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el cudolet / OPINIÓN

El pase 'pernocta' para festejar la Nochevieja valenciana de 1987

31/12/2022 - 

En las tabernas sueles toparte con sabelotodos, borrachines y personas extraordinarias. Sin salir de la barra es otra forma de viajar a través de las experiencias de otros. Casi siempre en pasado, el futuro es incierto. A Javier lo conocía de vista. Un hombre de gran percha, fumador empedernido, y de semblante serio parecía algo tímido en primera instancia. Nunca hay que juzgar, si lo haces en exceso te atiborras de muchas sorpresas en el sendero de la vida. Una vida que desde que le perdí la virginidad siempre o casi siempre está en crisis.

Ambos frecuentábamos, en los mismos horarios, una cervecería en un municipio próximo al mio. Me despertaba mucha curiosidad e interés poder interactuar con él, porque aparentemente en la reserva, era el único cliente que leía un diario todos los días de la semana. Además de tomar todas las consumiciones en vaso de tubo. Desconocía su pasado laboral, su experiencia en la vida, y que función le había podido permitir costear las facturas para poder arribar a final de mes.

El día que me presenté, mi pronóstico apenas bailó algún número, Javier procedía del mundo de las letras. Durante la tertulia hablamos de los pinitos que había realizado en el mundo periodístico. Su primer contacto con los tabloides fue en 1981 para la La Verdad Hispana. Escribió algo relacionado con los orígenes de la tuna. El siguiente escrito fue para la ya desaparecida Hoja del Lunes, y fue un veintiocho de diciembre de 1987, no pudiéndolo rubricar.

Foto: ZEEPICTURES/PEXELS

Le tocó informar sobre la rocambolesca noticia del permiso, que cualquier ciudadano debía solicitar a las autoridades valencianas para poder salir en Nochevieja. La columna, en su preámbulo, al estilo Tierno Galván cubría el bando publicado por el Consistorio con el fin de prevenir a la seguridad ciudadana de actitudes impúdicas durante los festejos del cambio de año.

Los propietarios de bares y salas de fiestas deberían realizar una declaración de carácter jurada sobre el comportamiento cívico de sus clientes, no pudiendo proferir insultos al clero ni a la curia gubernamental. Además cualquier valenciano o valenciana para concederle y solicitar tal visado debía haber salido al menos cincuenta noches durante las cuatro estaciones. Estaban exentas las visitas a velatorios o a hospitales.

Aquel bando dictado por un Ayuntamiento gobernado por Ricardo Pérez Casado, para una ciudadanía que vivía la ruta con guiños a la movida tenía esencia berlanguiana. No me lo podía creer, y Javier en actitud jocosa y finalizando la conversación me aclaró que era una inocentada. Algunos lo creyeron, otros no, y así quedó en una broma. Por desgracia hasta las inocentadas van teniendo menos fuelle y poca repercusión en una era de pulgar sometida a la cultura de las fake news. Lo dicho, ¡el año empezó cómo terminó, en crisis! Bienvenido al 2023.

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