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la mirada de la 'movida'

Ouka Leele busca su pedacito de València

Menos conocida como Bárbara Allende Gil de Biedma, la creadora de la ‘Mística doméstica’ y fotógrafa no oficial de la Movida madrileña vuelve a la actualidad con el trabajo que la hizo popular en los 80

| 15/07/2018 | 11 min, 7 seg

VALÈNCIA.-  València le dio la oportunidad de reinventarse. Y Santa Bárbara fue su inspiración. Fue hace ocho años, invitada por el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana. Visualizó una performance para una galería, la llamó Santa Bárbara bendita, se fotografió como Santa Bárbara —su santa— y llenó la galería de fotografías retocadas a la acuarela. Conocida como Ouka Leele, el verdadero nombre de esta conocida artista es Bárbara Allende Gil de Biedma, un nombre que aunque camufla no le pesa en absoluto. Y lo que muchos no saben es que para esta artista, la ciudad de València y en su conjunto la Comunitat Valenciana son una fijación. Y precisamente ahora entramos en esa época del año, la del verano, en la que Ouka no duda en subirse al AVE, venirse a una playa a darse un baño, comerse una paella y volverse a su Madrid.

Artista transgresora y genuina, Premio Nacional de Fotografía en 2005 y una de las reinas de la llamada Movida madrileña, deja a un lado su dulzura, discreción, timidez y comedimiento para hablar de La Manada: «La sentencia de La Manada me parece asquerosa y cruel, es una vergüenza y me provoca mucho asco lo que allí ocurrió; necesitábamos una sentencia ejemplarizante». 

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Versátil, indefinible y enemiga del encasillamiento, estos días anda también dándole al carboncillo con su nuevo trabajo, un proyecto sobre el sentimiento de vacío. La artista, cuyas obras se exponen en museos como el Reina Sofía de Madrid o la Fundation Cartier en París, explica en esta entrevista por qué tiene miedo al efecto que causan algunas de sus creaciones. 

Recientemente, la artista ha vuelto a ser noticia por su primer trabajo de juventud, el que le dio visibilidad en los 80. Aquella obra llamada Peluquería, que fusiona la fotografía y la pintura, recientemente ha sido rescatada por una firma de lujo —Loewe—, y sobre estos retratos icónicos pop ha dedicado una colección. 

Con el paso del tiempo, la artista contempla cómo van cumpliéndose sus sueños de juventud, aquellos que eran ver su obra expuesta en el Museo del Prado y sus creaciones convertidas en objetos domésticos útiles, como alfombras, vajillas, bolsos, pañuelos, camisetas… Cuarenta años más tarde, Ouka Leele ha conseguido que su Mística doméstica vuelva, esta vez en forma de objeto, al punto de partida, que no es otro que nuestro entorno cotidiano.

— ¿Quién es Ouka Leele?

­­— Ouka Leele es una artista y la misma persona que Bárbara Allende Gil de Biedma. Solo que al comienzo de mi carrera busqué un nombre que me ocultara, con el que separar mi trabajo público de mi propia identidad.

­­— Tu nombre artístico surge de una constelación de estrellas obra de El Hortelano. ¿Pesaban tanto tus apellidos que te fuiste tan lejos como te lo permitió la constelación?

­­— En absoluto [se ríe]. Mis apellidos no me pesaban. Allende no tiene nada que ver con el que fuera presidente de Chile, y en cuanto a Gil de Biedma, el único peso podría haber sido mi tío Jaime, el poeta, pero él era todo un referente para mí y me inspiraba. Lo que yo busqué fue un nombre que no llevara implícito ni el género, ni la nacionalidad, ni la edad... No me gusta que me etiqueten. Soy como una trucha. Por eso busqué este nombre, tan difícil de etiquetar... que está por encima de cualquier moda.

­­— Te confiesas enamorada de València. ¿Por qué esa buena conexión?

­­— A mi València me inspira. La ciudad me gusta especialmente. Desde muy joven, cuando la visitaba me parecía que siempre era fiesta. Tiene que ver con la gente, con la luz, con la alegría. Es una ciudad en la que parece que siempre es primavera. Me encanta su arquitectura, pasearla… Y cuando voy al Mercado Central siempre pienso que sus vendedoras son para hacerles un reportaje solo a ellas. Siempre ando buscando en la Comunitat Valenciana un sitio de mar que sea ‘mi sitio’, pequeñito, algo misterioso, recóndito... a donde pueda ir. Pero me falta información y siempre acabo en las playas de El Saler. De tanto en tanto, cuando llega el buen tiempo, me da el punto, cojo el AVE y en un día voy, me como una paella, me doy un baño y vuelvo.

«exponer en el prado era mi sueño y en el 2007 lo cumplí. fue una experiencia única, poder trabajar ante ‘las meninas’ y ‘las tres gracias’»

­­— Cuentas que València te dio la oportunidad de reinventarte hace unos años.

­­— Sí, fue gracias a la invitación del Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana. Me propusieron realizar una intervención en un espacio, La Gallera. Y fue increíble. Decidí inspirarme en Santa Bárbara, porque aquel edificio que a mí me evocó a una torre, me hizo recordar la historia de esta Santa, mi Santa, de la que había leído que sus reliquias habían entrado en España por València. Me gusta leer las vidas de los santos.

­­— ¿Cuándo nace Ouka Leele?

­­— Nace con la serie Peluquería. Un trabajo que a pesar de que va a cumplir 40 años —lo hice cuando yo tenía veinte— me vuelve constantemente. Siempre está ahí. En él es cuando comienzo a fusionar la fotografía con la pintura. Estoy muy agradecida a Albert Guspi, mi primer galerista. Le enseñé algunos de mis trabajos y me propuso hacer más obra y una exposición en su galería en Barcelona, pero me dijo que tenía que firmar como Ouka Leele.

­­— Loewe dedicó recientemente una colección a la serie Peluquería, trabajo en el que reinterpretas el oficio del peluquero de una manera muy surrealista. ¿Cómo te has sentido?

­­— Muy feliz. A mí la colección Peluquería me encanta y el proyecto de Loewe ha sido precioso. El diseñador actual, Jonathan W. Anderson, se confesó admirador de mi trabajo y se interesó por Peluquería, que realicé en 1979. Seleccionaron diecinueve imágenes que han llevado a bolsos, camisetas y pañuelos. Y con él se ha cumplido una idea que me rondaba en mis inicios, la de adaptar mi arte a objetos útiles, como ropa, mesas, cortinas... De hecho, uno de mis proyectos actuales es la creación de diseños para alfombras y vajillas. Para las alfombras trabajo con un productor persa, Hamid, y estoy pudiendo ver por vídeo cómo tejen a mano, nudo a nudo, las alfombras en Afganistán. El diseño de vajillas es para la firma HartCollection.

­­— Cuando comenzaste tu carrera, te presentabas en público diciendo: «Yo soy Ouka Leele, la creadora de la Mística Doméstica». ¿Qué queda de aquella Ouka?

­­— Sigo pensando que cada acción ordinaria la podemos sublimar, convertir en arte. Hoy en día Ouka Leele es ‘la libertad hecha persona’ porque no me ciño a un estilo, me dejo llevar. Defiendo el ‘no-estilo’ porque no somos una sola cosa; ni de una sola manera; somos poliédricos, aunque luego el público te quiera encasillar. 

­­— ¿Cómo ha evolucionado Ouka Leele? 

­­— En mi primera etapa, aquella Ouka Leele era una chica muy joven que hacía obra muy sarcástica, llena de humor, ácida, con crítica social, pero una enfermedad hace que me encuentre con la muerte a los 22 años, sufro una profunda crisis de la que resurjo y el resultado es una obra llena de amor a la vida, con mucha profundidad… De esta época son trabajos como Herida como la niebla por el sol o Rappel-Toi Barbara en la Cibeles, en la que representé el mito de Atalanta e Hipómenes, los dos amantes de la mitología que acabaron convertidos en leones por la diosa Cibeles. A partir de esa primera crisis me atrevo más, me siento más segura, mis trabajos son más complejos, utilizo escenas corales con muchos personajes… 

­­— ¿En qué otros proyectos trabajas en la actualidad?

­­— Además del diseño de las alfombras y de vajillas, estoy metida en un proyecto de dibujos al carboncillo que he dedicado al concepto del vacío, para una feria de dibujo. Mi idea filosófica es que yo soy ese cántaro, ese aguamanil… yo soy el objeto, un recipiente vacío, preparado para llenarse de energía divina. 

­­— En tu obra influyen artistas tan dispares como Velázquez o Man Ray.

­­— Man Ray me dio la llave para ver la fotografía como arte, jugar con ella y volar libre con la realidad como instrumento. Velázquez me inspira desde siempre porque cuando vas a El Prado y miras sus cuadros, te das cuenta de que todos sus personajes nos cuentan alguna historia. Las Meninas te miran y te cuentan su historia, y eso quiere ser la serie Peluquería.

­­— ¿Te arrepientes de alguna historia contada?

­­— Me arrepiento de si al crear una imagen he podido hacer daño a una persona. Yo hice una fotografía de un hombre que él mismo se apuntaba con una pistola a su cabeza —que acabó siendo portada de un disco de Ilegales—, a ese hombre no le pasó nada pero, otro día, haciendo pruebas de pegamento, puse una foto de otro conocido mío sobre esa misma foto, y luego esa persona sí acabó pegándose un tiro en la cabeza. Y observo que algunos de mis trabajos actualmente influyen en la vida de algunas personas. Me refiero a Peluquería. En aquel trabajo los modelos eran personas amigas y conocidas, y uno de ellos me dice últimamente que desde hace años está rodeado del objeto con el que lo pinté. Dice que lo está pasando mal y me pide que le pinte una ‘foto-antídoto’, y voy a tener que hacerlo.

­­— ¿Qué opinas del caso La Manada?

­­— Una sentencia como la que se ha hecho para La Manada es un insulto a toda la sociedad. No me cabe la posibilidad de que unos jueces no tengan formación ni cultura para, por lo menos, haber leído la definición de la palabra violación en el diccionario. Supongo que a un hombre, en esa misma situación, le daría el mismo miedo y le dejaría paralizado y humillado. Necesitábamos una sentencia ejemplarizante. 

­­— Has tenido la suerte de reinterpretar el Museo del Prado, en una exposición colectiva, junto a García Rodero, Gordillo, Barceló y Chillida.

­­— Exponer en El Prado era mi sueño y en 2007 lo cumplí. Fue una experiencia única, poder trabajar en vivo, a museo cerrado, ante Las Meninas y Las Tres Gracias de Rubens, y con la que era la primera bailarina del Ballet Nacional.

­­— Se dice que tu humor surrealista era tendencia entre los precursores de la Movida madrileña: Pedro Almodóvar, Alaska, Agatha Ruiz de la Prada… ¿Qué aportaste en aquella época?

­­— Eso lo tendrían que decir ellos, pero creo que aportaba creatividad, color, mi mundo interior… Allí no había un estilo único.

­­— En aquella época, ¿con quién tenías más relación?

­­— Con el dibujante Ceesepe y con El Hortelano. De mi época en Barcelona veía mucho a Mariscal y a Barceló, entre otros. En Madrid, en esa época, quedábamos todos en el Rocola y en el Sol. Allí estaba Alaska, Ana Curra, los Gabinete, los Radio Futura con Santiago Auserón y sus hermanos… Cuando yo conozco a Alaska ella tenía trece años y yo diecisiete, pero a pesar de lo joven que era ya veías a una mujer muy inteligente, precoz. Y conectadas con la moda estaban Agatha Ruiz de la Prada y Sybilla que, por cierto, ha vuelto a la moda. Acaba de abrir tienda en Madrid. 

­­— ¿Echas de menos a alguien de aquella época?

­­— Tengo un recuerdo increíble de Carlos Berlanga, valenciano por cierto.

­­— ¿Es verdad que eres récord de asistencia en las salas en las que expones?

­­— Sí, eso es verdad. Eso me dicen siempre en los museos y salas donde expongo. Y yo creo que es porque mi arte es para todos los públicos.

­­— ¿Podemos ver actualmente el proyecto Peluquería?

­­— Sí. Ahora está expuesto en la galería Flecha de Madrid. Consiste en una producción realizada a partir de las fotografías originales que hice en los años 80.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 45 de la revista Plaza (julio de 2018)

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