Hoy es 7 de octubre
Fin de semana de relax en la piscina, con algún chaparrón intermitente, mientras caen chuzos de punta en toda España. Según el telediario de las cadenas generalistas, en TODA España. Bueno, pues yo me he bañado en la piscina mientras mi prima “la sueca” -por lo de que ha vivido más de 20 años en Suecia- anuncia asustada en el whatsapp de grupo que tenemos todos los primos Laguna: “¡Es el fin de la utopía en Suecia!”. Mi prima vivió allí los mejores años de la socialdemocracia sueca, la de la solidaridad nórdica, la de la tierra de acogida, la del Estado del Bienestar, pero el de verdad. El mismo que ahora parece despedirse con un avance de la ultra derecha cuyo target de nuevo es el inmigrante, el diferente, el extranjero.
Como ejemplo de la solidaridad nórdica, diré que la única vez que me he sentido discriminada por ser extranjera fue hace 25 años en Noruega. Hacíamos cola para entrar en un pub de Oslo mis dos amigas noruegas y yo. Cuando nos tocó el turno, una vikinga potente de pelo color paja y brazos fornidos me impidió el paso. Conste que también soy rubia -desde pequeñita- y que iba vestida de Emporio Armani, con un traje de chaqueta con minifalda color rosa-palo y zapatos Balenciaga -¡aún me cabe!-. Amén de que iba acompañada por dos locales. Mis amigas tuvieron que entrar a hablar con el manager del pub, que cobraba las entradas -porque se pagaba para entrar en un lugar ¡súper aburrido!-, y amenazaron con que éramos prensa. Entré. Supongo que por esto último. Pero nunca olvidaré la forma en que la potente y fornida portera me dirigía sus miradas mientras hablaba español en la cola con mis amigas noruegas, especialmente hacia mi traje de marca…
Bueno, pues me dice mi prima, que ahora tiene a su hija mayor recién graduada en Farmacia y trabajando en Suecia, que “han ganado los socialistas por muy poquito y que la derecha está seguida por los ultras pero muy de cerca en Escuni, en la zona de Malmö y Lund”. Son los Demócratas de Suecia (SD) que han ganado en Skåne, donde vive mi sobrina Diana. ¿Saben lo que es Malmö? Una rica zona sueca donde el 86% de la población es de origen extranjero. Suecia fue el país que más refugiados acogió en 2015 de entre todos los países de la Unión Europea, según cuenta The Guardian. El tabloide inglés hace un ejercicio de pedagogía al establecer la analogía del aumento del fascismo de forma directamente proporcional con el aumento de la inmigración, a la que se atribuye además el aumento de la criminalidad.
Con un gobierno de izquierdas en difícil equilibrio por su exigua mayoría -“por poquito…”, según mis fuentes familiares desplazadas allí-, los moderados y la derecha pueden caer en la tentación de aceptar el apoyo de los ultras del SD para hacerse con el Gobierno. Sería un regalo envenenado que abriría los resortes del poder a los populistas en uno de los tótems de la socialdemocracia europea. El problema es que el líder del SD, Jimmie Akesson, aparecería como más presentable, como un ciudadano medio. Recordemos a Wilhelm Reich y a su“pequeño hombre”, el ciudadano medio… Con más tradición de derecha demócrata que por estos lares, los democristianos suecos siguen sin fiarse de los elementos radicales y los neonazis que siguen desfilando en la primera linea de los Demócratas Suecos.
Lo cuento para que se nos caigan algunos tótems del norte solidario… Suecia, que era el paradigma del acogimiento de inmigrantes, también ha sucumbido a la ola de populismo que cabalga por Europa como un caballo desbocado con un claro objetivo. Hace cien años eran los judíos y hoy son… ¿los refugiados sirios huyendo de la guerra?, ¿los inmigrantes magrebíes que aspiran a una vida mejor?, ¿los subsaharianos que buscan un lugar bajo el sol?, ¿los hispanos que sueñan con el Estado de Bienestar europeo?, ¿los españoles que huyen de la crisis?
Hago aquí un inciso para señalar que Europa debe proteger sus fronteras exteriores y que las corrientes migratorias deben controlarse en origen, precisamente para proteger a los inmigrantes de las mafias y del peligro que pueden correr sus vidas. Colaboración entre Estados y trabajadores con contratos y derechos laborales, según las necesidades coyunturales recíprocas. Esto es lo que se espera de Europa: poder acoger con derechos y obligaciones.
Y ahora volvamos a la otra Europa. ¿Saben cómo nos llaman a los españoles en Alemania? Negros. Al menos así nos llaman los alemanes de ascendencia nazi, según me contaba un amigo cuya abuela era sospechosa de haberse enriquecido con el Tercer Reich. ¿Y saben cómo nos llaman a los españoles en Inglaterra? Spics o spicks. Es una palabra despectiva y ofensiva hacia los hispanos, tanto aquí como al otro lado del Atlántico. Como dijo Martin Niemöller y se le atribuye erróneamente a Bertolt Brecht: “Primero vinieron a por los judíos, pero cómo yo no era judío…”.