MADRID. El índice de indicadores adelantados de Estados Unidos, que volvió a marcar un nuevo mínimo el pasado lunes, parece indicar que la economía estadounidense entrará en recesión en 2023. Este indicador que incluye datos económicos clave con el objetivo de predecir la tasa de crecimiento, ha tenido históricamente una tasa de acierto muy elevado en la anticipación de recesiones. Así ha ocurrido en crisis anteriores como fueron, entre otras, la provocada por el Covid-19, la crisis de las hipotecas de 2008 o la burbuja de las puntocom en 2001.
El indicador, en término medios, anticipó una recesión con 7 meses de antelación. Con estos datos, y si la historia se repite, una recesión en EE. UU. comenzaría después del verano y podría durar aproximadamente entre 9 y 12 meses. Según la Conference Board, el organismo encargado de su publicación, del dato se desprende que habrá un deterioro de las condiciones de los mercados laborales, la fabricación, la construcción de viviendas y los mercados financieros en los próximos meses y “es probable que la actividad económica general se vuelva negativa en los próximos trimestres antes de recuperarse”.
En la Eurozona, los buenos datos fortalecen las expectativas de evitar una recesión. El PMI compuesto de enero se ha situado en 50.2, ligeramente por encima de lo esperado y superando por poco la barrera de los 50, indicaría una fase del ciclo económica expansiva. Si desgranamos este dato, el PMI manufacturero de la zona euro se situó en el 48.8 mientras que el sector servicios fue de un 50.7.
Estos datos indican que en Europa el sentimiento sigue mejorando y se sitúa en máximos de los últimos siete meses. Datos positivos desde un punto de vista de la actividad económica, que unido a los comentarios de los miembros del Banco Central Europeo sobre la alta inflación sugieren que los tipos de interés podrían subir en Europa más de lo que pueda descontar el mercado.
Equipo de Portocolom AV