Hoy es 8 de octubre
VALÈNCIA. Pues sí, al final hemos tenido indultos. Pedro Sánchez entra ya en la Historia de España como el presidente con la mayor traición consumada al Estado de Derecho. La liberación de todos los condenados por el golpe de estado del 1 de octubre de 2017 en Cataluña consuma lo que todos ya sabíamos: Sánchez nos toma a todos por tontos. Miente más que habla. Miente, con pleno convencimiento de que podrá pisotear todas y cada una de las declaraciones que haga en pro de una “concordia” que todavía nadie entiende. Porque no puede haber concordia si los delincuentes que liberas rechazan cualquier tipo de arrepentimiento y, peor aún, aseguran en la misma puerta de la prisión que se reiterarán en la comisión de su delito. Y no hablamos de robar unas gallinas, no. Atentaron contra la indisoluble unidad de la Nación española. En directo. Sin cortarse un pelo. Lo dicho. Sánchez menosprecia nuestra capacidad de juicio y ningunea nuestro intelecto como pueblo.
Sinceramente lo que más me duele como española no es en sí ver desfilar victoriosos a una panda de delincuentes condenados por atacar a mí país. Lo mas deshonroso y doloroso que he podido vivir es la humillación al Presidente del Gobierno del Reino de España -nada menos- que el pasado miércoles el golpista Rufián evidenció a la vista de toda España desde la tribuna del Congreso de los Diputados. El apoltronado republicano puso a Sánchez frente al espejo. El apoltronado “monclovita” agachó la cabeza. “Dijo que no habrá referéndum. También dijo hace unos meses que no iba a haber indultos. Denos tiempo”. Increíble. Vergonzoso. Humillante. Hoy en España los delincuentes ríen. Los patriotas lloramos de impotencia.
Hay algunas voces -susurros, más bien- dentro del Partido Socialista Obrero Español que se hacen los indignados en petit comité, pero no mucho, porque los tentáculos de Iván Redondo son muy largos y el mantenimiento del goloso sillón no deja de ser la máxima prioridad de los socialistas con mayores tragaderas. Que no se entere el jefe que estamos en desacuerdo. Le criticamos en el pasillo y le aplaudimos efusivamente en los plenos. Pero que nadie se venga a engaño. Sánchez representa el espíritu del verdadero PSOE. Del PSOE de los 142 años de pillaje y rapiña a veces con y a veces sin guante blanco. Del PSOE desleal con España y los españoles. Del PSOE que en el momento de la verdad antepone sus intereses partidistas a los intereses generales. Desde su fundación allá por 1879 no han abandonado el marxismo, simplemente lo han ocultado bajo la cortina de una falaz socialdemocracia en los momentos en que así se requería con el único fin de poder ganar elecciones. La traición a España está en su ADN. Sánchez es, quizá, el último socialista. El máximo exponente de la ignominiosa historia roja de España.
En el Congreso, Santiago Abascal lideró -de nuevo- la oposición frente al “felón mayor del Reino”. Y lo hizo invitando -de nuevo- a Pablo Casado a que esta vez tuviera la valentía suficiente de presentar una moción de censura frente al gobierno golpista. Usted dirige el grupo de la oposición con más diputados. ¡Haga algo! Hasta la “correctita” Inés Arrimadas se sumó a Abascal en su petición a un acongojado Casado que no sabía muy bien donde meterse. Y Pablo salió a la tribuna. Subió los escalones uno por uno con el pecho inflado y la cabeza alta. La Cámara Baja guardó silencio ante la más que posible vuelta de un PP dispuesto a liderar la respuesta al socialismo. Pero solo se limitó a reiterarle a Sánchez su ruego para convocar elecciones. Al palo. Al final volverá Vox a hacerse cargo de la situación. Como siempre.
La generosidad de Abascal de no reiterar una moción de censura tan necesaria como esperada por los españoles no obtuvo respuesta alguna. Algún diputado popular espetó que “no dan los números”. Pues a Sánchez tampoco le daban los números cuando echó a Mariano Rajoy de un gobierno sustentado por partidos como el PNV. Desconozco la causa por la que Casado se niega a iniciar una ronda de contactos con diputados de formaciones minoritarias que en su día dieron la mayoría a Sánchez. “¿Le ha preguntado al diputado de Teruel o a los canarios que opinan de los indultos?” Abascal tenía razón. No sabemos que es lo que limita la acción de Casado. No sabemos si es por incapacidad, por terror a verse en Moncloa o simplemente es por la lealtad al Presidente del Gobierno que aprovecha a evidenciar cada vez que Pedro Sánchez se lo requiere. Es un auténtico misterio.
El Gobierno de Sánchez está declarado en ruina técnica pero el PSOE se sustenta sobre fuertes cimientos compuestos por innumerables capas de vergüenza y humillaciones a todo y a todos. Por no hablar del hormigón armado que forma la cara del Presidente. España está en riesgo de convertirse en un estado fallido dentro de Europa, en una “república bananera” que cada día nos parece más cercana. Ya sabemos lo que es el PSOE. Ahora hay que ponerle solución.
Esta es una verdad incómoda, pero alguien tenía que decirlo.
Ana Vega Campos es diputada y portavoz de Vox en les Corts