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Entrevista a Rafael Torres, presidente de Confecomerç CV y la CEC
A pocos días para que llegue esa cita electoral del 28M continuamos recogiendo las opiniones de patronales, sindicatos, colegios profesionales y organizaciones que analizan lo ocurrido durante los últimos cuatro años y escuchamos sus peticiones a los futuros gobiernos que salgan de esas urnas. Este jueves lo hacemos con el pequeño y mediano comercio, y en concreto con Rafael Torres, presidente de Confecomerç CV y de la Confederación Española de Comercio (CEC).
Torres resume estos últimos cuatro años en una sola frase después de haber pasado una pandemia, un aumento de precios, la guerra, y otros factores de un sector que es de los pocos que no ha recuperado las cifras previas a la pandemia, "la tormenta perfecta".
El presidente de la patronal del comercio en territorio valenciano y autonómico analiza los males del sector, hace autocrítica, y lamenta que en la opinión publicada y política, cuando se hable de empresas se haga pensando en cifras de las grandes compañías. "Cuando hay que criticar se está generalizando con cifras que pertenecen a las grandes empresas. No hay que olvidar que la mayoría de las empresas de este país son pymes y micropymes. No es cierto que haya beneficios, y como dicen algunos, que los que lo tengan que lo repartan, entre ellos el propio Estado, pero que no digan eso de las pequeñas y medianas empresas, que en muchos casos, asume pérdidas y vende con márgenes reducidos y que avanzan con muchas dificultades asumiendo todo tipo de costes".
Costes que tienen que ver con los laborales, cotizaciones, SMI y demás que ahora anda en plena efervescencia con la negociación entre patronal y sindicatos. Algo que afecta mucho a pequeñas empresas. Torres que forma parte de la CEOE y niega que no haya negociaciones en curso con los sindicatos. "Se está negociando, nadie se ha levantado de la mesa, lo que pasa es que no a base de titulares y ruedas de prensa, hay un equipo muy técnico en la CEOE que está trabajando en ello, pero hay mucho interés electoral. Lo ha dicho Antonio Garamendi, y es prioritario y así lo hemos trasladado desde el sector, para que haya un acuerdo marco que no es más que una guía para que las negociaciones fluyan mejor", apunta Torres que recuerda que se han firmado ya muchos convenios en diferentes sectores, incluso alguno con revisiones salariales superiores a los que están pidiendo los sindicatos.
En este punto le pedimos al representante de la patronal que haga balance del trabajo del Consell en su área. "Si me habla del Consell, aprobado muy justito, y si hablamos de la conselleria de Economía, suspenso. Sé que no le hará gracia al conseller Rafa Climent, pero aquí tengo que trasladar lo que opina el sector, no la mía. Hemos hablado mucho pero creo que hemos dialogado poco. Sentarse a hablar, tener el teléfono del conseller está muy bien. Pero eso se tiene que traducir en un proceso de colaboración público privada. Quizá tengamos que usar menos palabras bonitas, y más hechos". En concreto se refiere a que se sigue sin desarrollar el Plan Estratégico, promesa de la anterior legislatura, y señala que se hizo un plan a través de la oficina Pateco, un plan a espaldas del sector, que lleva dos años muerto en un cajón. "Y qué pasa con la Ley de Comercio, pues que sigue en un cajón, todas las negociaciones están en la basura, al final, se llegaron a acuerdos y lo mínimo es respetarlo. Lo mínimo es que uno considere que debe haber lealtad pero luego te cambia lo pactado y reconocen que lo hacen por ideología, y eso genera inseguridad. Luego el Patsecova, donde no se ha asignado presupuesto".
Más allá de esos asuntos y de otros tratados en La Entrevista, a Torres se le pregunta sobre el proyecto piloto que ha puesto en marcha la ciudad de València para analizar los efectos que la semana laboral de cuatro días puede tener en aspectos como la salud y el bienestar de sus vecinos, el medio ambiente, y la economía, en especial en el ámbito del comercio, la hostelería y el ocio. El Ayuntamiento va a analizar estos ámbitos sin entrar en cuestiones laborales y en la negociación de estas.
La prueba se está llevando a cabo durante un mes al aprovechar, entre el 10 de abril y el 7 de mayo, cuatro lunes festivos. Joan Ribó ya había reconocido que esa modalidad laboral compete a empresarios y trabajadores, pero las críticas no dejan de sucederse. "Que no nos vendan la burra de que eso es un ensayo de nada. Todo el mundo sabe que una jornada de cuatro días o de 32 horas no implica que la ciudad esté cerrada un día más, implica que las empresas se reorganizan", sostiene Torres.