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la nave de los locos / OPINIÓN

Muy pronto prohibirán a Britney Spears

Foto: Kay Blake / ZUMA Wire / dpa

Britney Spears tiene los días contados. Hemos de decir adiós a su música y sus caderas. El Gobierno puritano de izquierdas la prohibirá, como tantas otras cosas. Son tiempos de censura e intimidación     

5/12/2022 - 

En el confín del mundo, muy cerca de Pilar de la Horadada, donde miles de mosquitos hablan con acento murciano, mato mis ratos libres leyendo a Balzac y viendo videos de Britney Spears. En esta extravagante dualidad estética y moral se me van las horas de la tarde y algunas de la noche (cada vez duermo peor), y no trato de buscarle un porqué. Sucede, y eso es todo.

De Balzac y su Comedia humana, inabarcable para un lector con escaso tiempo, no hablaré esta vez. Lo hice, hace unos meses, cuando comenté la película francesa Las ilusiones perdidas, basada en una novela suya. En esta ocasión me centraré en Britney Spears porque creo que el asunto lo merece.

Los seguidores de la reina del pop estamos exultantes con su regreso. Rota la tutela que le imponía su padre, la cantante ha vuelto con la canción Hold me closer, cantada a dúo con el gran Elton John. Es un tema pegadizo, entre el pop y la música disco, que a sus fans nos encanta. No dejo de escucharlo y bailarlo. La artista de Misisipi no había lanzado un disco desde Glory (2016).

Foto: EFE/Paul Buck

Si la canción Hold me closer es buena, el vídeo es mejor. Algún crítico progresista, en caso de atreverse a verlo, lo atacará por superficial,  escapista y vacío de cualquier propuesta para mejorar el mundo y, en especial, la vida de los desfavorecidos. No hay guiños para ninguna de las cien minorías. Pop sin pretensiones, facilón, sólo apto para una audiencia no demasiado exigente.

La suerte del mundo importa un carajo

Tales críticas, en caso de producirse, nos resbalarían. A estas alturas, la suerte del mundo nos importa un carajo. Nuestros objetivos en la vida son muy modestos, como contemplar a una bellísima y escultural Britney Spears (¡quién diría que tiene 40 añitos!) contoneándose como una zagala en el video que promociona la canción. ¡Tantos años persiguiendo a las morenas (es un decir, chicas, tranquilas) y ahora sólo las rubias me hacen tilín! Por eso me fijo tanto en las diputadas del PP.

Elton John. Foto: Suzan Moore / PA Wire / dpa
El vídeo de la cantante yanqui destaca por su sensualidad: parece grabado en los ochenta, fruto de aquel espíritu de libertad que nos hizo estudiar en profundidad a  Sabrina en un especial de Nochevieja. ¿Os acordáis? En el video, Britney aparece en lencería fina de color negro; baila sobre unos taconazos de infarto, presume de ligueros, enseña un escote que provoca vértigo y hasta cambia la lencería por el cuero para complacer a mentes aguerridas… En fin, un video para un público masculino y torrentino que se bate en retirada, entre las collejas de los espíritus biempensantes. En meses o semanas será prohibido por sexista (dado que ofrece una imagen cosificada de la mujer), por orden de la Sección Femenina del Ministerio de Igualdad.

“Nos hemos acostumbrado a vivir en un régimen despótico y nada ilustrado, con apariencia democrática”

Pero muy pocos protestarán por esta prohibición. Nos hemos acostumbrado a vivir en un régimen despótico y nada ilustrado, con apariencia democrática. Cuando socialistas y comunistas formaron Gobierno hace tres años, sus payasadas nos hacían gracia; ahora nos estremecen porque quieren acabar con nuestras libertades. Unas semanas censuran el cartel inocente de una bodega leonesa y otras persiguen las “miradas impúdicas” en el trabajo, como en los tiempos del nacionalcatolicismo.

Último acto de libertad

Ver y escuchar a Britney Spears es uno de los últimos actos de libertad que nos queda antes de que se cierre el círculo de esta dictadura. Cada semana hay una nueva ley, un decreto o una orden que prohíbe hacer algo, con multas para los infractores. Este Gobierno aterrador todo lo regula, lo constriñe, lo limita, lo censura, lo vigila; este nefando Gobierno persigue todo y a todos los que atacan su proyecto totalitario.

Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 e Irene Montero, ministra de Igualdad. Foto: Fernando Sánchez / Europa Press

No hay nada que renuncie a controlar de nuestra vida privada: lo que comemos y bebemos, el sexo que practicamos, el transporte que usamos, el lenguaje que empleamos, la energía que consumimos, el dinero en efectivo que escondemos. Lo próximo en perseguir serán los libros, con la quema simbólica de ejemplares de Quevedo, Cela y Henry Miller, y la música.

Sólo se permitirá escuchar en su integridad a Ana Belén y Víctor Manuel, Rosa León, Serrat e Ismael Serrano. Sabina, por tibio, estará en cuarentena. El españolazo Bisbal verá cómo su repertorio es expurgado de sus letras más atrevidas; los discos del franquista Raphael sólo se podrán encontrar en la deep web, y Britney Spears será incluida en el Índice de Artistas Prohibidos.

La Santa Inquisición, derogada por el Gobierno de Francisco Martínez de la Rosa en 1834, ha resucitado por obra y gracia del líder socialista.   

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