Una nave alienígena aterriza en la Barcelona preolímpica. De ella bajan Gurb y su comandante dispuestos a explorar la Tierra. Gurb desaparece en un Cabify tras adoptar la apariencia de Marta Sánchez y cantando el himno español con voz queda y pegajosa. El comandante comienza la búsqueda de Gurb anotando en su Diario de a bordo todas las vicisitudes que se encuentra en el nuevo mundo bajo la apariencia de Carles Puigdemont, ataviado con un lazo amarillo en la solapa.
La primera noticia con que se encuentra el comandante de la nave es que no hay noticias. Los medios de comunicación acaban de suprimir los espacios informativos en todos sus formatos: escritos, audiovisuales, radiofónicos… No hace falta que los periodistas informen de la actualidad cuando cualquier ciudadano real o imaginario puede subir información a sus redes, real o imaginaria. Sin control. Es el paraíso de las fake news y de las realidades alternativas. ¿Saben lo que significa eso? Que si no me gusta lo que pasa, me lo invento. “Sin noticias de Gurb”, anota el comandante en su diario tras una primera jornada sin noticias, literalmente.
Sigue su búsqueda por un mundo imaginario. Y se topa con Marta Sánchez, pero la real, en el centro de una aglomeración roja y amarilla. Se le echan encima al comandante Puigdemont clamando contra su lazo amarillo. Se topa de bruces contra otra aglomeración, en este caso amarilla…, pero para entonces ya ha perdido su lazo. “Sin noticias de Gurb”, escribe el comandante tras percatarse de que Marta Sánchez se le ha escapado.
Vuelve a caer en otra aglomeración. Ésta es negra. Parece que son mujeres, pero no lo puede asegurar porque cubren sus cuerpos desde la cabeza hasta los pies, y en algunos casos hasta sus manos con guantes. Claman las bondades de ocultar su cuerpo impuro ante los ojos lujuriosos de los hombres e invitan al resto de mujeres a celebrar el Día Mundial del Hiyab. No ve a Marta Sánchez entre la multitud. “Sin noticias de Gurb”, repite el comandante en su cuaderno (de papel).
Esta Barcelona más que real es el reflejo del mundo al que nos abocamos, el de una Europa efímera y cada vez menos libre, que nos engullirá como el agua que se cuela por el fregadero, como un torbellino, girando en el sentido de las manillas del reloj -esto, en el hemisferio Norte, que es el que nos ocupa-. Y, hablando de relojes, ya ha comenzado la cuenta atrás. El canal de televisión Cuatro acaba de suprimir los informativos diarios de su parrilla y parece que a nadie le ha importado. No hemos visto manifestaciones en las calles pidiendo a gritos libertad y derecho a la información, ni el resto de medios ha alzado la voz, ni las asociaciones de periodistas han pasado de lanzar su tímido comunicado, por si los poderes fácticos se enfadan. Esto es más fuerte y peligroso que estar sin noticias de Gurb.
Instalados en el absurdo, la deriva nacionalista a ambos lados del Ebro lanza dardos envenenados intentando descalificar y, sobre todo, deslegitimar al otro. El nacionalismo español bicolor se enfrentará al nacionalismo catalán en las urnas y en las calles, en una lucha fratricida que buscará acercar al otro al populismo que ya cabalga por Europa. Esta fractura de la sociedad tendrá su reflejo más oscuro en las elecciones al Parlamento Europeo, donde los partidos de extrema derecha aspiran a lograr un asalto tan memorable como el de la Bastilla. Sin noticias de Marta Sánchez, ni siquiera abanderada pecho al aire, ni de Gurb.
¿Pero quién ha dicho la palabra pecho? ¡Anatema! La lucha contra el movimiento feminista y la igualdad de las mujeres, abanderada por el hombre-blanco-hetero-cristiano-machoalfa, no choca sino que se cruza con el movimiento liderado por la mujer-buenamusulmana-velada-esposaymadreenlavida. Están ahí, cogidos de la mano. Lo celebraron hace dos semanas por las calles de Elx, por toda Europa y el mundo entero: el Día Mundial del Hiyab, como si fuera motivo de alegría. Obviando y olvidando, ocultando los miles de mujeres en el mundo que mueren a latigazos, lapidadas o encarceladas por no querer ser una buenamusulmana, por no querer ser diferente al hombre en derechos. “Sin noticias de Gurb ni del pecho de Marta Sánchez”, reitera el comandante en su Diario de a bordo.
Y está pasando que Europa no va a ser ajena a este pensamiento ni a este movimiento. Lo reivindicaban las mujeres danesas de la mano de Amnistía Internacional hace unos meses por las calles de Copenhagen -se han lucido…-, ante la ley que prohibe el velo que cubre la cara de las mujeres. El de los hombres aún no lo reivindica nadie. Espero las manifestaciones de los activistas de derechos humanos pidiendo la vuelta al Reino Unido de la joven de 19 años, embarazada, que hace cuatro años escapó del colegio con dos compañeras para unirse al Estado Islámico en Siria. Allí perdió a su marido yihadista y a dos hijos, espera el tercero y quiere volver a casa porque el Califato no es un buen lugar para criar un niño, mejor en Europa con todas las libertades y derechos que negamos a otros y donde no caen bombas, al menos desde el cielo y donde soy libre para pedir que se aplique la sharia al resto de las mujeres. Porque Shamima Begum no se arrepiente ni lamenta haberse ido a hacer la Yihad. “Cuando vi por primera vez una cabeza cortada en un bidón, no me alteré para nada. Era un combatiente capturado en el campo de batalla, un enemigo del Islam”, ha dicho reivindicando su derecho a volver como ciudadana británica que es. Su país se lo está pensando… y su familia también. Sin noticias de Gurb ni de Marta Sánchez.
Pero Shamima Begum no estará sola. Junto a ella, están los retornados de la Yihad que, como ella, siguen huyendo de la derrota del Estado Islámico y los prisioneros en campos kurdos que acabarán en las cárceles europeas. Trump lo ha dicho claro, otra vez, exigiendo al Reino Unido, Francia, Alemania y otros aliados europeos que recobren a los más de 800 combatientes del Estado Islámico capturados en Siria para juzgarlos. Además, un tercio del millar de yihadistas alemanes que viajaron a Siria en los últimos seis años ya han regresado. Las cifras hablan de unos 6.000 entre combatientes, mujeres y niños que volverán a Europa, con o sin control. No, ésta no es ni será la Barcelona preolímpica. Sin noticias de Gurb, comandante Mendoza.
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