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73 obras, algunas inéditas, ocupan la fundación bancaja

Miquel Navarro carga de sensualidad su muestra más antológica

20/07/2018 - 

VALÈNCIA. Nuestro primer contacto con el arte muchas veces se fragua sin conocimiento, de forma casual y sin querer llevarlo más allá. Miquel Navarro (1945, Mislata) empezó a crear sus primeras figuras sumergiendo sus manos en el barro cuando todavía era un niño y pasaba las tardes en el campo. Él mismo explica que su cometido artístico no corresponde a los años 70 cuando empieza a crear sus primeras esculturas, su contacto con algún tipo de disciplina le viene desde la infancia. Desde entonces ha combinado la pintura, la fotografía y el dibujo, con materiales más técnicos como el zinc, el aluminio o el bronce. 

Una obra compleja que sin embargo ha evolucionado siguiendo un mismo hilo conductor: el "fluido" de las ciudades y el cuerpo. Aún así, si le preguntas a Navarro por su representación más querida, la respuesta -aunque pueda sonar a poco arriesgada- es clara: "La que más me gusta es el conjunto de todas", declara. Su respuesta cobra sentido al adentrarse en una antología que reúne sus cuarenta años de trabajo - desde 1976 hasta la actualidad- y en la que se observa como cada pieza responde a la reflexión crítica que el autor tenía preparada para cada una de ellas. Con algunas piezas todavía por enseñar, el escultor ha llevado su legado a la Fundación Bancaja de València, donde expondrá 73 creaciones procedentes de su colección privada, de la misma Bancaja y de la Fundación Caja Mediterráneo. 

Lola Durán, comisaria de la muestra y doctora en Historia del Arte, define a Navarro como un "constructor de paisajes y personajes" con los que "mezcla fantasía y realidad". En efecto, la exposición puede dividirse en dos campos representativos: la ciudad o, de modo más amplio, el paisaje, y por otro, el cuerpo humano. Esta última más ligada a la sensualidad.

Por lo que hace a las ciudades, el valenciano conjuga cientos de pequeñas piezas que se extienden directamente sobre el suelo para apodarse del territorio, sin bases que las separen de él. Además, a modo de tótems, y realizadas con aluminio marino macizo, brotan esculturas verticales que se erigen como símbolos de poder. Con todo ello, lo que se acaba creando son representaciones imaginarias que evocan a "torres feudales, fuentes de agua, chimeneas o objetos de podrían asemejarse a personas", tal y como el mismo Navarro explica. De entre todas ellas, en Fundación Bancaja destacan cuatro instalaciones : 'La Ciutat' (1984-1985), 'Espacio de batalla' (2000-2001), y las inéditas, 'Marjal' (2017-2018), ubicada en los alrededores de la Albufera de València, y 'Ciudad de las torres' (2018). De igual modo, en otra de las salas, se expone un conjunto de esculturas de menor formato elaboradas con barro, cinc o aluminio, y de las que dos no han sido nunca antes expuestas: 'Casco de avispas' (2012) y 'Campo rojo' (2016). 

La mancha oscura de la estructura simboliza el agua y el resto representa la recogida del arroz. Obra: 'Marjal'

Hacía el interior de la galería, las paredes se empiezan a llenar de las obras que Navarro también hace sobre papel. En ella proliferan elementos más líricos, sensuales y sexuales que el creador traduce en cuerpos predominantemente masculinos. "En mis trabajos se pueden encontrar numerosas representaciones del falo tanto como fuerza procreadora, como con una sensación de deseo", explica Durán. En ellas se ven pues cuerpos desnudos, también de mujeres, que el artista cubre con algunas de sus esculturas o, por otro lado, piezas que escenifican el sexo de forma "tangible y real".

Así mismo, las fotografías y pinturas se presentan como una "lucha por la supervivencia" en la que aparecen incluso cuerpos mutilados por la guerra que, aunque evocan a "las huellas del paso de la vida", tal y como describe la comisaria, estos acaban originando otras existencias.  "El elemento sexual también se lleva al vacío, al dolor, alejándose de este modo de la sensualidad. Pero lo que queda evidente en la obra de Navarro es que se formula el sexo como motor de creatividad y trascendencia", señala Lola Durán.

Por último, la muestra Miquel Navarro. Fluidos también proyecta dos películas realizadas por el autor: Mineal y Fuerte como el opio. Y a ello se le suma una última sala donde se recogen acuarelas y dibujos que reflejan de nuevo a su imaginario. 

"No me considero arquitecto pero sí escultor. Mientras que los primeros buscan la parte funcional, el arte es más inútil, en cuanto a que su razón de ser se basa en lo espiritual y no en lo práctico", concluye el valenciano. 

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