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PUNTO DE PARTIDA / OPINIÓN

Para los futuros periodistas

14/07/2022 - 

Qué me impide justo hoy tensar hasta un nuevo límite mi relación con este político, me pregunté al colgar el teléfono. Acababa de hablar con un colaborador que quería venderme el siguiente tema: un año después de que el candidato a la alcaldía de Tortosa por CiU, Ferran Bel, prometiera en plena campaña para las municipales una inversión de 100 millones de euros para desdoblar el eje del Ebro si su partido ganaba las elecciones, el secretario de Infraestructuras de la Generalitat, Ricard Font, confirmaba a nuestro medio que aquello estuvo muy bien como claim político pero que no había ninguna intención de llevarlo a cabo. Era la primavera de 2016, yo trabajaba como responsable de informativos de un medio de comunicación privado de les Terres de l’Ebre y al recibir la pieza producida por dicho colaborador me vine arriba. “Oye, Dani, está de puta madre. Voy a abrir con esto”.

La noticia era objetivamente impecable. En poco más de un minuto nos dedicamos a explicarle a nuestra audiencia que la principal promesa electoral del que efectivamente llegó a ser alcalde de Tortosa en 2015 no era más que un camelo convergente que nunca llegaría a materializarse. Y, claro está, al salir de plató me llamaron a filas para tocarme la cresta. ¿El motivo? El Ayuntamiento de Tortosa regaba con 30.000 eurazos al año el medio para el que yo trabajaba y por ello a mí no se me permitía arañar la espalda del alcalde que estaba enjabonando la mía. Y es de justicia señalar que en esa ducha de favores mutuos no solo nos dábamos cita él y yo. Allí metidos había más políticos, más mandatarios de los consejos comarcales y de la diputación, había empresarios locales –algunos incluso con participaciones en la propiedad del medio de comunicación- y, obvio, estaban también los directivos de la Repsol de Tarragona. Nunca se podía informar en negativo de nadie de ellos de la misma manera que tampoco se ha podido informar nunca en negativo del fabrismo guión Porcelanosa en Castelló o del aragonsesismo del PAR guión Motorland en Teruel.

Con sus más y con sus menos pero esto es básicamente lo que sucede en el entresuelo de la política. Es lo que incluso podría confesarte el alcalde de tu pueblo cuando en una noche informal de gin-tonics le acabas diciendo medio en broma y medio en serio que has leído la entrevista que le han publicado en el Mediterráneo a página completa y que está muy bien pero, escúchame, se te ve raro en la foto. Y el alcalde entonces se ríe y te suelta que “¿sabes cuánto me han cobrado los hijos de puta del Mediterráneo por esa página?”. Y entonces te arroja una cifra que siempre es más alta de la que te esperas y no vas más allá porque son las tres de la madrugada y estás pedo pero a la que te despiertas al día siguiente piensas, joder, este cabrón se ha gastado tropecientos pavos del dinero de todos para darse autobombo en un periódico.

Foto: PEXELS/PIXABAY

Lo que más me gusta de ir subiendo peldaños en el ménage à trois entre políticos, empresarios y periodistas es que no tengo dudas de que lo que acontece en las altas esferas del sistema es exactamente igual de cutre que lo que vemos a nivel local. Yo qué sé, hubo un miembro de la Familia Real condenado por corrupción que firmaba sus correos como ‘El duque emPALMAdo’ y también se ve que durante décadas el juego político en este país lo ha marcado un comisario con boina que a la que te ha cogido un poco de confianza te habla como si quisiese lamerte los pezones. Aquí todos se enjabonan las espaldas en conversaciones que quieren darse aires de Ocean’s eleven pero que a duras penas derrochan más elegancia que una reunión de la comisión de fiestas de Villahermosa del Río. Y resulta jodido porque a la vez que ves que el futuro de todos nosotros como sociedad está en manos de gente muy chunga también percibes que esa gente tan chunga protagoniza despliegues muy mediocres de la escenografía de la coerción, esa que precede a la fuerza bruta de los apuñalamientos y de las penas de prisión dictadas desde la cloaca.

El periodista David Jiménez publicó en 2019 su efímera experiencia al frente de El Mundo (El director, Libros del K.O.). En su libro detalla los tejemanejes que hicieron que alguien que llevaba dos décadas como corresponsal de la cabecera fuese fulminado del puesto de director en poco más de un año. Los Acuerdos que llevaron al IBEX a poseer todos los grandes medios de comunicación tras la crisis, el férreo control de la información por parte del entonces gobierno central, las dinámicas que se habían instaurado en las tertulias televisivas bajo el mandato de Mauricio Casals aka El príncipe de las tinieblas en el consejo de Atresmedia… La dedicatoria que abre el relato de su experiencia fallida es maravillosa: “Para los futuros periodistas”.

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