Tatuaje, el arte bajo la piel llega al museo

VALÈNCIA. Esto va sobre el tatuaje, o dicho en inglés Tattoo. Algunos dicen que esta palabra viene de un término polinesio que significa “herida abierta en la piel”, mientras que los propios polinesios aseguran que "Tatau" viene del sonido que hace la cuchilla entintada sobre la piel, que suena así: “Ta-tau, Ta-tau” y seguramente se oiga algún “Au” más quejicoso de por medio. Dos cosas hay claras sobre los tatuajes: causan dolor y son todo un arte, y como arte merece ser reconocido y celebrado.

En el CaixaForum de València se les rinde homenaje a través de Tattoo. Arte bajo la piel, una muestra que deja al descubierto la historia del tatuaje rompiendo las fronteras geográficas y paseando a través de todos los estilos: desde los tatuajes más tradicionales hasta las técnicas más nuevas, algunas más o menos dolorosas pero todas ellas dejando un surco en la piel para siempre. 

Esta muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 27 de agosto, nace de una colaboración con el museo francés Quai Branly Jacques Chirac, que en el año 2014 decidió elevar este arte bajo la piel a la calidad de museo, con la intención de introducirlo en las conversaciones públicas. Explica Christine Drouin, directora de Desarrollo Cultural del museo francés, que esta es su oportunidad para dar el valor que merece al tatuaje y "recordar su existencia milenaria", que a su vez se va renovando a través de nuevas técnicas e historias: “Contamos un relato que sigue construyéndose gracias a diferentes tatuadores y tatuados, que han viajado a través de distintas épocas y continentes. Es la propia práctica del tatuaje la que cuenta la efervescencia de una historia que no deja de evolucionar”. 

Se cuenta a través de sus protagonistas que tal y como explica el coordinador expositivo, Adrien Flament, "son los que empleaban el tatuaje como elemento distintivo dentro de su propio país y según qué culturas". Eliminar la barrera gráfica en solo una sala de museo es lo que permite en cierto modo comprender este arte en su totalidad: desde la historia del tatuaje de los rusos y como este les permite distinguirse entre las mafias hasta el pueblo indígena japonés ainu, que marcaba a sus mujeres con un llamativo tatuaje de un bigote para prepararlas para el matrimonio. 

Cuenta Flament, a modo de anécdota, que unos de los grandes propulsores de la cultura del tatuaje fueron los marineros estadounidenses, quienes lograron, gracias a los viajes, empaparse de sus historias antes que ningún europeo. De querer llevarse un “souvenir” en la piel nace la manera de marcarse, que pronto empezó a envidiarse por el mundo entero.

Poco más tarde en los propios circos de Estados Unidos había un espectáculo que consistía en llevar a un tatuador con maleta y todos sus materiales a hacer algún flash, que son las piezas que se llevaban ya dibujadas directas para calcar en la piel. Más adelante surgirían los famosos tatuajes que llevaban los pandilleros para reconocerse y los que contaban los delitos de los presos: “Al final es un signo de identidad que se mueve entre culturas, y haría falta viajar por todo el mundo para comprenderlo”, comenta Flament, “entre culturas tiene un lenguaje y a lo largo del mundo se comprende de otra manera. En esta muestra ponemos al mismo nivel el tatuaje popular y el tradicional”. 

Entre las paredes se cuentan todo tipo de historias: desde aquella vez que algunos miembros de la familia real inglesa fueron a tatuarse a Japón hasta la tradición tailandesa de "renovar la magia del tatuaje" a través de las nuevas tintas, proceso que se explica a través de un vídeo de lo más impactante. Tattoo. Arte bajo la piel toca todo tipo de palos -y agujas- para contar la historia desde los primeros tatuajes encontrados en las momias del antiguo Egipto hasta las nuevas incorporaciones estilísticas de los tatuadores contemporáneos, que también tienen su hueco a lo largo de la exposición. 

Dentro del CaixaForum València se exponen una veintena de torsos, piernas y brazos de silicona que han sido intervenidos por grandes maestros de todo el mundo, tales como Filip Leu, Colin Dake y Mak Kopua. La directora del Área de Exposiciones y Colección de la Fundación “la Caixa”, Isabel Salgado explica que todos estos modelos hiperrealistas se van engrosando conforme la exposición se mueve por el mundo. En la muestra ahora cuentan también con los tatuajes de la madrileña Laura Juan, con una obra que reflexiona sobre la pandemia, antes de que las agujas de la vacuna pudieran surtir efecto. 

Estos torsos desnudos “contemporáneos” reflexionan con tantos otros con técnicas más tradicionales aplicadas, y realizadas de la mano de tatuadores de todas las partes del globo por las que ha estado la exposición: Los Ángeles, Moscú, Taiwán…  Y París, donde en el momento en el que inauguraron la muestra tuvieron claro que para contar esta historia hacía falta contar con cuerpos, aunque fueran falsos, tatuados. Una atracción a contemplar por aquellos visitantes entintados que podrán imaginar el dolor al que se han sometido los modelos de goma. 

Por otra parte, Flament, contempla la muestra como una forma de plantear una mirada única sobre esta técnica ancestral: “Contamos con objetos, artefactos y con un enfoque contemporáneo sobre toda esta historia. Hay documentos que nunca se habían traducido y se puede ver la evolución del tatuaje a través del recorrido, que ahora sirve como un lenguaje común entre países y colectivos marginales”. La muestra la divide de esta manera en cinco secciones clave: De lo global a lo marginal, De Asia a Europa y Estados Unidos, El renacimiento del tatuaje tradicional, Nuevos territorios del mundo y finalmente El tatuaje en la actualidad, sección que despide la exposición en la que se demuestra que las tendencias siempre vuelven y que la actualidad se tiñe constantemente de los elementos clásicos.