debemos caer en la tentación de poner la tecnología por delante de las necesidades, sino al servicio de ellas. Unas necesidades que deben surgir de un replanteamiento profundo del importante papel que juega la Administración pública en nuestra sociedad y como su interacción con empleados, ciudadanos y tejido productivo debe ser rediseñada acorde a la nueva realidad.
De forma continua oímos hablar de fondos y estímulos económicos que tienen como objetivo reconstruir o al menos mitigar el impacto de esta pandemia. Pero quizá debemos emplear esos fondos, no para reconstruir, sino para redefinir la nueva Administración Pública. Sacando el máximo partido a los conocimientos y experiencias adquiridos durante estos años para perfilar un futuro más ágil y eficiente.
Es precisamente esta oportunidad la que nos obliga a pensar más allá de la resolución del problema cotidiano, nos obliga a definir una estrategia de transformación, un camino a seguir en la que todos los actores tengan su espacio y capacidad de contribución.
Una transformación profunda que permita una utilización racional e inteligente de las tecnologías como herramientas de consecución de objetivos comunes.
Juan Ramón Morales es director responsable en Everis de Sector Público y Sanidad en Comunidad Valenciana y Región de Murcia
