Apostó por trabajar para sus clientes y hoy se muestra feliz de aquella decisión. No tanto con la situación de los mercados y de las sicavs, cuya valoración sobre la nueva normativa es que «se las han cargado»
VALÈNCIA.- Vicente Gil Cervera (València, 1972) se labró su futuro profesional en el sector financiero por casualidad: «Acompañé a un amigo que tenía unas pruebas de selección y por no quedarme solo las hice también (sonríe)». Eso fue hace más de dos décadas, cuando este licenciado en Economía por la Universitat de València comenzó a trabajar en Morgan Stanley, donde se dio cuenta de que «estaba capacitado para trabajar en la banca»; luego pasó por el Banco Santander —«se abrieron ante mí las puertas del ‘paraíso’ de la gestión patrimonial»—, y finalmente en Andbank, donde consolidó su experiencia «y las ganas por mejorar». Así lo explica a Plaza este enamorado de cualquier actividad relacionada con la naturaleza, como la equitación y el esquí.
Camino de cumplir una década en Andbank —desde hace tres años como agente de banca privada—, reconoce que «fue un orgullo haber sido banquero fundacional de un proyecto de banca privada que, diez años después, se encuentra entre los mejores de España».
¿Por qué decidió dar el paso de hacerse agente? «Llega un momento en que tienes que decidir para quién trabajar y yo lo tuve claro: para mis clientes», responde el financiero valenciano que ocupó puestos de responsabilidad en las tres entidades por las que pasó.
Para Vicente Gil sí ha habido cambios en la gestión patrimonial desde que comenzó a trabajar en ella. «Ahora disponemos de mucha tecnología, que nos ayuda a ser más eficientes. Los clientes cada vez tienen más información y hay una feroz competencia en la banca privada. Pero el cambio más importante en los últimos años se debe al concepto de mercado financiero, que ha pasado de representar a la economía real a suplantarla, influyéndola y determinándola. Se trata de un cambio de rol que muchos continúan sin entender», explica.
Con certificado EFA y máster en Bolsas y Mercados bajo el brazo, Gil tiene claro que «el asesoramiento financiero personalizado tiene un gran futuro». Tanto, que recomienda a todo aquel que quiera hacerse un futuro profesional en este sector que «si le gustan los mercados, la formación continua, el uso de la tecnología y el trato con los clientes, sin duda este es su camino».
¿Qué tiene que tener todo banquero privado que se precie de serlo? «Valores como la honestidad, la transparencia y el compromiso con el conocimiento financiero. Además, escuchar con mucha atención a los clientes y adaptar los deseos e inquietudes a las carteras, con una construcción más artística que técnica, en muchas ocasiones. Si lo consigue, nadie hará las cosas como él, por lo que será único para sus clientes. Debe sentir que su trabajo aporta valor a la sociedad, pues somos capaces de ayudar a las personas e instituciones a canalizar adecuadamente sus ahorros generando impactos positivos».
En las últimas fechas, Carlos San Juan ha provocado una especie de catarsis con la campaña Soy mayor, no idiota, para que el sector adopte medidas para los clientes de más edad, que no están familiarizados con las nuevas tecnologías. Al respecto, Gil sostiene que San Juan tiene razón porque «cualquier proceso de transformación genera efectos secundarios no deseados, y nuestros mayores tienen derecho a un tránsito algo menos agresivo. Se junta la digitalización con un proceso de consolidación bancario, que continuará reduciendo los servicios presenciales, pero no solo en la banca sino en todos los sectores en general».
Como experto en la gestión de grandes patrimonios y ante el final de las sicavs, por los nuevos requisitos que entraron en vigor el pasado 1 de enero, surge la pregunta: ¿Estamos ante el fracaso de este vehículo financiero —y con ello con treinta mil millones de euros que buscarán refugio en otras jurisdicciones, principalmente Luxemburgo— o ante la victoria de todos aquellos que han tratado de destruirlo? «Pues sí, se han cargado las sicavs y con ello una industria creada alrededor, que supone miles de puestos de trabajo en España… pero esta parte a nadie le ha importado. Es una medida sin alcance alguno, ni en la recaudación tributaria ni en el equilibrio de oportunidades; tan solo alimenta ciertas creencias sin fundamento alguno: demagogia de la más barata. Afortunadamente han establecido un régimen transitorio muy benigno, que permite deshacerlas con neutralidad fiscal».
Preguntado por su visión para este año de unos mercados financieros que se siguen moviendo al son de las políticas monetarias de los bancos centrales, comenta: «Hemos arrancado el año con mucha volatilidad. La inflación desbocada y crecimientos bajos nos dejan el escenario de la estanflación como muy probable; mientras los bancos centrales tienen una tarea difícil, pues deben endurecer sus políticas en un marco de debilidad en el crecimiento económico».
Entonces, ¿qué le diría al inversor? «Que tenga una cartera bien diversificada, con un adecuado trinomio entre rentabilidad, riesgo e impacto para hacer lo de siempre: comprar en los momentos de pánico y vender cuando sobrepasemos nuestro target de rentabilidad. Además de elevadas dosis de paciencia, para no dejarse llevar por los ruidos».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 89 (marzo 2022) de la revista Plaza