Entrevistamos al conseller de Cultura y profundizamos en su perfil profesional y próximo a las industrias creativas
VALENCIA. Vicent Marzà (Castelló, 3 de marzo de 1983) cumple este lunes siete meses y diez días al frente de la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte. Su llegada al cargo a dos meses del inicio de curso precipitó el primer paréntesis ante las urgencias de las industrias culturales, en detrimento de las necesidades del sistema educativo. Con la vuelta al cole, los deteriorados sectores creativos, baqueteados por la crisis económica, los estragos de la piratería y la descomposición de las relaciones con la Administración, esperaban soluciones inmediatas, pero se encontraron con una posición distante ante las precipitaciones desde los despachos situados en el número 30 de la Avinguda de Campanar. (Lee la primera parte de la entrevista - Marzà: "No debe ser un partido el que decida cómo enseñar las lenguas en nuestro territorio")
Marzà apuntó desde el inicio de curso que para revertir la situación de las citadas industrias había que regenerar las -degeneradas- herramientas de la Administración "al servicio del pueblo valenciano". Un cambio de modelo estratégico, pero condicionado a su status jurídico, base a partir de la cual se ultima en este momento un Plan Estratégico para la Cultura y se trata de revertir la situación del "clientelismo" y el "enchufismo" de las entidades públicas de gestión sacando a concurso sus cargos directivos, a partir de un Código de Buenas Prácticas impulsado también durante los últimos meses.
Esa era la teoría y, pese a que algunos sectores han empezado a perder la paciencia, se avanza en su práctica. Eso sí, de forma desigual. El Código de Buenas Prácticas salvó el match ball de la siempre procelosa situación legislativa. Se quedó en una sugerencia, extensible "a todas las Administraciones; provinciales y municipales", pero que sólo la propia conselleria aplicará tal y como fue presentada y en algunos casos, ya que el IVAM y el Palau de les Arts mantienen contratos vigentes con sus directores para los próximos años. El citado Plan Estratégico de la Cultura, que esta semana cierra sus mesas de consulta y se presentará casi con toda seguridad en el mes de marzo, ha de sentar las bases de la legislatura en Cultura con Marzà al frente, unido a la salida a concurso público de las direcciones, subdirecciones y otros cargos de gestión cultural dependientes del Gobierno autonómico.
El escenario podría quedar resuelto en gran medida de cara al final del primer semestre de 2016, casi un año después de que el nuevo Gobierno autonómico tomara posesión de las instituciones. Con la hoja de ruta marcada, el conseller atiende a Valencia Plaza:
-En detalle, ante un escenario tan precario y crítico para las industrias culturales, ¿cuál es su plan de partida para revertir la situación en esta legislatura?
-El punto de partida era rehacer. Concretar en política cultural hacia dónde tenemos que ir y cómo, qué acciones concretas y evaluables deben figurar en un plan. Es crear un sistema cultural que esté al alcance de todos y dejar de tener una mirada acomplejada del pueblo valenciano. Hay que poner en valor lo que se hace aquí y acompañar a los artistas valencianos hacia fuera también. Para todo ello hace falta tener un método y un objetivo, que es el Plan Estratégico, y unas formas, que es el Código de Buenas Prácticas.
-Tras unos meses al frente de la conselleria, con todo el escenario interno y el contexto al que se ha podido aproximar, ¿de dónde venimos?
-Aquí se planteaba a quién coloco en qué sitio como punto de partida, no la idea de hacia dónde vamos y cómo. No había un proyecto ni a corto ni a medio ni a largo plazo. No había estrategia y eso ha deshecho buena parte de la estructura cultural valenciana, pese a lo mucho que ha hecho la sociedad civil frente a ello. La idea es recuperar esa estructura precisamente desde ahí, desde lo que ha surgido desde la sociedad civil, y dejar de gestionar la cultura con personas escogidas a dedo, con directores escogidos según intereses personales.
-Hace referencia al enchufismo o al clientelismo del que le hemos oído hablar. Recientemente, la regidora de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, Gloria Tello, decía que el área era el nido de enchufismo del Consistorio. ¿Sucedía igual en la Conselleria?
-Y tanto. Aquí se buscaba el espacio idóneo para colocar a personas determinadas. Era el mundo al revés. Los instrumentos deben estar a favor de los objetivos y no al contrario. Este precedente hace que los cambios no puedan ser tan rápidos como nos gustaría. Hay toda una estructura montada al rededor de esto. Administrativamente es muy difícil darle la vuelta y vamos trabajando de forma estratégica, con bisturí, para asentar unas bases. Por eso vamos más lento de lo que queríamos, porque queremos llegar lejos.
-Frente a ese ritmo, existe una situación crítica en lo económico y estructural de los agentes culturales. ¿Es consciente el conseller, por ejemplo, de la situación de precariedad de los sectores?
-Sí, y tanto. Está muy extendida y va más allá de la precariedad laboral. No son sólo las condiciones de trabajo, sino las fiscales por ejemplo. No sé las veces que le hemos dicho ya al ministro que ha de rebajar el IVA. La Administración no ha tejido un plan conjunto y ahora lo estamos haciendo, provocando que participe todo el mundo. Si hacemos que ese plan sea colectivo, podremos trabajar de manera conjunta a largo plazo.
-¿Cómo se gestiona esa presión, esa desafección y esa urgencia por parte de las industrias culturales?
-Se vive con ganas de hacer todo más rápido, pero sabiendo que para hacerlo bien se ha de hacer de manera consensuada, entre todas y todos. Hay mucha necesidad de que todo cambie rápido y queremos que el nuevo modelo se haga haciéndoles a todos partícipes, así que las dos cosas a la vez no cuajan. Queremos que se establezcan unas mejores bases de partida, las que hemos comentado, aunque en paralelo podamos hacer acciones para que se reaviven y conseguirlo.
-No sé si, dada la situación, percibe que algunos sectores esperan una ayuda directa y económica de la administración como opción salvavidas.
-No. La gente ha demostrado especialmente durante los últimos años que se ha reinventado pese a que las instituciones les han dado la espalda. Se han hecho autosuficientes dentro de los parametros tan precarios de los que estamos hablando. Son ellos los que han demostrado que la cultura por sí sola ha sido capaz de autogestionarse.
-¿Y cuál ha de ser el papel de su conselleria con respecto a ellos?
-Acompañarles con lo que podemos. Es nuestro objetivo más grande. Queremos apoyar a los artistas valencianos teniendo en cuenta estrategias de crecimiento en el ámbito europeo porque es la vía cultural está entre las líneas de crecimiento que desde la Unión se marcan para la región, así que trabajamos en ello.
-Los gestores culturales propios de la Administración autonómica cuestionan ese escenario interno de gestión. Por ejemplo, con el caso de CulturArts. ¿Va a desaparecer? ¿Cuándo y cómo?
-Lo que queremos es que los instrumentos trabajen por los objetivos. Lo que está claro es que queremos que los institutos [previos a CulturArts, que conforman este holding] tengan más potencia. Ya es así desde los presupuestos de 2016. Por eso ya hay una máxima incidencia en la producción y en la creación. Cada día hay más actividad cultural en las comarcas y ahora mismo el Teatro Principal o el Rialto tienen producciones valencianas propias, poniendo a la administración a acompañar a los creadores y a ponerlos en valor.
-¿Entonces, desaparecerá CulturArts?
-De momento trabajamos para dar más salida a los institutos, más potencia y elegir a las personas que las dirigen como toca. Ahora se han presentado proyectos que seguro son muy interesantes para elegir CulturArts y la comisión elegirá el proyecto idóneo para ello.
-No se elige a un director para cerrar CulturArts, entonces.
-Elegimos a un nuevo director de CulturArts para mejorar el impacto cultural en el País Valenciano. Yo sólo represento un voto y la comisión elegirá lo mejor. Estamos seguros de que habrá proyectos muy buenos entre las candidaturas, que elegirán por cierto expertos y no políticos.
-Con respecto a las elecciones de directivos para la gestión cultural, desde distintos estratos se ha cuestionado la implantación del Código de Buenas Prácticas por su desigual implantación en las distintas administraciones.
-Es una propuesta lanzada para aplicarse, como sugerencia, pero cada administración tiene una forma. Nosotros para poder aplicar ese Código Buenas Prácticas hemos tenido que hacer muchos cambios administrativos previamente, para que esas plazas puedan salir a concurso, para que puedan salir también las subdirecciones. Lo que estamos demostrando es una voluntad clarísima y cada administración puede aplicarlos. Es una buena propuesta y esperamos que se aplique a largo plazo.
-¿Se aplicará en el IVAM y en Les Arts en ese largo plazo?
-Los contratos están en vigor y continúan hasta que haya que hacer esos cambios.
-Pero parece que el techo salarial que han propuesto puede ser una barrera para ambos contenedores.
-Se ha de valorar cuando llegue el momento. Hay determinados instrumentos culturales que se han de tratar de otra forma para poder captar el talento que necesitas.
-Con respecto a Les Arts, ha podido parecer sorprendente el incremento de 2,5 millones de euros en los presupuestos de 2016 para este instrumento cultural.
-Hay diversas razones para entender ese incremento. Por un lado, ganar apalancamiento y ganar volumen para captar nuevos fondos privados de fundaciones que puedan venir e invertir para relanzar Les Arts. No es sólo eso.. Hay un abaratamiento del precio de las entradas, parte de nuestro enfoque de cultura para todos, y ya está funcionando. El nivel de ocupación es altísimo y muchas personas por primera vez están disfrutando de la ópera. Y hay más actuaciones, más programación. Además, queremos acercar Les Arts y a la Orquesta de la Comunitat Valenciana hasta las comarcas. Para que los instrumentos culturales tengan potencial, hay que generar arraigo de los mismos al territorio.
-En los citados concursos, la petición de avales para los candidatos parece que les ha generado un problema.
-Bueno, en la convocatoria no indicaba que cuantos más avales era mejor, pero viendo como se han comportado algunos candidatos tendremos que revisar eso en un futuro. Por un lado, es bueno que alguien pueda presentar avales, aunque no por tener más avales vas a tener una mejor votación. Lo que me parece de sentido común es que si alguien ha avalado a un candidato no puede formar parte de una comisión de selección. Tenemos claro que el mundo cultural valenciano es amplio y está preparado por eso las comisiones elegidas están sobradamente capacitadas para hacer esas próximas elecciones.
-Quizá el problema ha estado en que algunas asociaciones y personas se han quedado fuera de esas comisiones al avalar; que no eran conscientes de esa exclusión.
-Bueno, es de sentido común. Uno no puede avalar y evaluar a la vez.
-¿Tiene algo que decir la conselleria de Cultura en una nueva Radiotelevisión Valencian?
-Hemos de luchar para que sea un motor de creación cultural también y de tejer una industria. Hemos de poner encima de la mesa esa visión; que la creación de una nueva RTVV incida en la creación de industria cultural y valenciana. El anterior modelo de producción servía para generar negocio a grandes empresas de fuera que poco aportaban. Además de que tenga la máxima calidad y no dependa del Gobierno de turno, eso es lo que tenemos que exigir.
-¿Les sugeriría el Código de Buenas Prácticas para que escogieran a sus directivos?
-Claro. Nosotros estamos muy pagados y se lo recomendamos a todo el mundo [ríe].
-El de la televisión y la radio públicas es un aspecto que linda con la política cultural y la tan de moda guerra de culturas entre los gobiernos de izquierda o derecha. ¿Cómo ha vivido usted este uso y desuso de la cultura a partir de los diferentes mandatos?
-Reconozco esa guerra de culturas a partir de los gobiernos, pero no es lo que yo busco. La cultura ha de ser libre. No la hemos de institucionalziar. Ha de ser libre y crítica. No querer acaparar la cultura, al contrario. Que tenga la máxima libertad y se autogestione. Que tengan sus agentes creadores las condiciones para crear y exportar, pero nuestra visión no es la instrumentalizar políticamente. Es un error que se ha cometido por parte de algunos gobiernos progresistas. Y lo más progresista es que la cultura sea libre y crítica y tenemos que crear las condiciones para que así sea.
-¿Tienen una relación directa con la Agència Valenciana de Turisme?
-Tenemos una representación en la comisión que trata los grandes eventos turísticos. Es importante estar presente porque también tenemos que ver cómo nos proyectamos al mundo. Para que nos conozcan y para que nos conozcamos, porque también es importante que el pueblo valenciano sepa lo que se hace aquí.
-¿Y con las consellerias de Economía y Hacienda?
-También. De hecho, la subida en Cultura de presupuestos ha sido mayor que en Educación porcentualmente. Pero no es suficiente, lo sabemos. La Cultura es uno de los sectores que según Europa está destinado a generar un mayor crecimiento económico, así que hay motivos...
-Por último, cabe destacar que como conseller tiene una huelga de alumnos de forma casi permanente en el Conservatori Superior de Música Joaquín Rodrigo. Escuchando las reivindicaciones de los alumnos y sus respuestas, parece que coinciden en el fondo, pero no en las soluciones inmediatas a sus peticiones.
-Los objetivos con ellos son compartidos. Los hemos recibido y nos hemos reunido en muchas ocasiones. Hay procedimientos que no podemos parar porque judicialmente es imposible [se refiere al aumento en el grado del profesorado que acaba de suceder]. Eso no imposibilita nuestro objetivo conjunto, que es que los titulados valencianos de máximo nivel en música estén homologados con una titulación universitaria. Entendemos que haya parte de los estudiantes que no comparta el camino, pero con todos los datos que les hemos entregado, estamos tranquilos porque estamos haciendo todo lo que en este momento se puede ahcer. Por supuesto son libres de protestar y de reclamar. El objetivo lo vamos a conseguir de forma conjunta y podemos canalizar esa reivindicación conjunta donde toca, que es en Madrid, en el Ministerio.
Quién es el conseller Marzà
Al frente del área de Cultura, con la firme idea de revertir la situación en un giro de 180º se encuentra el conseller más joven, pero también uno de los que cuenta con un curriculum más abierto. Conocido como el primer profesor que se sienta al frente de la cartera de Educación en la Comunitat, lo era de lengua extranjera (francés) por titulación y de inglés por oposición, aunque también cursó -y no finalizó- ingeniería industrial.
No obstante, en materia educativa, tiene su principal inquietud ante las cuestiones de innovación. Por el momento mantiene aparcados sus estudios para finalizar el Doctorado en Pedagogía, Innovación, Sociedad y TIC en la Universitat Ramon Llull. Lo que sí finalizó fueron sus estudios en Master en liderazgo de la transformación socieducativa por la misma universidad. Esta idea, la de la innovación en materia educativa y la de una visión diferenciada de la misma a partir de vínculos, por ejemplo, con la cultura, le conecta con Vicent Marzà i Duch (1954-2004), su padre. Escritor, ganador de varios premios sobre todo en la línea de la narrativa infantil, es recordado como renovador pedagógico y miembro de Escola Valenciana, a la que también perteneció Marzà, donde trabajó como dinamizador cultural en las comarcas de Castellón.
Ese es su punto de partida, unido a su vinculación al Bloc (del que fue número uno en las pasadas elecciones por Castellón) que ha vivido en paralelo a su activismo en concentraciones y manifestaciones por la educación, contra los desahucios o el mismo 15-M.
En su despacho, el que un día fue de la consellera María José Català, han desaparecido las pinturas de corte religioso y se han recuperado otras. Además de la escultura con la forma de Ovidi Montllor en la sala central, destaca un Alfaro en el jardín interior, de grandes dimensiones, y otro junto a la gran mesa de reuniones; tras la suya, un Genovés muy representativo del autor, al que el conseller asegura tenerle un especial afecto. En un detalle mucho más prosaico, el centro de la mesa de trabajo en torno a la que sucede la entrevista, está llena de catálogos y libros, aunque sobre ellos aparece una calculadora de pequeño formato aunque con sistema de impresión. A diferencia de los volúmenes de consulta, algo más uniformados ante la cita, la calculadora parece haber estado activa durante los últimos días o semanas.