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el cudolet / OPINIÓN

Orgullo del Mediterráneo

3/07/2021 - 

Escribir y a la vez juzgar sobre la intimidad de un ser humano es una actitud deleznable. Repugnante. Soez. Y más aún poner en tela de juicio la vida sexual o amorosa de cualquier persona. Ni me gusta filosofar, ni caracolear sobre ello. En esta columna para tal misiva he contado con la ayuda de Luis Zorrilla. El asunto no debería ser tan sensible. Lo es. En otros tiempos, antes del alzamiento del cristianismo, la homosexualidad no era un tema tabú.

Luis es el alcalde pedáneo de El Perellonet. En vez de recibirme en un despacho, no es un hombre de tal ministerios, su función es más terrenal, fijamos el encuentro a pie de pista, en la calle. En concreto en un banco no cualquiera. Me espera sentado. Luis es un tipo paciente. Pausado. De semblante serio. Indio así se declara. Estos días le toca trabajar a fondo. La pedanía que gestiona espera recibir a más de 20.000 personas. Es época del baño. Es verano.

El banco no está elegido al azahar. El banco pertenece al inventario del mobiliario urbano y público que luce con orgullo los colores del arco iris. Es de todos. Luis me espera sentado. Junto a él caben tres personas más. Se encuentra vacío en el momento de la cita. Expresa con mucho orgullo que en El Perellonet caben todos y todas. Como en las tranquilas y azules aguas del mar Mediterráneo que habitan miles de especies marinas.

Luis Zorrilla. Foto: KIKE TABERNER

Charlamos del tema de la semana. De la semana del orgullo. Saca pecho de que en su pueblo la homofobia no existe. No le consta ningún caso. La normalización se palpa. La juventud lo ha normalizado. Cuestiona que nadie debe juzgar el amor entre dos hombres o dos mujeres. “ Sin mariconeos” sacamos a relucir el ejemplo televisivo de como un padre homófobo, Antonio Recio, su hijo Álvaro, pasa a llamarse Alba, y pasa de ser homosexual a transexual. Luis lo toma como ejemplo. A cualquier padre con unos principios opuestos radicalmente a la homosexualidad le puede pasar lo que al mayorista de los congelados.

Seguimos charlando sobre la cuestión y coincidimos que curiosamente algunos de los que se autodefinen liberales son los primeros en cuestionar y dirigir la vida privada de los demás. Los gustos, las filiaciones,  o los amores. Me quedo muy satisfecho de haber hablado con Luis del tema. De poder expresarlo con libertad. A los dos nos han quedado claro dos cosas. El amor entre personas no es evaluable. Luis se levanta del banco. Me estrecha la mano. Y vuelve a repetirme, Pedro, en El Perellonet caben todos y todas. El banco del arco iris seguirá luciendo los colores del respeto y la igualdad entre seres humanos.

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