VALÈNCIA (VP). A pesar del prolongado azote de la pandemia, la fundación Ayuda una Familia, con sede en Paterna, continua avanzando y redoblando sus esfuerzos para mejorar la vida de los más desfavorecidos.
Nacida en 2017 de la mano de su fundador Conor Louis Hannah, desde entonces ha desarrollado una importante labor social para estar al lado de aquellas personas que sufren la marginación social y ha creado la única cocina central en Valencia con 1000m2 de almacén de congelación y refrigeración desde la que reparten más de 1.500 comidas a la semana.
Estos alimentos llegan, gracias a los voluntarios, a las personas sin hogar. Además, dan cobertura a otras entidades de acción social: Invisibles, Mensajeros de la paz, Amigos de la Calle, La voz de los pobres, la parroquia San Pedro Pascual y la Asociación Natania, entre otras.
Pero, además del reparto de comida, la entidad también suministra agua en diferentes barrios de chabolas y ruinas de la provincia de Valencia. “Contamos con unos 125 bidones de mil litros de agua que repartimos por toda la ciudad y alrededores, a los que suministramos agua cada semana en época estival y cada 10 o 15 días el resto del año. Nuestro objetivo es que todo el mundo que necesite ayuda la tenga”, explica Marise García, coordinadora de Ayuda una familia.
Actualmente ayudan a unas 3000 personas y cuentan con la colaboración de más de 25 empresas privadas además de las donaciones de particulares. No obstante, la situación económica actual y la sombra de una crisis ha hecho que las donaciones disminuyan y sea más necesaria que nunca la colaboración y solidaridad de la sociedad para que las personas desfavorecidas puedan tener acceso en condiciones dignas a las ayudas que necesitan.
Volcados con las familias ucranianas
Tras el estallido de la guerra en Ucrania y la llegada de las primeras familias procedentes de este país a Valencia, la fundación puso en marcha una nueva vía de ayuda para repartir semanalmente cestas de alimentos a las familias con ciudadanos ucranianos.
En este sentido, ha puesto a disposición de la fundación Juntos por la Vida, que ha facilitado el traslado a la Comunitat Valenciana de más de 1.300 refugiados y refugiadas ucranianos, sus instalaciones en Paterna para recibir los autobuses que viajaban desde la frontera con Polonia.
“Estamos ofreciendo alimentos a todas esas familias que han hecho el enorme esfuerzo de acoger en sus hogares a personas que huyen de la guerra. Hay que tener en cuenta que el coste de la alimentación es muy grande y, por ello, hay que ayudarles”, apunta Marise.