Hoy es un día de balances, de reflexiones y de propósitos para el nuevo año. Hoy es un día muy personal, un día que algunos celebran con ilusión y otros con más tristeza. Un año que algunos desearían volver a vivir y otros olvidar. Para algunos 2016habrá sido un año para olvidar, para otros un año más y para otros tantos un año para recordar. Para mi ha sido EL AÑO con mayúsculas, un año que volvería a vivir una mil veces, con sus luces y sus sombras. 2016 ha sido MI AÑO
Y todo por una sencilla razón. Una razón que acaba de cumplir ahora 11 meses, que gatea sin parar y que me hace sonreírle a la vida con un enfoque diferente y una intensidad desmedida. Ella, mi hija Leo, ha hecho que este sea mi año y que todo pase a un segundo plano, que me replantee mi vida y que todo cobre una dimensión diferente. Que quiera ser mejor persona y que quiera seguir escribiendo sobre temas sociales, dando voz a quienes no la tienen y contando realidades lejanas. En definitiva, quiero seguir poniendo mi granito de arena en este mundo, para intentar dejarle un mundo un poquito mejor. Y es que ser mamá hace que vea la vida con otros ojos.
Y me doy cuenta al repasar las reflexiones que he estado compartiendo durante todo este año desde mi rincón Crónicas por los otros. Empezar el año siendo mamá de una niña sana, alegre y feliz hace fácil concluir el año con un balance positivo, alegre y cargado de vida.
Desde que mi hija Leo ha nacido no he podido resistirme a compartirlo, hablar de la maternidad, de los partos, de las inexistentes medidas de conciliación familiar y permisos de maternidad. No he podido evitar hablar de los tipos de familias en general y contar en qué panorama de mi hija y su papá, en particular.
Este año también he podido acercar perfiles de personas que aparentemente nada tienen que ver en España pero que están unidas a África , el músico Richard Kobena y el empresario Juan Manuel Baixauli. He podido contar proyectos maravillosos liderados por valencianos como el de Willka, el de Lalibela Food Company en Etiopía, del Padre Vicente Berenguer o el de One Day Yes y de su evento anual La subasta de experiencias. De alguna manera he rendido mi pequeño homenaje a ese inmenso continente en todos los sentidos llamado África.
Me he derrumbado ante la impotencia que sentimos algunas personas por la crisis de los refugiados, por ser los eternos olvidados, por la continuidad de los CIES, por tragedias y catástrofe naturales como el terremoto de Ecuador, por la pobreza, el hambre, la victoria de Trump o la muerte de Fidel.
He contado las vidas de personas que un día vinieron a España a vivir y por aquí siguen, las vidas de las empleadas domésticas y la vuelta al cole desde la perspectiva de ser mujer y con un enfoque muy de mujer.
También he hablado de amor. He declarado mi amor abiertamente a la figura de los padres en general, y al mío en particular; de las madres en general y de la mía en particular.
Y cómo no podría ser de otra manera he tenido que seguir denunciando la desigualdad entre hombre y mujeres en adultos y en niños, de las campañas contra la violencia contra la mujer, del colectivo de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales y del camino que aún queda por recorrer para llegar a una situación de desarrollo real y de igualdad social.
En este aspecto no quiero dejar pasar la oportunidad para resaltar y dar mi enhorabuena a las personas que han estado trabajando para que la Comunitat Valenciana se sume al protocolo de respeto a la identidad de los transexuales en los colegios. Una medida que , por fin, evidencia el desarrollo real y el avance en asuntos de género. De esta manera terminamos el año 2016 con una noticia de alcance y de avance real. Una razón de peso para sentirme orgullosa de ser valenciana.
Esta año he sentido la nostalgia de aquellos maravillosos veranos de la infancia en la Albufera y he descrito los actuales veranos que vivo desde la isla de Lamu, en Kenia. Esa isla de contrastes elegida por los ricos donde viven los pobres, con una importante presencia de españoles con sus particularidades y con sus mujeres de velo negro.
He podido seguir soñando y disfrutando del placer de viajar y admirando a los valientes de la vida. Pero también he aterrizado en Valencia.
Este año he sido altavoz de la labor que realiza un grupo de personas con los gatos del cementerio, la situación que viven los enfermos del Parkinson o del alzheimer; iniciativas provocadoras e interesantes que pasan en Valencia, iniciativas útiles; campañas reivindicativas para poder trabajar desde casa; start-up que se afincan en Valencia gracias a Lanzadera o ese genial festival de improvisación que se desarrolla en Valencia. Sin olvidar la importancia de las RSC en las empresas o los artistas valencianos y el mundo de la cultura.
Siempre me ha gustado escribir sobre estos temas con impacto social, sobre temas que afectan a la infancia, a enfermos, a personas dependientes, inmigrantes, refugiados, ancianos, etc. Temas con un enfoque social. Mi vida, mi día a día y mi manera de enfrentarme y de vivir en este mundo no me permite hacerlo de otra manera. Y sólo espero poder seguir haciéndolo en 2017. Un regalo más que añado a mi lista para los Reyes Magos. Feliz año a todos y todas!
El año que viene… ¡más!
Como siempre por estas fechas, las reflexiones y los balances son inevitables. ¿Cómo ha sido este año? Una pregunta tan genérica podemos acotarla con preguntas concretas. ¡Propongo una! ¿Qué hemos hecho por los otros y las otras en 2019? ¿Saben qué es la Solidaridad Km0 o la Solidaridad de proximidad?
El salón espera un mayor reconocimiento estatal y confía en que la ciudad de València valore aún más una feria que ya es líder mundial en cuanto al elevado perfil de los profesionales presentes y por la calidad de sus 800 espacios expositivos.